La cinta roja

Ella es una adolescente judía que acaba de ser encerrada en el campo de concentración Auschwitz-Birkenau, al que ella se refiere siempre como Birchwood. Ella fue detenida en la calle sin más razón que ser judía y, separada de sus abuelos con los que vivía, fue trasladada al campo de concentración. Allí consigue entrar como modista en el taller de costura que ha organizado la esposa del comandante. Su abuela le enseñó a coser y tiene mucho arte para hacerlo; antes de entrar al campo soñaba con, unos años más tarde, poner su propia tienda de ropa.

En el taller se hará amiga íntima de Rose, una ingenua joven de muy buena familia, que ha sido detenida por las ideas políticas de sus padres.

La novela se basa en un hecho real: efectivamente, en Auschwitz hubo un taller de costura; de alta costura en realidad. Allí, modistas cosían vestidos para las mujeres de los gerifaltes del campo y para las guardianas de más alto rango. Puede parecer una frivolidad que entre tanta miseria, hubiese mujeres que se dedicasen a coser pero, gracias a ello, tenían mejores condiciones de vida que las demás internas y, sobre todo, lograban conservar la vida y no ser envíadas a las cámaras de gas.

Esta época es un filón para novelas de todo tipo. Se dieron tantas situaciones, hay tantos personajes sobre los que poder hablar, tantos países implicados, tantos campos de concentración, tantos horrores…, que es difícil repetirse. En esta novela hay situaciones que ya hemos visto en otras novelas –al fin y al cabo, Auschwitz-Birkenau es el campo más tristemente conocido y del que más se ha hablado- pero también hay circunstancias que la hacen algo diferente. Es frecuente que, entre tanto horror, haya novelistas que han sacado a relucir hechos, actividades, situaciones que, de alguna manera, permiten que la vida siga fluyendo. Puede ser la música, la escritura, la lectura o, como en este caso, la costura. Es como poner algo bonito entre tanto horror.

La novela se asienta sobre su protagonista, una chica de sólo catorce años pero con las ideas muy claras, mucha fuerza de voluntad y mucho carácter. Es difícil doblegar a Ella y, por mucho que esté metida dentro del más horrible de los horrores, ella no se amilana y mantiene su esencia y sus sueños. Quiere sobrevivir y hará todo lo que pueda para ello. Pero es una adolescente y esto se refleja en la forma en la que actúa. Por ejemplo, en cómo pone motes de animales a todas las mujeres con las que se relaciona, tanto guardianas como sus propias compañeras. En ella hay una cierta evolución: a medida que va avanzando la novela se va abriendo a los otros, siendo cada vez más generosa. La artífice de ello es Rose, que se convertirá en su amiga íntima. Rose es la bondad y la inocencia hechas persona, un ser adorable y lleno de luz que no duda en ayudar a todo el que se le ponga por delante, incluso yendo en contra de sus propios intereses. Gracias a estos dos personajes, tenemos una historia preciosa sobre la amistad; una amistad forjada en las peores circunstancias que dará a ambas amigas la fuerza necesaria para sobreponerse a todas las adversidades.

Aunque no es una novela tan dura como otras del estilo que he leído (la palma se la llevaría “Postales del Este”), teniendo en cuenta dónde se desarrolla es inevitable que haya escenas muy duras. La autora no hace hincapié en las condiciones de vida de los internos ni en las cámaras de gas sino en las trabajadoras del taller de costura que, como he dicho antes, tenían condiciones de vida infinitamente mejor que el resto de internos, pero no por ello las cosas van a ser de color de rosa. Incluso, el contraste entre la frivolidad de la esposa del comandante y algunas guardianas, preocupadas en encontrar telas en el almacén (ese almacén al que se llevaban las cosas que se quitaban a los internos según llegaban al centro) con lo que sabemos que allí estaba pasando, hace que sea todo como absurdo y surrealista. ¿Cómo es posible que unas personas que estaban matando a otras se preocupasen por la caída de una tela o por poner una blonda a un vestido? ¿Cómo podían, tan siquiera, pensar en cosas tan "frívolas" mientras se dedicaban a matar a seres humanos?

Es la propia Ella quien nos cuenta la historia; en primera persona, por supuesto. Lo hace con un estilo apropiado a su edad, casi frivolizando en ocasiones aunque, según avanza la novela, va ganando en seriedad, en dramatismo y en emoción. La novela comienza cuando Ella llega al campo, cuando la guerra estaba muy avanzada y nos cuenta lo que pasó a partir de ahí hasta la liberación de Auschwitz. Pero también nos contará cosas de su vida de antes, de su familia, de cómo fue detenida al salir del colegio… Acabaremos conociéndola bastante bien.

La novela está dividida en seis capítulos de una extensión más bien larga. Llevan por título seis colores: verde, amarillo, rojo, gris, blanco y rosa. En ella se combina adecuadamente la narración con el diálogo, la lectura es amena, sencilla, ágil y entretenida.

Conclusión final

“La cinta roja” es una novela de ficción histórica ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Si bien algunos personajes secundarios son reales, los protagonistas son personajes de ficción. No obstante, el hecho en el que se basa –la existencia de un taller de costura en Auschwitz-Birkenau- es real. A pesar de la dureza del escenario, la autora no carga las tintas y, por ello, aún siendo dura como todas estas historias, la considero adecuada para la mayor parte de los lectores. A mí me ha gustado mucho.