El planeta Aquila Prima está en el ocaso de su existencia, los habitantes se apresuran en ir abandonando conforme orden y estatus el planeta en cuestión. Víctima de su propio núcleo su desaparición es inminente. Terremotos se suceden en las últimas horas en las que tienen lugar esta historia. Alguien se resiste a marcharse, Antares, nuestro protagonista. Él busca la verdad tras la muerte de su esposa, esa que es capaz de destruir los cimientos de toda una sociedad y poner fin a la zozobra de años consumidos por la pena de la pérdida de un ser querido. Ponce ha sabido crear un mundo propio con lígeras reminiscencias al imperio romano, en lo que a la clase del ejército y poder compete, rico y prolijo en vocabulario ex profeso para su obra. También introduce términos en latín. Las descripciones nos facilitan adentrarnos en ese mundo inventado en el que las traiciones, la doble moral, el ansia de poder desmedido, dotan a la trama de una intesidad vertiginosa en la que no queda espacio para la pausa. Antares es un hombre forjado a sí mismo; tras la muerte de su esposa se ve consumido por el alcohol y las drogas. Solo una pista en torno a la misteriosa muerte de ella, así como los secretos y el descubrimiento del responsable de su muerte, le darán un nuevo motivo para vivir y luchar por hacer justicia. Durante la primera parte de la obra le acompañará Dorys, una inteligencia artificial que introduce una nota de humor. En la novela también se dejan entrever temas como la “trashumanidad” y las implicaciones que tendría los implantes técnológicos en el cuerpo humano. Esta breve obra nos invita a reflexionar sobre la pequeñez e insignificancia de nuestra existencia. Todos nosotros estamos en manos de la naturaleza y de cualquier imprevisto que suceda en el universo que altere nuestras condiciones de vida. Nuestra fragilidad es tal que a pesar de nuestra avanzada tecnología no tenemos posibilidad alguna de salvación ante un cataclismo. Somos tan "nuevos" en el vecindario del universo y desconocemos tanto que ni las mentes más brillantes de la humanidad podrían ponerle remedio. Así que, querido lector, no se agobie con problemas cotidianos. No dominamos el paso del tiempo, pero sí el cómo y en qué lo invertimos y cómo podemos contribuir en mayor o menor grado a la conservación y mejora del planeta. Todo lo dicho anteriormente es una obviedad pero conviene recordarlo. Vivimos rodeados de contaminación y el planeta se resiente. Ni como sociedad en conjunto (intereses empresariales), y nos atrevemos A afirmar que en la mayoría de los casos ni a nivel individual, hay educación sobre cuidado del planeta. Un cuadro bastante desolador. En conclusión, una historia con un mundo en extinción en el que se desarolla una lucha desesperada en sus últimas horas por hacer justicia pero el mal nunca es erradicado del todo. + Leer más |