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Esta novela comienza con el suicidio de Lucile, la madre de la autora (no es spoiler, sino que forma parte de la propia sinopsis del libro). A partir de ahí vemos cómo Delphine decide investigar más sobre su vida para así contar la historia de su madre y, de alguna forma, entender qué le llevó a tomar esa decisión. No es un libro fácil, así como tampoco lo fue la vida de Lucile: muertes muy prematuras en su familia cercana, abusos, drogas, problemas de salud mental... Y Delphine de Vigan sabe encontrar a la perfección las palabras para contar “su versión” de la biografía de su madre, un punto de vista que no deja de ser subjetivo, ya que la escritura del libro comenzó de forma póstuma en base a los recuerdos encontrados en cajas y las entrevistas a tíos, tías y su propia hermana. Su trabajo es tan brillante que, cuando terminas de leer, realmente crees haber conocido a Lucile y haber formado parte de su vida. El libro se divide en tres partes y, sin duda alguna, la segunda es la que más ocasiones me dejó con el corazón en un puño. Admiro profundamente a la autora por haber sido capaz de escribir de esta manera tan bella, sin romantizar en ningún momento, sobre momentos tan duros y traumáticos, muchos de los cuales vivió en primera persona. A partir de ahora invitaré, a cualquiera que le interese, a conocer a Lucile y a Delphine, porque merecen muchísimo la pena. |
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