Dos fuertes razones me ha llevado a leer la primera novela de la periodista
Susana Rodríguez Lezaun,
Sin retorno, publicada por DeBolsillo. La primera, los cuatro Caminos de Santiago que he realizado; que en la trama de una novela se mezcle el Camino ya es para mí algo que atrae mi atracción lectora; la segunda, que como escritor aficionado que soy tengo en una cajón olvidado y supongo que lleno de polvo el inicio de una novela en la que se sucedían una serie de asesinatos en el Camino de Santiago; está claro que tenía que leer la novela para visualizar lo que la escritora había creado a partir de esos hechos, aunque mi idea no se centraba en la población de Roncesvalles, era un poco más arriesgada, pues intentaba mantener la intensidad etapa a etapa. Pero dejemos a un lado al abuelo cuenta historias y centrémonos en la novela.
Sin retorno es una novela ideal para el verano por su formato, el de bolsillo maxi que ayuda un poco más que el normal, y por su concepción, la de entretener a los lectores con una trama policial sin muchas complicaciones aderezada con alguna historia de amor de por medio.
Creo que la mejor virtud de la novela es su reflexión sobre el por qué del Camino y el hacia dónde va. No es cuestión de esta reseña meterse más o menos en esa reflexión, os la dejo a vosotros, pero sí apuntar que algunos hablan con la boca chica mientras ponen la mano extendida por detrás (opinión totalmente personal). Ser purista tiene sus pros y sus contras.
Sin retorno dedica muchas páginas a descripciones y explicaciones de lo que un peregrino puede ver cuando inicia su Camino. Debo decir que son muy realistas, pues haciendo más de diez años que estuve en Roncesvalles para iniciar mi primer Camino, Susana Rodríguez ha conseguido que vuelva a vivir lo que viví aquel maravilloso primer día.
Asesinatos a parte, creo que
Sin retorno puede hacer que algunos se echen la mochila a la espalda, cuidado con el peso, e intenten vivir una de esas experiencias inolvidable e irrepetibles.
Por contra, pienso que esas descripciones y explicaciones que sirven para una cosas en algunos momentos cortan un tanto el ritmo de una novela que siendo policial tendría que ser más ligera. Un poco de información está bien, pero demasiado carga un tanto la narración. Veo una descompensación.
No me ha acabado de convencer el inspector Vázquez por algunas reacciones que tiene durante la novela. No me he sentido próximo a él y eso es un punto de insatisfacción para un lector de novela policial. No he querido reflexionar mucho más sobre ello. Me he dejado llevar, pero no me inspiraba ninguna confianza, pero supongo que todo ello es muy subjetivo.
Como podéis ver una novela con luces y sombras, pero en la cuenta final el salo ha sido positivo por ese viaje que he podido realizar a Roncesvalles sin salir de casa.
Apuntar que
Susana Rodríguez Lezaun ya tiene acabada la segunda parte de la novela y a punto de iniciar la tercera.
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