Cloruro de sodio

Me ha encantado esta novela, que es la penúltima de la serie del Departamento Q, cuando termine voy a echar de menos los buenos momentos que me han hecho pasar Carl y Assad.

La novela comienza cuando Marcus Jacobsen le pide al Departamento Q que investigue un caso bastante antiguo, más concretamente de 1988, en el cuál él participó en la investigación, supuestamente un accidente, hubo una explosión en un taller de coches, en las cuales murieron varias personas y en el cuál también murió un niño, la madre de éste se acaba de suicidar al cumplir 60 años, pero al repasar el informe se percatan de que en la escena del crimen había un montoncito de sal de mesa.

Carl y su equipo comienzan a investigar y van saliendo varios casos más que tienen como firma el montoncito de sal, pero que han pasado como accidentes o suicidios pero no lo tienen nada fácil, ya que estamos en la época del covid y hay medidas restrictivas y eso no facilita su tarea.

Pronto comienzan a seguirle la pista a un asesino en serie, despiadado y cruel....y sus vidas correrán serio peligro....

Por otra parte, por la parte personal nos enteraremos de que están investigando a Carl Mork con respecto al caso de la pistola de clavos, del cual ya supimos en su primera novela, las cosas se le van a poner bastante difíciles a Carl por ese motivo....

Me ha gustado mucho esta novela, tiene un inicio brutal, luego el comienzo de la investigación es bastante pausado, aunque el ritmo se acelera según avanza la investigación, aunque he descubierto quienes eran los asesinos al 60% del libro, no sabía cuales eran sus motivaciones, pero no me ha desmerecido el libro, ya que estaba pendiente de saber si lograban salvar a Maurits y a Gordon me parece que el autor ha entrelazado de maravilla la investigación con la trama personal de Carl, veremos si logra salir del atolladero en el próximo libro, les he cogido mucha mania a Hardy por cómo trata a Carl después de todo lo que éste ha hecho por él y sobre todo a Marcus, por no confiar en Carl y dejarle de lado...

Una mujer se suicida el día que cumple sesenta años. Su muerte provoca la reapertura de un viejo caso en el que la mujer fue víctima. En 1988 un taller mecánico voló por los aires. Los trabajadores murieron pero no sólo ellos: una mujer había dejado su coche a reparar y volvía a por él. En una sillita de paseo llevaba a su hijo pequeño, el cual resultó muerto por la explosión. El jefe de la policía y del Departamento Q, Marcus, fue uno de los policías que investigó el caso y no ha podido olvidarlo. Siempre hay casos no cerrados que quedan en la memoria de los policías y a los que vuelven de forma reiterada.

Marcus encarga al Departamento Q la investigación de la citada explosión. Quizás ahora, treinta años después, puedan encontrar una pista. Y, sí, la encuentran: un pequeño montoncito de sal común delante del taller. Lo más raro es que no es el único caso a través de los años en el que ha aparecido sal. Carl Morck, Assad y los otros dos miembros del Departamento Q se dan cuenta de que hay un asesino o grupo de asesinos que llevan más de treinta años matando.

El Departamento Q es la sección de la policía que se encarga de investigar casos antiguos. Casos que acumulan polvo desde hace años, a veces décadas. No es la sección más querida de la policía y sus miembros no son los más apreciados pero la verdad es que la tasa de casos resueltos por parte de Carl y sus acólitos es importante. Esta novela, “Cloruro de sodio”, es la novena de la serie. A mí es una serie que me encanta y que sigo desde el principio. Me gustan mucho los casos que investigan, anclados en el pasado, pero sobre todo me gusta por sus personajes, especialmente dos de ellos: Carl Morck y Assad. Los primeros en llegar y los que más juego dieron, sobre todo Assad. Un personaje muy misterioso al principio: el autor nos tuvo varias novelas deseando saber quién era realmente y qué le había pasado en su país. Quizás por eso, quizás por lo salado que es con su idioma confuso a veces, es mi personaje favorito. Aunque Carl, el aguerrido y rebelde Carl, no le va a la zaga.

Es esta una serie en la que los personajes tienen bastante importancia por lo que es recomendable leerla en orden. Incluso aunque seáis como yo que de una entrega a otra no me acuerdo de casi nada, hay datos que no se olvidan y los personajes de este departamento de verdad que tienen mucho interés. En este caso, las cuestiones personales de Assad quedan un poco al margen (aunque hay referencias) y la vida personal de Carl sube a la palestra. Para su desgracia porque lo va a pasar francamente mal.

Me gustan las novelas negras en las cuales los casos del presente hunden sus raíces en el pasado. Quizás por eso me gusta tanto esta serie en la que todas sus entregas, por motivos obvios, son así. En este caso tenemos una trama muy compleja que va a dar auténticos quebraderos de cabeza a nuestros protagonistas. Son muchos años y muy pocas pistas pero, no sé aún bien cómo, acaban encontrando un hilo finísimo del que tirar.

En este caso como contexto de fondo tenemos el coronavirus con cuyas consecuencias los chicos del Departamento Q han de lidiar. Ya son varias las novelas que leo ambientadas en los últimos años en los que el virus deja sentir su presencia, no como leitmotiv de la trama pero sí como circunstancia que contribuye a dibujar el escenario temporal.

Como siempre, la novela es sumamente entretenida y avanza a buen ritmo. La trama se hace cada vez más compleja pero acabamos atisbando una pequeña ventana por la que se ve la luz y a partir de ahí todo se acelera convirtiendo el final de la novela en un auténtico thriller. También como siempre, aunque es una novela oscura y negra con contenido de crítica social, no puede faltar el humor cínico y sutil que caracteriza esta serie.

Conclusión final

Una vez más, el Departamento Q me ha conquistado. Una novela y una serie completa que recomiendo siempre que puedo. Ya sé que nueve novelas pueden asustar pero os aseguro que no os arrepentiréis si decidís darle una oportunidad. Y aunque los casos son autoconclusivos y podría leerse esta novela sin leer las anteriores, yo aconsejaría leerlas todas, en orden, para conocer unos personajes que se van a quedar con vosotros.
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Hace unos años descubrí por casualidad esta serie y, tras conocer a sus personajes, que son ya casi como de mi familia, me hice adicta a ella. Por eso cada vez que Jussi Adler-Olsen publica novela, se forma un buen jolgorio en casa, aunque eso suponga que ya faltan menos títulos para completar la serie. Hoy os traigo mis impresiones sobre Cloruro de sodio, el noveno y penúltimo libro del Departamento Q, con el que su autor me ha conquistado una vez más. Un thriller policíaco que mantiene la tensión en todo momento, hasta la última página.
Hago un breve inciso para comentaros que, aunque cada libro que compone la serie es autoconclusivo y se puede leer de manera independiente, os recomiendo que lo hagáis en orden de publicación para no perderos matices y la evolución de sus personajes a lo largo de todos los años que llevan trabajando juntos en esta sección de la policía de Homicidios, creada por el gobierno danés para reabrir casos que fueron archivados sin resolver.
Todo comienza con un prólogo cuyos sucesos ocurren en Copenhague, en 1982, y cuyo significado el lector no descubrirá hasta el final. Un rayo ha alcanzado a un grupo de personas, dejando seis cadáveres y una séptima víctima con un halo de vida. Inmediatamente saltamos a finales de 2020, cuando Marcus Jacobsen, el jefe del Departamento de Homicidios, le pide al equipo de Departamento Q, la división más anárquica del cuerpo policial que está compuesta por un reducido grupo de cuatro personas y dirigida por Carl Morck, que vuelvan a revisar las circunstancias de un caso ocurrido hace treinta y dos años. Una mujer y su hijo de tres años se acercaron al taller para recoger su coche cuando el edificio entero reventó. Murieron todos los mecánicos y el pequeño. La madre nunca pudo sobreponerse a esta pérdida y el día de su sesenta cumpleaños, se quita la vida. Tras las primeras pesquisas, descubrirán un detalle que lo podría vincular con otros casos cuyas circunstancias hicieron pensar que se trató de accidentes o suicidios.
Con esta prometedora premisa da comienzo la novena entrega de Departamento Q, una serie en la que el trasfondo privado de sus personajes, así como sus problemas y conflictos personales, son parte fundamental de la trama. En este nuevo título Carl Morck se encuentra en la mejor época de su vida, es completamente feliz, pero todo se acaba complicando para él con la aparición de nuevas evidencias en el caso de la pistola de clavos en el que estuvo implicado. Uno de sus compañeros perdió la vida y el otro quedó tetrapléjico. Assad, este inmigrante sirio que me conquistó en la primera novela, está muy afectado por su nueva dinámica familiar y aunque lo he notado más apagado de lo habitual, continúa haciendo un café horrible y proverbios sobre camellos más malos todavía. Todo ello bajo el contexto de las restricciones por el coronavirus, lo que contribuye a darle autenticidad a la historia.
De la mano de un narrador omnisciente, que es el encargado de impulsar la historia, el lector se dejará conducir por los diferentes escenarios y puntos de vista de sus protagonistas. Con su habitual estilo fluido a golpe de capítulos breves, que nos apremia a leer sin demora en un intento de mantener la tensión y el suspense en todo momento, su autor ha superado una vez más mis expectativas con una trama extremadamente compleja y retorcida a la que le añade, como viene siendo habitual en todas sus novelas, una buena dosis de crítica social y sutiles pinceladas de humor para restar dramatismo. Los hilos de las distintas subtramas no están forzados y se irán tejiendo entre sí con total naturalidad.
Sintetizando: Cloruro de sodio es un thriller policíaco de ritmo intenso y tensión perfectamente dosificada. A pesar de ser la novena entrega, no es esencial haber leído las anteriores porque el caso policial es autoconclusivo, aunque os recomiendo que leáis en orden la serie para conocer los antecedentes de los dramas que han ido perfilando las vidas de sus personajes, que son el pilar fundamental. Una historia que acelerará tu pulso en su resolución final, a pesar de que se veía venir, y que recomiendo a los aficionados a este género literario en general y a los seguidores de esta serie en particular.

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“Eras más gracioso cuando eras un gilipollas viejo y amargado que ahora, que eres un gilipollas santurrón, viejo y amargado. Pero, bueno, si vas a endosarme la búsqueda de sal en casos antiguos mientras Assad se dedica a resolver los que tenemos sobre la mesa, eso haré” ~ Cloruro de sodio de Jussi Adler-Olsen.

Cloruro sódico es el noveno libro de la saga del Departamento Q que yo me he leído sin leer nada más que la primera entrega porque sí, porque yo lo valgo. ¿Me he perdido algo? No os sabría decir pero creo que no porque lo bueno que tiene esta historia es que es investigación de principio a fin. ¡Adiós, culebrón entre investigadores! Así que, como os podéis imaginar, me lo he pasado pipa.

Eso sí, reconozco que el comienzo se me hizo un poco enredoso pero porque no tenía controlado a los miembros del equipo de investigación y porque son muchas víctimas que van saliendo al principio. Pero en cuanto pillé el punto, fue un no parar.

Conclusión: uno de esos libros entretenidos, pasa páginas y que no le sobra nada porque todo es investigación y ya.

¡Ah, que no he dicho de qué va la historia! El departamento Q que se dedica a investigar casos sin resolver, retoma una explosión en un garaje sucedido hace años. Poco a poco se dan cuenta de que este suceso tiene algo en común con otros: la aparición de un montón de sal de mesa en la escena del crimen. Y, lo peor, los crímenes en los que aparece un montón de sal siguen sucediendo. Objetivo: bucear en el pasado para poder capturar al culpable.

Cloruro de sodio es el noveno y penúltimo libro del Departamento Q. Todos los libros son autoconclusivos y se pueden leer de forma independiente aunque recomiendo seguir el orden de lectura de esta serie y así conocer la evolución de los personajes. Dicho esto, esta novela comprende una 𝒕𝒓𝒂𝒎𝒂 𝒓á𝒑𝒊𝒅𝒂 𝒚 𝒆𝒇𝒊𝒄𝒂𝒛 que utiliza un narrador omnisciente para relatar un antiguo caso de 1988 en el que todo parecía indicar que se trataba de un accidente pero un pequeño detalle anotado de manara habilidosa tiempo atrás muestra que ha sido provocado. Una señal de sal, de sal de mesa no de sal para la nieve, había sido dispuesta en el suelo. Pero, ¿hubo otros casos relacionados con la sal? ¿Estarían relacionados?

Esta pequeña observación, hace que se reabra el caso y se consiga examinar las numerosas fotos relacionadas. Pero lo más curioso, es que la investigación se complica porque hay coincidencias con otros sucesos.

Los detalles se van revelando en un entramado criminal en el que un sagaz psicópata había matado treinta años atrás. Cuando una mujer se suicida el día de su cumpleaños se inicia la reapertura del caso que en ningún momento será fácil para los investigadores del Departamento Q.

Por último, me queda por contar que el ritmo de esta novela es alto con una combinación de capítulos cortos que alternan varios personajes, entre ellos: Carl Mørck, Assad y Rose. Antes comenté que estos libros se pueden leer de manera independiente aunque recomiendo leerlos en orden para no perder la evolución de los protagonistas del Departamento Q; que aviso que son personajes con claroscuros y llenos de contrastes. del final, decir que es sorprendente e inespetado, motivo más que evidente para leer estos libros.
𝑴𝒊𝒔 𝒊𝒎𝒑𝒓𝒆𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔: Tal como sospechaba 𝒎𝒊 𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒆𝒏𝒄𝒂𝒋𝒂𝒓 𝒍𝒂𝒔 𝒅𝒊𝒇𝒆𝒓𝒆𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒑𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔 𝒆𝒏 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒔𝒐𝒍𝒖𝒄𝒊ó𝒏. ¿No os suele pasar a vosotros? Intento ponerme en el lado del investigador, otras veces en el lado del asesino, pero aún así soy incapaz de discernir los motivos por los cuales se producen estos asesinatos. Solo me queda seguiré intentándolo.

Está claro que esta serie es 𝒊𝒅𝒆𝒂𝒍 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒍𝒐𝒔 𝒂𝒎𝒂𝒏𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒈é𝒏𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒆𝒈𝒓𝒐 𝒏ó𝒓𝒅𝒊𝒄𝒐.


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