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A través de cartas, correos electrónicos y conversaciones por chat, llegamos a conocer a Rosie Dunne y Alex Stewart, dos mejores amigos de toda la vida. Este formato no hace sólo que la lectura sea más rápida y dinámica, sino que te impide detenerte una vez que empezás. Es lo que lo hace tan único, y se llega a conocer a los personajes de una manera que no sé si hubiera conseguido de haber leído esta historia en tercera persona. A lo largo de la historia, se hace más y más evidente que estos dos mejores amigos son en realidad alma gemelas, aunque ellos mismos tarden en darse cuenta. Fue terriblemente frustrante ver cómo las circunstancias de la vida les impedía estar juntos y por eso al final no pude evitar llorar de alegría. Sí, lagrimeé, y eso no ocurre con frecuencia. Además de los protagonistas, Ruby es uno de los personajes que tengo que destacar, porque es la que más me hizo reír. Los demás secundarios también le dieron un toque especial; no hubiera sido suficiente sólo con Rosie y Alex para poder seguir los acontecimientos, claro. Y aunque pueda sonar que es una historia de amor como cualquier otra, no lo es, al menos a mi parecer. Cecelia Ahern, hasta ahora, no me desilusionó nunca. |
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