¡Infeliz de mi - dice uno-, porque tal cosa me aconteció! No, al contrario: Dichoso yo, porque habiéndome ocurrrido esto, continúo sin pena alguna, ni quebrantado por lo presente ni amedentrado por lo venidero.
|
¡Infeliz de mi - dice uno-, porque tal cosa me aconteció! No, al contrario: Dichoso yo, porque habiéndome ocurrrido esto, continúo sin pena alguna, ni quebrantado por lo presente ni amedentrado por lo venidero.
|
¡Ultrájate, ultrájate a ti misma, alma mía! Y no encontrarás luego la ocasión de adquirirte el honor que a ti misma debes. Breve es la vida de todos. La tuya se te pasó casi toda, y no te aprecias cuando, por el contrario, mides tu felicidad por lo que acontece en las almas ajenas.
|
✒Recuerda también que cada uno vive solo el presente, un instante fugaz: el resto o ya se ha vivido o es incierto. Nuestra vida es insignificante, e insignificante también el cubículo donde vivimos. ✒Dentro de poco ya no serás nada, ni existirá nada de cuanto ahora ves, ni nadie de quienes ahora viven. Pues por naturaleza todo se transforma y muta y se destruye para que otras cosas surjan a continuación. |
Aunque debieras vivir tres mil años y aun diez veces otros tantos, acuérdate siempre que no se pierde otra vida que la que se vive y que sólo se vive la que se pierde. Así, la más larga vida y la más corta vienen a reducirse a lo mismo. El momento presente que se vive es igual para todos; el que se pierde, lo es también, y este que se pierde llega a parecernos indivisible. Y es que no se pierde el pasado ni el futuro; pues lo que no poseemos, ¿cómo podría arrebatársenos?
|
Instrúyelos o sopórtalos.
|
Si no conviene, no lo hagas; si no es verdad, no lo digas. Sé dueño de tus inclinaciones.
|
Al levantarte hoy, piensa que a lo largo del día te encontrarás con algún mentiroso, con algún ladrón, con algún adúltero, con algún asesino. Y recuerda que has de tratarles como a hombres, porque son tan humanos como tú y por tanto te resultan tan imprescindibles como la mandíbula inferior lo es para la superior.
|
Son considerados los padres de la filosofía occidental: