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La historia se centra en Aurora, en su dolor, su evolución, su salida del agujero en el que se encuentra tras la muerte de su padre. Y aunque trata temas duros como el acoso escolar, la homofobia, el alcoholismo y el maltrato familiar —se avisa al inicio—, no es una historia que se recree en ello ni que haga sufrir especialmente (un poquito sí), pues está más orientada a la esperanza, a ver la luz al final del túnel. No solo nos encontramos a Aurora, también hay varios secundarios que son clave para que ella vuelva a encontrarse: Eddie, Bastian y su abuela; tres personajes que me han gustado mucho por lo que le aportan a ella y por las batallas a las que se enfrentan. La he disfrutado, pese a que a veces se me hacía un poco lenta y tenía la sensación de que algunas escenas eran demasiado parecidas. También me hubiese gustado algo más de desarrollo en la parte amorosa (es lo que tiene ser lectora de romántica). La música es un elemento imprescindible desde el minuto uno, cosa que me ha agradado y en ocasiones me ha recordado —para bien— a «Glee». Una historia juvenil sobre la pérdida y el duelo llena de fuerza, superación y esperanza. |
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