Me gustó que Silvia empezara un proceso de autoconocimiento, de apertura hacia los demás, de aceptar lo diferente y no juzgarlo sin conocerlo. Es ella quien irá descubriendo los misterios no sólo de Soledad sino también de Antonio, el raro del salón. Soledad es un personaje rebelde por fuera y triste por dentro, que necesita más cariño del que está dispuesta a aceptar. Paula se deja arrastrar por su halo de autenticidad y aprenderá que no todo lo que reluce es oro. En cuanto a los adultos, brillan por su poco entendimiento: por estar inmersos en sus propios problemas a veces no ven lo que está enfrente de ellos: la tristeza, el enojo, la apatía, la necesidad de cariño. Los papás de Silvia atraviesan una crisis que no les permite acercarse a ella: llega incluso a enojarse de que no la regañen como ella esperaba. Y probablemente eso es todo lo que quieren los pubertos: un buen regaño en el momento oportuno para sentirse de verdad queridos. Una historia mucho más intensa de lo que aparenta, de descubrimiento y de aceptación, recomendable para acercar a los pubertos a diferentes problemáticas de su etapa + Leer más |