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Crítica de Nemon


Nemon
04 June 2019
Esta novela tiene una peculiaridad y es que no es fácil de asimilar a la ligera (en los agradecimientos, la autora exponía que no le fue fácil escribirla, y la verdad es que puedo imaginármelo por lo duro que debió ser documentarse). Nunca digas siempre es muy diferente a todas las novelas que me he leído de la autora. Parte de la premisa del abandono infantil, y por ende, del maltrato físico y psicológico tan impactante que recibe la pareja protagonista de esta historia.
Mallory es una chica con fuertes problemas de autoestima. Tiene arraigado muy hondo el mantra “no hagas ruido”. Ella no habla, raras veces lo hace con ciertas personas. Y en público, apenas es capaz de pronunciar alguna palabra. Es esa experiencia que vivió de pequeña que la ha marcado para siempre. Pero no estaba sola en esa etapa oscura de su vida. Rider era el otro chico con el que vivía en aquella casa llena de monstruos, con el único que hablaba y el que le contaba siempre el mismo cuento, y siempre terminaba llorando por el final tan triste del mismo; era el chico que se interponía frente a ella cuando las cosas iban mal en aquella casa y el que se sacrificaba por ella.
Ahora han pasado cuatro años desde que pasó un suceso traumático que obligó a Mallory a internarse en el hospital una larga temporada. Su vida ha cambiado. Ahora tiene unos padres que la adoptaron y a los que quiere, ha ido a psicólogos y quiere ir a la universidad, algo que jamás se le hubiera pasado por la cabeza. Rosa y Carl son sus salvadores, pero para hacer frente a su vida, para seguir progresando, necesita perder el miedo a hablar en voz alta; necesita valerse por sí misma.
La probabilidad de volver a encontrarse con Rider es muy baja, casi nula. Pero ahí está cuando accede a la clase de expresión oral. Y de hecho, él no puede creerlo que Mallory, su ratón, esté sentada a menos de un metro de distancia. Él se pensaba lo peor de ella después de lo que sucedió en la casa de acogida en la que vivían juntos.
Desde su reencuentro, vemos el crecimiento personal de Mallory; cómo avanza como persona y se enfrenta a diversas situaciones que la ponen a prueba constantemente. La aparición de Rider es un efecto en cadena, rememorando el pasado, y todo lo que ello conlleva, mientras alza la vista al futuro; y su relación con este personaje es una fuerte conexión, tanto física como psicológica.
Si nos centramos en que Mallory es la única que tiene heridas, la única que tiene un pasado tormentoso, somos unos hipócritas, porque Rider parece estar bien, pero muy en el fondo vemos sus costuras descosidas y sus rotos. de caballero andante a mártir. Rider también necesita un profundo cambio para cambiar la concepción de sí mismo, y quizá Mallory consiga ayudarle a hacerlo.
La moraleja es sencilla, pero muy dura. El hecho de que nada es para siempre, que todos continuamos viviendo, y por lo tanto, cambiamos con el tiempo. No nos quedamos estáticos y estancados en un punto de nuestras vidas. Estoy de acuerdo con lo que dice la autora en el apartado de agradecimientos: soy un poco como Mallory; todos somos un trocito de ella en el fondo.
Porque al final, todos queremos que nos quieran y nos hagan sentirnos real.
La verdad es que me encanta la autora, pero me esperaba más de esta novela. En cuanto al final, decir que es de los finales más justos que he leído.
Enlace: https://laobsesiondenaya.blo..
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