Los nombres del fuego

Fernando J. López, probablemente por su experiencia como docente y cercanía con los adolescentes, conoce de primera mano los problemas y preocupaciones a los que tienen que hacer frente. Por ello sus historias son tan reales. Con historias cotidianas y verdaderas, en las que sus lectores se sienten identificados por la autenticidad de los personajes.

Sus novelas buscan transmitir un mensaje, que deben escuchar jóvenes y adultos. Sobre temas sociales de candente actualidad como el acoso escolar, sexismo, homofobia, violencia, identidad personal, convivencia intercultural… Temas todos ellos que recorren el argumento de Los nombres del fuego.

Ahí López también acierta cuando los temas los aborda con realismo y crítica. Cercano y en la posición de su lector, adolescente. Y cuando lo hace sin intención de aleccionar. Trata a sus lectores adolescentes como adultos, no los infravalora, si no que les reconoce y les da su sitio. Así, queriendo o no, sus novelas son un puente, seguro y de calidad, de transición a la literatura adulta.

Si lo analizamos desde un punto de vista más técnico. Los nombres del fuego es una obra meramente estructural que compagina dos historias paralelas. La de Xalaquia, una joven azteca del siglo XVI que trata de reivindicar su identidad en una sociedad de hombres, y Abril una chica del siglo XXI. Una historia en dos tiempos, dos mundos distintos pero con muchos puntos en común. Una historia de historias que convergerán en una sola a través de dos adolescentes que luchan por encontrar su identidad y su lugar.

La construcción, estructuración, que López utiliza imprime más atractivo, a la par que agiliza la lectura. No es la estructuración habitual en novelas juveniles, donde se opta por el sencillo desarrollo cronológico. El paralelismo entre dos historias y dos mundos que hace en Los nombres del fuego, intercalando capítulos, es una manera de conceder y aceptar en el lector –adolescente- su capacidad para abordar obras estructuralmente más complejas o elaboradas. Y vuelvo a repetir, también desde su contenido.

De un tiempo a esta parte, ha surgido un nuevo subgénero denominado Young adult que se describe como las novelas de transición a la literatura adulta, meramente, por el contenido erótico de sus argumentos (insustanciales). Fernando J. López escribe de novelas de calidad, que sí son el verdadero conducto de transición, con temas, argumentos y personajes empáticos que contribuyen a formar lectores. Lectores que un futuro podrán tener un buen criterio.
Enlace: http://librodelosviernes.blo..