 |
Desde siempre, al menos que yo recuerde, me gustaba leer historias de terror. Adecuadas a mi edad, claro. Recuerdo lo que podía disfrutar viendo Scooby-Doo, leyendo libros de El pequeño vampiro o todas aquellas historias de los Cinco en las que había algo misterioso por descubrir y que reflejaban vidas e historias emocionantes que a uno le encantaría disfrutar desde la calma de tu habitación. Jaime Alfonso Sandoval escribe todo ese tipo de historias. Sus novelas siempre prometen un ambiente fantasmal o siniestro en el que los espectros, los seres de la noche y criaturas de todo tipo se mezclan con nuestra realidad mostrándonos tramas con un cierto toque sobrenatural que hacen las delicias de lectores juveniles buscadores de ese tipo de mundos. Desde sociedades vampíricas a casas encantadas o, como en este caso, la presencia de ciertos fantasmas que se cruzarán en el camino de nuestro joven Fernando. Pero algo tiene este escritor que consigue que sus novelas de terror sean simples medios para contar otro tipo de cosas. Empiezas leyendo una trama en la que los misterios te mantienen distraído y con las defensas bajas para luego deslizarte por un tobogán de emociones ante la que no te habías preparado. Y eso que ya habías leído alguna que otras novelas suyas. Las historias de Jaime Alfonso suelen esconder siempre unos horrores que van mucho más allá de las meras manifestaciones fantasmales que están ahí esperándote en la oscuridad. Así, Los fantasmas de Fernando van apareciendo ante ti a través de los recuerdos de nuestro joven protagonista que, hablando a la cara del lector, nos va descubriendo a pinceladas sus, como dice él, sus tres meses de suerte fatal. de sus relaciones personales, las suyas y las de los que les rodean, del por qué no quiere ir a despedirse de su padre moribundo y, en definitiva, de todas las razones que le han llevado a aislarse en su habitación. Y a lo largo de ese recorrido te invitará a un viaje en el que aparecerán todos esos fantasmas que promete el libro, a los que Fernando tendrá que enfrentarse para dar un paso más en una vida que le desborda. No se dejen engañar por la aparente trivialidad de esta novela. El viaje de Fernando y el del lector es toda una catarsis emocional, de arrepentimiento, de perdón y de aceptación de uno mismo, de ser consciente de que la vida no siempre es como habíamos soñado y de que, en definitiva, nuestros fantasmas nos acompañan mientras no les quitemos las cadenas. Y ese tipo de historias a mi, me emocionan. |
>
