El combustible del miedo es la ignorancia -acostumbraba decir la madre Gundring. La muerte del miedo es el conocimiento
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El combustible del miedo es la ignorancia -acostumbraba decir la madre Gundring. La muerte del miedo es el conocimiento
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Si la vida me ha enseñado algo es que no existen los villanos. Solo hay personas, haciendo lo mejor que pueden.
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Es lo que tienen los acontecimientos, que nunca fluyen del todo por los canales que se labran para ellos.
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El combustible del miedo es la ignorancia. La muerte del miedo es el conocimiento.
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Y entonces Yarvi comprendió que la Muerte no hacía una reverencia ante cada persona que pasaba junto a ella, no alargaba un brazo con respeto para indicar el camino, no decía palabras profundas, no abría cerrojo alguno. La llave que llevaba al cuello nunca era necesaria, pues la Última Puerta nunca se cerraba. La Muerte hacía pasar al rebaño con impaciencia, sin importarle categoría, fama ni cualidades. Frente a la Última Puerta siempre había una cola que nunca menguaba, una procesión ciega e inagotable.
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El necio ataca. El sabio sonríe, y observa, y aprende. Y luego ataca.
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Yarvi posó de nuevo la mirada en el apuesto cadáver de su hermano, sorprendido por la calma con que su madre era capaz de urdir planes al lado de su marido y su hijo muertos. —¿No lloras por ellos? De pronto un espasmo crispó el rostro de Laithlin, ajó su esmerada belleza, le apretó los labios, le arrugó el entrecejo e hizo sobresalir los tendones de su cuello. Durante un momento horrible, Yarvi no supo si iba a pegarle o a echarse a llorar a lágrima viva, y tampoco sabía cuál de las opciones le daba más miedo. Entonces Laithlin tomo una temblorosa bocanada de aire, devolvió un mechón suelo de su cabello dorado a su sitio y recobró la compostura. —Por lo menos uno de nosotros debe ser un hombre. Y con ese regalo digno de reyes, dio media vuelta y salió de la cámara con la frente bien alta. Yarvi cerró los puños. O más bien cerró uno y apretó el pulgar izquierdo contra el muñón torcido de su único dedo. —Gracias por los ánimos, madre. |
—¿Qué os trae a vosotros cinco a Vansterladn? —Somos viajeros —respondió Yarvi, viendo como un guerrero zarandeaba su fardo para vaciar su exiguo contenido—. De camino a Vulsgard. El arquero enarcó las cejas mirando la pira. —¿Viajeros que queman cadáveres? —¿Adónde ha ido a parar el mundo si un hombre honrado ya no puede ni quedar cadáveres sin que sospechen de él? —dijo Nada |
-Cuando estás en el infierno-respondió Yarvi en voz baja- solo un demonio puede señalarte por dónde se sale.
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Puede que hagan falta dos manos para luchar contra alguien, pero con una sobra para apuñalarle por la espalda.
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¿Qué criaturas mágicas podemos encontrar en Gringotts, el banco de magos?