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Es curioso como dentro de una saga de fantasía, el único libro (de los que he leído) que carece de los elementos habituales de este tipo de literatura haya sido el que más me ha gustado. En Tehanu no hay grandes viajes por las uslas de Terramar, ni aventuras, y la magia brilla por su ausencia, y sin embargo la trama engancha al profundizar realmente en los personajes que ya conocíamos de las obras anteriores, mostrando facetas desconocidas de Tenar y Ged, que dejan atrás sus respectivos papeles de sacerdotisa y de poderoso mago para aparecer como meros humanos. La trama se centra principalmente en la pequeña Therru, una niña que fue terriblemente maltratada por su familia, y que se convierte en la pupila de Tenar; así como en la búsqueda de un nuevo archimago (aunque esta trama, así como la del nuevo rey de Terramar, es bastante secundaria). No quiero dar demasiados detalles, pero me ha encantado como se desarrollan las personalidades de Ged y Tenar, más maniqueístas en los anteriores libros. Se nota mucho la distancia en el tiempo entre la publicación de la anterior novela de la saga y Tehanu (18 años entre una y otra), con una perspectiva mucho más madura, y ofreciendo unos tintes feministas a la historia que contribuyen a dar una perspectiva diferente de la que se tenían en las anteriores obras sobre el funcionamiento de Terramar. Es cierto que parece un libro de transición, pero ojalá todos los libros de transición en las sagas de fantasía tuvieran este nivel de calidad. |
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