No cerramos en agosto

Este libro me lo propusieron en el club de lectura, en principio lo cogí con pocas ganas porque llevo un atracón de novela negra que está a punto de indigestión por saturación, pero la lectura ha sido muy agradable.
No es la típica novela que engancha, la trama es sencillita, y aunque hacia la segunda mitad se complica un poco, no es de esas historias que te mantiene en vilo y sin poder dormir. Sin embargo, su mejor baza es el protagonista, Jordi Vilasolo entra en la categoría de paladín al que aún le falta un hervor, pero que tiene una intuición que puede llevarle lejos. Para guiarle en su primer caso tiene un mentor, su Gandalf o Dumbledor particular que está pendiente de todos sus pasos pero que intenta ayudarle lo menos posible para ver si espabila.
En otras reseñas y criticas destacan que la historia transcurre en Barcelona y que trata sobre la precariedad laboral y tal y cual pascual, a mí me ha parecido anecdótico, y en algunos casos, como el de Samu, incluso forzado, pero como no le dedica más de 30 líneas al asunto tampoco desmejora el conjunto. El libro cierra el caso pero deja la puerta abierta para más nuevos casos, lo cual puede resultar interesante, sobre todo por ver como va evolucionando el protagonista, así que si sale otro libro seguro que lo leo.
PARA QUIEN: Lectores de novela negra o/y si tienes morriña de Barcelona y te apetece una historia con lugares comunes.
LO MEJOR: Recasens y todo lo que te imaginas alrededor de este personaje.
LO PEOR: Los amigos de Vilasolo, son demasiado descafeinados

Estamos ante uno de los fenómenos negrocriminales del verano que nos ha dejado.
No cerramos en agosto (Editorial Libros del Asteroide) de Eduard Palomares ha tenido la virtud de tener un título muy apropiado y una frescura que siempre es de agradecer en épocas donde algunos lectores se relajan de las lecturas más pesadas.
Es la primera novela del autor y creo que no debería ser la última, pues le ha dado un toque muy interesante recordando por momentos el humor de Eduardo Mendoza o Tom Sharpe sin que ello la convierta en una lectura ni banal ni de humor como pasa con las novelas de los antes mencionados.

El inicio de la novela es desenfadado. Sería muy fácil dejarse llevar y caer en la anécdota del becario con un trabajo precario que tiene que pasar el verano como puede en una agencia de detectives. Pero Eduard Palomares le sabe dar los toques justos para crear interés y enganchar a su lectura. Una vez el caso despega ya no hay marcha atrás y la trama se convierte claramente en una novela de detectives al uso.

El autor es periodista de profesión y conoce la ciudad de Barcelona y sus problemas. Por ello, en la novela no faltan elementos de crítica social y tampoco se esconde de señalar las fake news que tan de moda están.

Todo un acierto el personaje de Recasens del que iremos conociendo pequeñas facetas de su vida y carácter a medida que avanza la lectura. Y como os podéis imaginar, un veterano detective privado al lado de un becario, tiene que tener algún peso importante durante la novela. Además, servirá al autor para adentrarnos en las calles de la Barceloneta reivindicando su espacio vital dentro de la ciudad cosa que parece se va perdiendo a favor del turismo.

Como decía, la novela se complica en trama con el paso de las páginas, se podría decir que también se formaliza racionando los momentos de humor y se torna más interesante para un lector negrocriminal.

El autor crea un pequeño oasis para Jordi Viassolo, el personaje central: su grupo de amigos, que harán un poco de voz del bien y el mal con las expectativas de dicho personaje y también ejercen de termómetro tensional de la trama dando descanso al lector y sin olvidar su faceta de crítica social, pues a los amigos no es que les vaya mucho mejor que al protagonista.

¿Tendrá mayor recorrido Jordi Viassolo en futuras novelas? A mí me gustaría pensar que sí, pues la novela me ha divertido, me ha entretenido, me ha seducido y me ha hecho olvidarme del mundo real como todo buena lectura debería hacer.

RESEÑA PUBLICADA EN CRUCE DE CAMINOS
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Os traigo dos novelas en una misma reseña ya que en realidad son las dos muy parecidas:
"No cerramos en agosto" "Igual que ayer"
Digo que son muy parecidas aunque tengan investigaciones diferentes y casos diferentes. Pero en el fondo las dos nos muestran la misma ciudad, el mismo tipo de problemas a los que se enfrenta una clase media/baja que necesita vivienda. La precariedad con la que viven los jóvenes en las grandes ciudades, sin poder independizarse.
Pero también nos muestra una Barcelona castiza (no se si ese adjetivo se le puede aplicar solo a Madrid) y con sus rinconcitos que no son los que un turista encontraría en sus paseos.
Unos personajes muy carismáticos y a la vez muy "normales" y de andar por casa. Con el protagonista me he reído unas cuantas veces, es un desastre con patas pero con un buen sentido del humor.
Ah, y esa Barcelona que tiene tanto protagonismo o más que los personajes principales.
Pero lo que me ha dejado patidifusa han sido los temas a tratar en las dos novelas y que el tema de la corrupción inmobiliaria dé para tanto. Cuántas perrerías hacen los que se quieren hacer ricos a costa de lo que sea...eso de hacer lo posible por devaluar un edificio y cuando todos los inquilinos se han marchado, ponerlo en el mercado a precios de lujo para la jet, me deja loca (una vez más he estado investigando en internet, sí 🙈).
¿Recomendaría estas novelas? Pues sí, como bien dice la sinopsis, es novela negra pero luminosa. La lees con gusto y a ratos con una sonrisa. Eso sí, no es novela negra de esa de "qué ritmo y cuánto muerto"...es novela negra de verdad, de la clásica, de la que siempre me ha gustado.

Sin ser una obra maestra, y alejándose de los estereotipos de la novela negra, resulta entretenida, sencilla y amena, sobre todo por su protagonista, un joven que, por un salario de doscientos y pico euros, acepta quedarse como becario en una agencia de detectives en verano.

La narrativa en primera persona le otorga frescura y todo el humor dado el carácter del chico, que desobedece a la jefa y acepta un encargo. Si a eso le sumas Recasens, su acompañante, un “detective de la vieja escuela”, la mezcla es de lo más curiosa.

Me gusta cómo el autor ha descrito Barcelona, bares emblemáticos de la zona de la Barceloneta, problemas sociales, políticos... y luego el misterio, claro, por el que sigues leyendo con curiosidad. al ser una novela corta, además, se lee en un día, dos... y del tirón.

Jordi Viassolo consigue un trabajo de becario en una agencia de detectives de Barcelona. La misión que le encargan es simple: mantener el despacho abierto durante el verano sin meterse en líos. Todo cambia cuando aparece un cliente desesperado asegurando que su mujer ha desaparecido. Se trata de una investigación aparentemente sencilla, perfecta para que el tímido e inexperto Viassolo comience a foguearse en la calle. Sin embargo, el caso se complica y el aprendiz de detective deberá alejarse de la burbuja en la que ha vivido como estudiante y empezar a poner en práctica lo que hasta ahora solo conocía de oídas.
Me ha parecido un libro súper entretenido. El carácter tímido de Jordi que va evolucionando con el paso de las páginas y el enigmático personaje de Recasens atrapan desde el principio y conecté con ellos al cien por cien. La investigación en la que se ve involucrado Jordi está bien desarrollada y resuelta. Una novela negra ambientada en Barcelona que me hizo devorar el libro en poco tiempo. Ayer descubrí que hay un segundo libro con las aventuras de Jordi Viassolo así que sin dudarlo me lo cojo. Una lectura ágil e ideal para el veranito