Obra negra. Contiene prosas para leer

Obra negra es la recopilación de muchos escritos del fundador del Nadaísmo, Gonzalo Arango. El libro está compuesto por obras como La nueva oscuridad, Prosas para leer en la silla eléctrica, Sexo y saxofón, Adiós al Nadaísmo, entre otras. Cada una está dispuesta en orden cronológico y son la muestra de la evolución en los pensamientos que tuvo Arango en su vida. Comenzando por su disruptivo manifiesto nadaísta, lanzado en 1958, pasando por reflexiones profundas sobre Charles Manson, el amor, la guerra, el Frente Nacional, la crítica social, hasta llegar a su Adiós al Nadaísmo, en el cual habla de la necesidad de encontrar un nuevo paradigma, una nueva motivación, pues el Nadaísmo ya había agotado su existencia.

En obra negra se puede conocer a un escritor fuera de lo común, que además de crear un movimiento e inspirar a muchas otras personas para que se unieran a él, representaba una voz disruptiva, que ponía los dedos en las llagas de una sociedad que se escondía en la fe y la certeza de la religión para tildar a todos aquellos que se apartaran del camino como raros y merecedores de desprecio. Pero Gonzalo Arango estaba de acuerdo con ese desprecio, pues era sólo así, desde el otro lado; que podía realizar sus críticas y expresar todo lo que tenía para decirle a la sociedad de su época.

El Nadaísmo fue un movimiento que existió desde 1958 hasta principios de la década de los 70, época en la cual Gonzalo Arango empezó a apartarse de su propio movimiento, y en la que no pudo decidir más sobre él, puesto que encontró la muerte un 25 de septiembre de 1976, en un accidente automovilístico. Sin embargo, en su corta existencia- y aunque otros poetas y escritores del Nadaísmo continuaron escribiendo- el movimiento iniciado por Gonzalo Arango fue el predecesor de una serie de descontentos que empezarían a aparecer a lo largo del mundo en los años subsiguientes. La música rock, la liberación femenina, la tolerancia ante las drogas, el hedonismo, los sentimientos de desesperanza y la crítica profunda a la sociedad y su statu quo; todos estos elementos convirtieron al nadaísmo y a Gonzalo Arango en el primer punk de Colombia, que mediante sus escritos desafiaba a la clase política, a la iglesia y a la sociedad de bien.

Tanto Obra negra como su escritor son el ejemplo de escritos y personajes visionarios que no fueron aprovechados en su época. Las obras de Gonzalo Arango eran rápidamente condenadas y descalificadas por la sociedad, pero aquellos que lo leían encontraban en él la voz de una generación, el descontento de un país que había vivido un “Bogotazo” y ahora veía cómo el Frente Nacional se encargaba de controlar sus vidas, el deseo de unos pocos que buscaban respuestas más allá de los altares y las cruces; y tal vez la decisión de algunos, de convertirse en su propio centro, para buscar así todas las respuestas en su interior. El punk surgió en Inglaterra a comienzos de la década de los 70, pero se puede decir, que antes de que surgiera la música de los 3 acordes y las canciones de 2 minutos; en Colombia ya existía el espíritu punk. Un espíritu que a su manera veía que el nihilismo y el existencialismo necesitaban ser aterrizados a algo más propio, algo que identificara a los jóvenes que habían experimentado las posguerras y veían cómo su mundo y su futuro se reducía cada vez más a una nueva amenaza de guerra, al estallido de una bomba nuclear y a una sociedad que dejaba de prometer proyectos a largo plazo y futuros con finales felices.

Fue en esta sociedad que nació el Nadaísmo, una sociedad dominada por dos partidos políticos que se turnaban en el poder, un sistema presidencial que utilizaba el Estado de sitio como normal y no como excepción, una sociedad que veía en la religión su principal fuente de autoridad y salvación. Esta sociedad fue la que ayudó a generar al Nadaísmo. En ella vivió Gonzalo Arango por 45 años intentando buscar la libertad que no le daban las instituciones, intentando hacer de su propia existencia una justificación en sí misma. Vivir sin temor a la muerte, pues a veces, es mejor morir joven y feliz, que viejo y amargado.

Y fue así, a modo de ironía con uno de sus relatos, que Gonzalo Arango se dio cuenta que los muertos no toman té, pues mientras iba en un automóvil, preparando su viaje a Inglaterra, se encontró de frente con un camión en las vías de Gachancipá. Se fue cuando era considerado todavía un ídolo. Cuando sentía que la Colombia que lo convirtió en lo que fue, no lo valoraba. Y ahora 30 años después de su muerte, todavía hay jóvenes como yo, que nos asombramos de su amor por la libertad, de sus ideas llenas de autodeterminación y su profundo amor por la libertad de los demás.
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