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Crítica de Jomarse_23


Jomarse_23
28 May 2020
Difícil hacer una crítica cuando no hay nada que criticar. Esto sucede cuando has leído: La ilustre fregona, Rinconete y Cortadillo y El licenciado Vidriera, de Miguel de Cervantes. Se puede pensar a priori que son pequeños relatos, divertidos y que no van más allá de historias curiosas y amenas, pero la realidad es muy distinta.
Miguel de Cervantes ha conseguido concentrar en poco espacio multitud de "riquezas lectoras". Son tres relatos independientes, pero que guardan muchas similitudes. En La ilustre fregona, conocemos a Diego y Tomás, hijos de caballeros que deciden dedicarse a ser pícaros y por el camino conocen a Constanza, la ilustre fregona, cuya belleza los cautiva. En Rinconete y Cortadillo, tenemos a los típicos pícaros, los cuales, entran a formar parte de la cofradía de ladrones del señor Monopodio y en El licenciado Vidriera, conocemos a Tomás, un licenciado muy inteligente que a pesar de llegar a la locura y creerse que está hecho de vidrio, no pierde su inteligencia.
Estos son los títulos que marcan los argumentos principales pero a su alrededor, la madeja entremezcla más aspectos. Si vamos estirando, descubrimos que hay multitud de coincidencias entre las tres historias: referencias al mundo picaresco (la vida de los pícaros, sus engaños, habilidades...), lugares comunes como Salamanca, Valladolid, Toledo, Sevilla, Burgos..., el aspecto religioso (rezar, ir al cielo, referencias a palabras de Jesús...), los soldados y la guerra (Flandes, costa africana, galeras en el Guadalquivir...), la locura del Licenciado, que nos puede recordar a la del Quijote, los estudios y la cultura e incluso los personajes. En este sentido, además de los principales de cada historia, aparecen otros muchos que se repiten y nos dan una idea de cómo era esa época, cómo se vivía, la sociedad, sus actividades... Entre ellos destacan: pícaros, señores, criados, amos, caballeros, aguadores, posaderos, mozos, ladrones, alguaciles, corregidores, damas... Y a la vez, de esta gran variedad temática y de aspectos, aparece también una oposición, pues se puede entresacar un fondo crítico a todo lo relacionado con las artimañas (hechizos, por ejemplo, en el caso del licenciado Vidriera), a la vida de las mujeres que trabajaban en la calle (en Rinconete y Cortadillo) o a la ignorancia (cuando El licenciado Vidriera se refiere a la Corte que alimenta a truhanes y desprecia a los cultos). En el lado opuesto a estas críticas, está la importancia que Miguel de Cervantes les da a ciertos temas, que se repiten en distintas ocasiones, como es el caso de la honra (que se cuestiona en La ilustre fregona), la importancia de los estudios y como muchos de los personajes visitan centros culturales en ese momento, como Salamanca o Valladolid y la cultura frente a la ignorancia (en El licenciado Vidriera).
Pero si hay algo que está muy por encima y que destaca , es el lenguaje. Ágil, ameno, culto pero a la vez lleno de matices que se adaptan a cada personaje y su clase. Mezcla de prosa y diálogos divertidos, elocuentes... y alguna copla y canción típica de la época y cómo no, los juegos de palabras, las frases originales, las enseñanzas y todo combinado como si fuese sencillo hacerlo. Todo esto, hace que otros elementos pasen a segundo lugar, como es el caso de los finales de estas tres historias: uno previsible y feliz, otro con final abierto y pendiente de continuación y otro desesperanzador, pero que no deja de ser algo importante, si consideramos que están escritas hace más de cuatro siglos y que suponen una novedad y un adelanto a su época y a pesar del paso del tiempo, siguen siendo divertidas, amenas, originales..., lo que contribuye a que su lectura resulte atractiva, enganche, nos abra los ojos a otra época y otra forma de escribir. Por eso, considero que su lectura te puede aportar muchos beneficios, pues encontrarás muchos aspectos que te llamarán la atención. Particularmente, creo que los nombres elegidos para los relatos, así como los referidos a Rinconete y Cortadillo y otros apodos, son muy acertados y atractivos, al igual que la lista de agravios y cuchilladas que aparece en la cofradía del Monopodio, que le dan un toque divertido, sin olvidar las respuestas ingeniosas, los juegos de palabras y las enseñanzas del licenciado Vidriera ("Duerme que todo el tiempo que durmieres serás igual al que envidias", "Los buenos artistas imitan la naturaleza, los malos, la vomitan").
En definitiva, a pesar de ser una lectura adaptada de la original, no cabe duda de su maestría y por tanto, es difícil encontrar un "pero", pues la maestría no se puede discutir.

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