Limpia

Acabo de leer "Limpia" (Lumen, 2023), de Alia Trabucco Zerán.

Es la historia de una chica "limpia, de buena presencia y alfabetizada" (como exigen en el anuncio) que deja a su madre en el sur y entra a trabajar de interna en una casa acomodada en Santiago de Chile.
Lo que iba a ser algo provisional y transitorio, se convierte en 7 años de trabajo esclavo. Así lo vive Estela y así lo percibimos nosotros a través de su narración:
Esas 8 horas de trabajo de los "señores" frente a las 24 de la empleada de hogar.
Ese chalet con piscina frente al zulo anejo a la cocina donde duerme la criada.
Ese limpiar la ropa sucia de los demás, los cuartos de baño, ponerles el plato delante de su sitio en la mesa...
Los tiempos han cambiado, pero existen muchas clases de esclavitud.
La historia está contada como un monólogo en el que Estela interpela repetidamente a sus interlocutores, no sabemos si es a los lectores, o a un jurado que juzga la muerte de la hija de la casa, hecho con el que empieza la historia.
El caso es que gota a gota, como en una tragedia griega, asistimos a la eclosión del drama. Todo nos acerca al desenlace fatídico: la perra callejera, la invasión de ratas en el ático, el inquietante carácter de la niña, las inconvenientes confesiones del jefe de familia, el errático comportamiento de la madre...
Y la imposibilidad de Estela de soportar todo eso por más tiempo.
Todo se alía para que asistamos a un final, no por anunciado menos trágico.
Después de "Ceniza en la boca" de Brenda Navarro, me ha vuelto a sacudir esta novela sobre servidumbres. Da igual que sea una inmigrante, como es el caso de la novela de Navarro, o una oriunda, como es este. Hay que ponerse en la piel del sirviente para comprender lo injusto de canjear todo tu tiempo por poco dinero, esos flecos de desprecio por los de abajo, por los que te friegan el water, por los que literalmente borran tus huellas de porquería de este mundo.
Es una novela negra, ácida, muy dura, de las que no puedes dejar de recordar porque te hacen replantearte cosas, cosas que te tocan más de cerca de lo que pensabas; las servidumbres de las que has gozado alguna vez, por ejemplo.
"Libros-sacudida" los llamo yo a falta de mejor nombre.

Lavar, planchar, fregar hasta que tus manos dejen de sentir el dolor, sacrificarse por la promesa de una vida mejor, marcharse lejos de casa para que esa casa pueda seguir en pie. Es la vida de muchas empleadas de hogar que llegan a una familia ajena para quedarse. Para ver nacer a sus hijos y cuidarlos como si fueran suyos, esos hijos que no tendrán porque su vida entera está a disposición de los patrones y eso no puede cambiarse.
Nacer pobre o rico es la diferencia entre hacerlo, a su vez, libre. Aunque en el fondo todos seamos esclavos de nuestro lugar y posición.
El dinero no da la felicidad. Tampoco el trabajo nos hará dignos de nada. Porque todo lo que gira a nuestro alrededor está movido por seres humanos. Y la libertad, la felicidad y la dignidad nada tienen que ver con lo que opinan los demás.
Estela cuida a una niña que no es suya y se consuela con un regreso a casa que cada vez es más lejano. Hasta que se da cuenta de que en ese lugar nunca llueve. Y de que la falta de agua solo provoca sed y muerte. Y las muertes tienen la fea costumbre de llegar acompañadas.

Estela comienza a trabajar como empleada del hogar en casa del señor y la señora. Su intención no es la de quedarse mucho tiempo, pero las circunstancias hacen que se sucedan los días y allí permanece siete años después, momento en el que la hija del matrimonio, nacida al poco de comenzar Estela en la casa, muere. Y este es el suceso que se presenta al inicio de la novela y que sirve de punto de partida para que la protagonista narre sus comienzos al servicio de esta pareja frívola y atada a las apariencias, mientras intercarla algunos recuerdos de su propia infancia y su hogar.

La novela es un magnífico retrato de las vidas artificiales y huecas que construyen algunas personas que se perciben en un estatus superior, así como de la resignación a una precariedad ineludible de aquellos a quienes la vida pone a prueba con circunstancias más adversas.

La historia me ha mantenido completamente atrapada por su excelente prosa y acertado ritmo. Además, el hecho de presentar al inicio un hecho tan impactante como la muerte de la niña que ella cuida en esa casa, hace que quieras saber qué circunstancias condujeron a tal desgracia. Una niña que lejos de conservar una inocencia propia de la edad, responde más a los patrones de sus progenitores, mostrando una personalidad ansiosa y mezquina.

Los personajes están magistralmente dibujados, llevando al lector a momentos en los que sentirá cierta impotencia al empatizar con la empleada. Ella es la que narra esta historia, contándola a un público que espera que esté escuchándola, enfoque que me ha resultado muy original.

En definitiva, una novela que me ha sorprendido y que recomiendo. Es de esas historias que a mí me fascinan, narraciones de vidas imperfectas, de sentimientos que fluctúan entre la luz y las sombras, de rutinas en las que breves cambios pueden despertar nuevos anhelos, excelentes radiografías de la cara más nefasta del ser humano. Un libro redondo que he disfrutado.

Se busca empleada, buena presencia, tiempo completo.
A reclamo de este anuncio, Estela deja el sur de chile, a su madre y un triste porvenir y acude a Santiago, resultando elegida para el puesto por ser alfabetizada, por ser limpia.
Esta novela, que erróneamente creí que era un ensayo, empieza mostrándote un hecho que marcará el final de la historia y continuando a narrar lo sucedido con una rabia y una interpelación constante al lector que se me hizo un poco cuesta arriba hasta casi la mitad.
Pero entonces aparece la Yany y sabes que va a ser una tragedia, que va a ser duro y bestialmente triste. Y entiendes toda esa rabia, ese rechinar de dientes y el rencor.
¿Hay algo más jodidamente burgués que alguien limpie tu mierda, pudiendo hacerlo tú? ¿Que meta la mano en el cesto de la ropa sucia y se ocupe de tus bragas amarillentas y calzoncillos con manchas color café? Aún hay grados, como tener a alguien en tu casa, en un cuartucho sin ventana, anexo a la cocina que te prepare los Pisco Sour mientras tú te diviertes en el comedor grande con tus amigos.
¿Dista eso mucho de la esclavitud o, en sentido contrario, del síndrome de Estocolmo?
Esta novela es muy esclarecedora para comprender ese tipo de cuestiones o al menos reflexionar sobre ellas.
Me llama mucho la atención la gran presencia de la conciencia de clase en la literatura latino americana, muy por encima de lo que se puede encontrar en Europa. No puedo estar más que encantada con las autoras que he leído de ese continente. Seguro que me podéis recomendar alguna más.

Su prosa magnífica te acaricia con este monólogo de una mujer joven, que se va de una isla a trabajar a una casa de familia acomodada de Santiago y su relato de los 7 años en que está allí. Debo decir que remece y no te dejará indiferente, prepárense.