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Las madres no querrían leer este libro. Es un viaje terriblemente duro a la oscuridad de nuestras entrañas heridas. Allí hay secretos celosamente guardados, peligros, miedos inconfesables. Me atrapó como ninguna novela lo ha hecho jamás. Quizá porque sabía cómo hacerlo, tan inteligente. Y me refiero a atraparme para jugar conmigo, indignarme, zarandearme, pervertirme. También me devolvió la belleza, el perdón por los primeros días, la confianza, la identidad. Esto es literatura, amigues. Punto. Este libro no viene a responder preguntas, viene a avasallarte con las suyas y a crearte nuevas. Esa garra que invoca a la Llorona, a Sylvia, a Assia, a Medea y hasta a Meryl Streep (esa peli del dingo, ay dios) Las madres no deberían perderse este libro. Nadie debería perderse esta novela que espero que siga dando mucho que hablar y por mucho tiempo. Es el primero que leo de la editorial Tránsito y no será el único. Maravilla de edición y labor. "El lenguaje neoliberal es emocional, inspirador, empoderante y pútrido. Convierte los deseos en derechos y los derechos en deseos. Túmbate aquí, abre las piernas. Concéntrate en tus sueños: si lo deseas con suficiente fuerza, se harán realidad. Vaya por dios, parece que no has deseado con suficiente fuerza. El primer intento ha acabado en fiasco. Has pasado dos semanas con miedo a hacer movimientos bruscos, no has comido jamón, has huido de la cerveza como de la peste. Y sin embargo, aquí está la regla. Esa sangre corrupta y repugnante. Ese fracaso". "A la semana de parir, la matrona, en la consulta habitual, preguntará: ¿Qué tal ese ánimo?¿Algún pensamiento oscuro?. Y mirará al recién nacido de soslayo en busca de alguna señal de alarma. Por algo será". |
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