Edgar Allan Poe, dipsómano, atormentado por sus demonios interiores, de donde sacó las historias terribles que escribió para emocionarnos en grado sumo. Innovador del cuento policiaco como género. Edgar Allan Poe supo darnos esa clase de narraciones en verdad extraordinarias por el grado de suspenso, misterio y terror, amén de sus cuentos fantásticos y cómicogrotescos que caracterizaron su estilo atormentado. desgraciadamente nunca supo el éxito enorme que sus textos acarrearían en Francia gracias a la traducción de Charles Baudelaire, quien pondría al autor norteamericano en boga, mientras éste moría en Baltimore olvidado, alcoholizado y en la miseria. No en balde le he escrito algunas décimas: CUATRO DÉCIMAS TRISTES PARA EDGAR ALLAN POE A LA MANERA DE LA DÉCIMA MUSA. En la tumba de granito que casi nadie visita tengo contigo una cita, Edgar, tu nombre está escrito con cincel y con grafito de ese que nunca se borra, dejo que mi voz socorra lo que el olvido reclama, que la sombra de tu fama se vuelva luz que recorra lo que se sabe infinito. Estas palabras y el verbo, justo mi mayor acervo, para decirlo en un grito: qué es la vida: un relojito que avanza a marchas forzadas todas las horas pasadas que se acaban, que nos pesan, que nos duelen, terminadas, como se termina un mito. Tú, el de la dulce Eleanore, a quien tú quisiste tanto, a quien le causaste llanto porque dijo “Nevermore…” Dime, ¿es que acaso una flor que ha sufrido, desdeñada, no se vuelve desgraciada por padecer desamor, pronunciando “Nevermore…”, aunque esté de amor callada? ¿Y qué destino es peor, la desdeñada en su encanto o el que vive en el espanto de un mundo sacro de horror; la que vive en el recuerdo y por el recuerdo mismo o el que acaba en alcoholismo y que muere en Baltimore? Yo soy el que ha de graznar, después de un rato, a volar. |