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ISBN : 8467272236
272 páginas
Editorial: Círculo De Lectores (01/03/2018)

Calificación promedio : 3.5/5 (sobre 2 calificaciones)
Resumen:
Clara acepta acompañar a un anciano en su último viaje a través del oeste americano. Liz huye de la guerra en Europa y llega a una América todavía virgen y violenta. Magia, exploradores, hipnosis, indios, lingotes de oro, naufragios... Una aventura emocionante e inolvidable que figuró entre las finalistas del Premio Círculo de Lectores de Novela 2017.

La idea le parece una locura: ¿viajar hasta San Francisco solo para acompañar a un anciano desde allí... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (2) Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 06 June 2018
La lectura de Templados por el sol, mecidos por el viento ha sido una muy grata sorpresa. Por muy buenas expectativas que tengas, nunca sabes realmente lo que te vas a encontrar cuando no tienes referencias sobre un autor o un libro en concreto, y esta historia ha superado con creces lo ya de por sí bueno que esperaba de ella. Marta Currás autopublicó su libro en 2015, aunque más tarde lo presentó al Premio Círculo de Lectores, que como ya sabéis se celebra cada año. Quedó finalista pero, a pesar de no ganar, gustó tanto a la editorial que lo han publicado igualmente, y esta edición es la que hoy os traigo.

Clara, una traductora gallega que también es auxiliar de clínica y se dedica a cuidar ancianos, atraviesa por una fuerte crisis con su novio. Además lleva meses sin trabajo, así que cuando su amiga Paula, que vive en San Francisco, le ofrece un trabajo de varias semanas al otro lado del charco con un buen sueldo y a gastos pagados, decide hacer las maletas y coger un avión. Ese trabajo consiste en acompañar al nonagenario Duncan Sutter en su viaje a la residencia de ancianos de California donde va a ingresarlo su sobrina, solo que Sutter ha decidido no dirigirse directamente hacia la residencia y dar un rodeo para visitar el Gran Cañón de Colorado. Dado su precario estado de salud, necesita a su lado a alguien que cuide de él, papel que va a desempeñar Clara. En ese viaje les acompaña Raj, el chófer hindú del anciano, y Mike, un profesor de Literatura que conocen durante el trayecto y que va recorriendo Estados Unidos haciendo autostop y sin un destino fijo. Estas son las cuatro personas de carne y hueso que ocupan un asiento en el sedán de color negro... pero otros dos personajes les acompañan, dos personajes inmateriales que, sin embargo, son la razón de ser que impulsan este viaje: uno es Edward, amigo mental inseparable de Sutter y con el que mantiene largas conversaciones; el otro es Liz, la narradora de un viejo cuaderno que Sutter le da a Clara para que lo vaya leyendo durante el viaje.

Este es el planteamiento general de la historia. No os digo nada que no resulte evidente por sí mismo si os digo que estamos ante un road trip por el oeste americano. Tampoco parece nada novedoso si os digo que narra dos historias, una ambientada en el pasado y otra en el presente que acaban entrelazándose, porque hay novelas a porrillo con esta estructura... así que lo complicado viene ahora, porque no sé si voy a saber explicaros qué es lo que hace diferente a esta novela.

Esta historia es un canto de amor al concepto de viajar como impulsor de una evolución personal que nos permita seguir avanzando hacia nuestro destino, al hecho de que mientras recorremos kilómetros sobre ruedas, avanzamos los mismos kilómetros en nuestro interior; crecemos, absorbemos, nos adaptamos, nos metamorfoseamos en una actualización del yo que éramos antes de ponernos en marcha para emprender el viaje. Y en la narración somos testigos de muchos viajes físicos en busca de destinos interiores muy diferentes, porque cada personaje que aparece en sus páginas realiza una travesía completamente distinta.

Duncan Sutter viaja para despedirse del que fue el amor de su vida y para cumplir una petición; Clara viaja para dejar atrás precisamente al que ha sido su pareja y volver a encontrarse a sí misma; Mike viaja porque ha vivido demasiados años encerrado y asfixiado en una rutina que no le correspondía; Liz viajó en 1940 para huir de la muerte y murió para volver a renacer y encontrar su lugar en el mundo; y finalmente está Edward, que viajó y viajó durante años y años dejando a su familia atrás y cimentando su pertenencia a otra familia mucho más grande, la nativa norteamericana. Marta Currás narra una historia de ficción en la que echa mano de personajes y sucesos reales (algunos de los cuales yo desconocía y ya sabéis que me apasiona averiguar este tipo de cosas) para dar cuerpo a unos viajes que son huidas y destinos al mismo tiempo, de esos viajes inolvidables que sabes cómo comienzan pero nunca cómo terminan y lo que irás atesorando durante el camino. Y aunque en este párrafo puede parecer que hay algún spoiler imperdonable, creedme, no todo es lo que parece.

La novela es en sí misma, entre otras muchas cosas, un homenaje a Edward Sheriff Curtis, fotógrafo y etnólogo estadounidense de finales del siglo XIX y principios del XX, que dedicó dos décadas de su vida, desplazándose como podía, buscando financiación donde le dejaban, a describir y fotografiar a todas las tribus de nativos americanos que habitaban en el territorio de Norteamérica. Es un homenaje a esos mismos nativos americanos que fueron expulsados de las tierras en las que vivían desde hacía cientos de años, arrinconados en superficies exiguas y recluidos por el hombre blanco como si estuvieran en guetos. Es un homenaje a los millones de niños que tuvieron que abandonar sus hogares durante la Segunda Guerra Mundial, completamente solos, con muertes de seres queridos en el corazón y la incertidumbre en el alma de no saber lo que les esperaba en la llamada tierra de los sueños.

Marta escribe muy bien, sin impostaciones ni florituras, de esa manera sencilla y cercana que no resulta fácil, y la verdad es que da gusto leerla. Durante toda la novela se palpa que le apasiona la historia y el trabajo de Edward Curtis y que bien podría ser ese el leitmotiv de la historia, pero acertadamente la implementa (en su mayor parte) en la narración del presente para contrarrestar y compensar la narración del pasado y la historia de Liz y su cuaderno. Ya sabéis que en este tipo de estructuras siempre suele pesar e interesar más la narración del pasado (al menos en mi caso, y no creo ser la única), y al traerse en cierto modo a Curtis al presente nivela muy inteligentemente las dos partes.

Si algo me ha llamado poderosamente la atención es la fuerza descriptiva y narrativa que la autora tiene en lo que se refiere a la descripción de paisajes y entornos naturales, y se puede usar el libro sin problema alguno como guía turística para viajar desde San Francisco hasta el Gran Cañón. Se nota, sin lugar a dudas, que lo que describe son sus propias impresiones al visitar esos lugares, pero es que además tiene una facilidad pasmosa para transmitirlo, para radiografiar la belleza de lo que han visto sus ojos usando las palabras... sus sensaciones, sus impresiones, traspasan el papel. Si sois como yo, que nunca me había llamado la atención el Gran Cañón en plan visita turística, os aseguro que acabaréis con una visión completamente distinta de la garganta natural más famosa del mundo.

Templados por el sol, mecidos por el viento, adaptación de las palabras de Jerónimo (que ni era jefe ni se llamaba Jerónimo, por cierto), es un título precioso para un viaje muy especial donde todo al final encaja y a lo largo del cual queda claro que el destino nos maneja unas veces, y en otras no nos deja margen de actuación. Además, para mí ha sido un placer descubrir a Edward Curtis, quien hizo más de 125 viajes para visitar y retratar a más de 80 tribus indias y cuyas 40.000 fotos componen los nada menos que 20 volúmenes de su enciclopedia sobre los nativos norteamericanos. Curtis fue uno de esos personajes fascinantes de leyenda, de esos aventureros en el más arraigado sentido de la palabra, que forman parte del concepto de vida de una época muy determinada y que ya jamás podrán volver a existir.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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YoleoNovela
 29 January 2019
Valoración literaria
Marta Currás autopublicó Templados por el sol, mecidos por el viento en el año 2015, obteniendo una gran acogida entre los lectores. Tiempo después decide presentarse al "Premio Círculo de Lectores" quedando entre las novelas finalistas. Aunque no ganó, Círculo de Lectores decide publicar el libro bajo su sello editorial.
Esta novela considerada un road trip por el oeste americano es narrada de manera extraordinariamente combinado dos historias principales.
Una de las historias narra el viaje de Clara Philips desde España a San Francisco para cuidar de Ducan Sutter, un nonagenario que decide realizar un último viaje por El Gran Cañón del Colorado, antes de ingresar en un asilo de ancianos. Viajaremos con Clara y Duncan recorriendo los paisajes de colores terrosos de las montañas y las dunas, los acantilados y las gargantas y seremos testigos de un profundo viaje interior. Además la descripción de los paisajes y pueblos americanos hacen de la novela una auténtica crónica de viajes.
La segunda historia es contada en primera persona por Liz Philips, una mujer inglesa que tras su periplo personal llega a América en busca de Duncan Sutter en tiempos de la II Guerra Mundial. Allí conocerá de manera fortuita las cartas de la esposa del fotógrafo Edward S. Curtis.
Aunque no es novedosa esta estructura narrativa, Marta sabe conjugar ambas de manera solvente, haciendo única la novela sobre todo por el tema principal de la misma.
El libro es, por otra parte, un homenaje a Edward Sheriff Curtis, “El explorador”, el fotógrafo de los indios de Estados Unidos y etnólogo autodidacta estadounidense de finales del siglo XIX y principios del XX, que dedicó toda su vida a estudiar y fotografiar a todas las tribus de nativos americanos.
Si leemos con suma atención podremos descubrir un tema de fondo mucho más profundo, pues los personajes van a experimentar un viaje interior evolucionando hacia su inevitable destino.
La prosa de la autora es sencilla y sin adornos. La lectura se hace agradable y fluida. Se agradece la buena documentación histórica y las descripciones de los paisajes, pareciendo por momentos que estábamos ante una experta guía turística.
Marta ha conseguido que empaticemos con Duncan Sutter, el anciano que desea viajar con sus recuerdos por última vez antes de ingresar en una residencia de ancianos.
Esta novela es imprescindible para los lectores amantes de los libros de aventuras.

Opinión personal
No solo no hemos disfrutado de un rato de buena lectura sino que hemos aprendido sobre una parte de la historia de Estados Unidos.
También agradecemos que se haya tratado el factor emocional basado en el destino de nuestras vidas.
Sobre todo hemos disfrutado muchísimo de la rica ambientación y nos hemos deleitado con los escenarios del Gran Cañón del Colorado.
Se nos han hecho cortas las 275 páginas de trayecto recorridas desde San Francisco a Los Ángeles. La atmósfera creada y los tiempos elegidos alternando presente y pasado han sido un acierto para recordar y homenajear a personajes célebres de la historia así como los pueblos de los nativos americanos.
El título de la novela ha sido un acierto total que nos llamó la atención desde el principio. Aquí dejamos un fragmento de las palabras del antiguo poema del jefe indio Jerónimo:
"Yo fui templado por el sol, mecido por el viento y protegido por los árboles como cualquier otro bebé indio. Puedo ir a cualquier lugar y sentirme bien allí".
En Yo leo Novela recomendamos la lectura de Templados por el sol, mecidos por el viento por ser un libro de aventuras, de historia y de recuerdos.
Enlace: http://yoleonovela.blogspot...
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Citas y frases (2) Añadir cita
Inquilinas_NetherfieldInquilinas_Netherfield05 June 2018
¿Qué es la vida? Es el destello de una luciérnaga en la noche; es el aliento de un búfalo en invierno; es la pequeña sombra que atraviesa la hierba y se pierde en la puesta de sol.
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Inquilinas_NetherfieldInquilinas_Netherfield04 June 2018
Desde mi punto de vista, el Gran Cañón del Colorado es la prueba irrefutable de que el destino está escrito, de que nada en la historia sucede por pura casualidad.
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