Las efímeras

Las efímeras (2015) es un libro aparte, original, diferente, muy literario, con una escritura potente y misteriosa, de una tal riqueza conceptual y de tal espesor intrínseco, que cada lector encontrará un derrotero diferente por donde infiltrarse, cuestionarse, pensar e interpretar las cosas. Los personajes definidos en el relato son pocos y se navega en permanencia en una ambigüedad al límite de lo malsano/aceptable. Resulta bastante difícil escribir un billete sobre un libro tan sobresaliente. No en vano la autora habría trabajado el texto unos 12 años.

Primero ese título especial : las efímeras son unos insectos que solo viven un día durante el cual realizan su apareamiento y luego mueren dejando todo listo para asegurar una continuidad.

La novela transcurre en un lugar aislado y no precisado que llaman (en francés) la Ruche, o sea, la Colmena. Un lugar que fue diseñado para acoger huérfanos y educarlos cerca de la naturaleza y más o menos en autarcia.

(La Ruche existió. Fue una utopia de principios del siglo XX en París-Montparnasse, fundada por el escultor Alfred Boucher en 1902 con material recuperado de la Exposición Universal de 1900 para albergar artistas necesitados y que aún existe.) La Ruche del libro-ficción es también una comunidad fundada por un francés de París y su mujer en 1923 : Monsieur Claude y Madame Caterina, una casona poligonal de tipo alveolar que servía de colegio para niños huérfanos a quienes se educaba muy cerca de la naturaleza. El Salto es el poblado más cercano a la Ruche y dista de 15 Km. Los fundadores de la Ruche son los abuelos de la actual directora de la comunidad, Anita.

El entorno de la comunidad es muy especial, es la naturaleza que predomina y que impone sus reglas. La lectura del libro me causó una impresión extraña : la de estar en una pecera y observar todo a través del elemento agua. Encontré que el agua está omnipresente en el relato, a tal punto que intranquiliza, agobia y asfixia. Es un microcosmo desasosegante, glauco, húmedo, es un escenario primitivo. La naturaleza es el personaje principal del libro y no es acogedora, es inquietante, crea una atmósfera increíble a lo largo del texto.

Los personajes de la novela van por pares. Reina una violencia soterrada entre ellos, a varios niveles y esta violencia puede surgir en cualquier momento.

LOS 6 PERSONAJES PRINCIPALES:

Las hermanas Oliver, Dora y Violeta. Son hijas de antiguos profesores de la comunidad que construyeron una casa y se quedaron. Las hermanas son muy diferentes y tienen una relación nada de explícita en el relato, pero que tiende a ser malsana. Dora quiere dominar. Violeta se rebela.

Violeta y Denis. Violeta trata de huir de su hermana y se apoya en Denis: un muchacho desgarbado y sociópata que vive en ermitaño en la comunidad. Es el bisnieto de un curandero que le falló a Monsieur Claude con la enfermedad de su hija adoptiva. Por ello la familia de Denis quedó maldita.

Anita y Tom. Anita es la administradora de la comunidad, la que decide y otorga (casas, material, alimentos), una autoridad benevolente hecha de ausencia, de indiferencia. Llega Tom, un estudiante de medicina que parece agotado, algo histérico y que le explica que puede ayudar mucho en la comunidad. Y Anita lo acoge en su propia casa. La relación entre ellos es extraña, poco definida, pero sugerida entre líneas. En todo caso Anita vive en su torre, dibujando bocetos, lejos de todo y de todos, como en otro mundo, ella ante todo se quiere neutra. Y cuando sale de su ámbito, de su torre, puede llegar a ser otra persona capaz de violencia inaudita.

Los personajes sobreviven en un bosque aislado en medio de una naturaleza poderosa y omnipotente que reboza de vida macro y microscópica, bañados por la lluvia incesante, Nadie se profesa cariño en esta comunidad. La palabra no se pronuncia. El cariño no se practica. Solo hay oposiciones abiertas o soterradas.

La fuerza del relato reside en que las cosas nunca son escritas de manera precisa, sino insinuadas como por ejemplo la escena tan extraña donde Violeta yace sobre un lecho de orugas (¿qué pasó exactamente?).

Un libro trascendente, perturbador, innovador con una dimensión roussoniana aunque no idílica de la Naturaleza. Aquí a través de la naturaleza, se trata de dominación, de dependencia, de control de la vida de seres humanos.

Me trajo a la memoria Into the Wild de Jon Krakauer y la inolvidable película de 2007 de Sean Penn.
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Desde pequeñas estamos expuestas a ciertas obligaciones para con los demás, pero ¿qué queda de nuestro ser como persona? Siempre somos hija de, esposa de, abuela de, nunca nosotras mismas. Y por eso, Pilar Adón nos muestra situaciones ordinarias en las que las mujeres no pueden ser solo eso, mujeres, personas.

Da igual la edad de la lectora, ya que siempre te sentirás identificada con alguno de los poemas de este libro: yo, en concreto, me he visto reflejada en los de hija, pero he podido sentir cómo describía a mi madre en otros, en incluso a mi abuela. La empatía obra milagros, o bien estamos demasiado acostumbradas a ciertas situaciones cotidianas.

Este poemario reúne muy buenos poemas, con los que es fácil identificarse y sentir al leerlos. Por ello, es lógico que ganara el Premio al Libro del Año 2018 en la categoría de Poesía concedido por las Librerías de Madrid. Una auténtica joya literaria de esta autora que aún tiene mucho que dar.

Además de poesía, ha escrito novelas, libros de relatos, y ha traducido libros de Edith Wharton o Henry James, entre otros. Este no es el único poemario publicado de Pilar Adón, así que seguiré leyéndola en el futuro, porque entre tanto género, seguro que hay para todos los gustos.

«[...]
También yo clamaría en el desorden en que hemos
de sobrevivir.
Cuando lo normal es la transformación
y mi espíritu quiere lo permanente [...]»

Este poemario es todo un acto revolucionario. En él, Pilar Adón se rebela contra los dictados, las obligaciones y las órdenes que hay que asumir en momentos concretos de la vida, como el de ser hija o madre en este caso. Los poemas que encontramos cuestionan la maternidad, la responsabilidad, la soledad o el amor, tanto el propio como el que damos y recibimos de los demás.

La posición desde la que Adón plantea todo su entorno vital y familiar y la valentía con la que cuestiona sus propios actos y pensamientos me parecen increíbles. Podrían interpretarse como un acto de egoísmo si se quisiera, como consecuencia de todos los estereotipos en torno a los roles de género que tenemos asumidos. Pero, ¿qué o quién nos prepara en la vida para asumir ciertos cuidados o responsabilidades cuando realmente no es lo que se quiere?

Me ha parecido una lectura muy llamativa y diferente por la forma en que se plantean todas estas cuestiones. El lenguaje de lo cotidiano construye una escena triste y desoladora desde la que solo es posible contemplar el transcurso de la vida.

“El silencio nunca es tan grande como cuando alguien lo rompe”

Me encanta la poesía. Seguro que ya lo sabéis. Pero es que me encanta.

Descubrir a un nuevo autor o autora que me sorprende, me encanta. Me gustar sumergirme en el alma del poeta. Bucear en su mente, empaparme de sus sentimientos. A veces me hace sentir menos sola, más acompañada, más comprendida.

Pilar Adón reflexiona sobre las órdenes que una mujer está obligada a seguir como madre y como hija. Las consecuencias de ser mujer. Porque sí, ser mujer es un privilegio pero también una responsabilidad. Llena de cargas, de presiones.

Admiro mucho este tipo de literatura. No solo por lo que implica transmitir en un poema, ser capaz de plasmar en pocos versos lo que sientes. Si no que además lo haces hablando de temas que todavía siguen siendo temas tabú.

Ojalá seguir descubriendo autoras así.