Sobre la libertad

Hace tiempo que quería leer más libros de filosofía y ensayo, pero bueno, los días solo tienen veinticuatro horas. En este ensayo, Stuart Mill elabora una apasionada defensa del individualismo y la libertad como motores del progreso humano, y se opone a la intervención estatal-y de la sociedad-sobre los individuos. Una parte importante del ensayo abarca este análisis en relación al cristianismo, pero sus conclusiones se pueden aplicar a cualquier religión.
Uno puede decir que los temas tratados ya están resueltos, en pleno siglo XXI: ya nadie pone en duda el derecho a la libertad de expresión. Pero apenas analizamos en detalle el contexto actual del mundo vemos que no es tan así. No solo por la existencia de Estados que censuran y coartan las libertades de sus ciudadanos (Rusia, China, Corea del Norte, Siria, solo por mencionar algunos), sino porque la tiranía de la mayoría que Mill denuncia parece imponerse también en los países democráticas, a través de la llamada "cultura de la cancelación". Ésta propone censurar e impedirle expresarse a cualquier persona que manifieste determinadas opiniones juzgadas inaceptables (homofobia, transfobia, machismo, etc). Mill sostiene que incluso si una persona manifiesta opiniones repugnantes para la mayoría, hay que permitirle expresarlas, no solo porque es su derecho inalienable, sino porque el debate enriquece a la humanidad. Si suprimimos todas las voces disidentes, aunque lo hagamos con buenas intenciones, las futuras generaciones no aceptarán los valores dominantes porque crean en ellos, sino pasivamente, como algo heredado.
Si alguien cree que esto es un planteo teórico, conviene recordar solo por citar un ejemplo muy reciente, que la Junta Escolar del condado de McMinn, en el sureño Estado de Tennessee, en USA, ha acordado por unanimidad sacar Maus, novela gráfica sobre el Holocausto de Art Spiegelman, de la lista de lecturas para los estudiantes. El cómic, que ganó un Pulitzer, fue censurado porque contenía ocho malas palabras. Ocho. Esas meras ocho palabras justificaron para diez personas censurar una obra ganadora del Premio Pulitzer, que además es una de las mejoras obras para enseñar a estudiantes sobre el horror del Holocausto. Es decir, esas diez personas, en pleno 2022, se consideraron con derecho a decidir qué pueden leer y no leer otras personas, y además, que los estudiantes son unos estúpidos incapaces de sacar sus propias conclusiones. En una época donde se puede acceder a cualquier contenido brutal en Youtube, sigue habiendo personas que creen que su misión en el mundo es eliminar obras artísticas que encuentran ofensivas por cualquier motivo, para así "enderezar" el mundo.