La semilla del diablo

Hay algo que Ira Levin maneja muy bien en su novela y que sin embargo, puede ser el motivo por el que muchos lectores desesperen.
El ritmo.

No es su diabólica semilla un alarde de tensión narrativa sino que el pulso crece de forma suave y sutil hasta la parte final del libro.

Tampoco nos asombra el autor con giros inesperados, al contrario todo lo que crees que ocurrirá, sucede.

En cambio, esta previsibilidad no me parece un accidente. Forma parte de un tejido que sirve para romper el factor cotidiano que abunda en el texto.

Rosemary y Guy se mudan a un apartamento que posee un pasado trágico.
Allí son recibidos por unos ancianos que los colman de atenciones y bondades hasta la asfixia.
Al quedar embarazada nuestra protagonista, lo que en principio parecían buenas intenciones se va convirtiendo en un control de acción y voluntad de la futura mamá.

Poco a poco las sospechas de que tratan de doblegarla irán naciendo, pero su círculo se ha ido estrechando tanto, que la impotencia y soledad serán sus peores enemigos.

Con una prosa sencilla Levin recurre a la vieja escuela de misterio y terror:
Narración serena, trivial, donde los matices van creciendo sin acelerones a destiempo e innecesarios.

Aunque no soy muy amigo de este tipo de construcciones, debo reconocer que la novela me ha mantenido completamente abstraido.
También es cierto que se dieron las circunstancias idóneas para que el libro me durara un amén: viaje de semana santa, lectura digital y nocturna y una mente absolutamente alejada de la locura laboral diaria.

Eso si, pese a gustarme le faltó sangre y casquería que siempre le da un sabor interesante a la literatura y a los perturbados como yo.

Un poquito blanca, pero muy entretenida.

Conocí la historia de la semilla del Diablo siendo niña, gracias a su adaptación cinematográfica dirigida de forma fielmente por Roman Polanski, con el tiempo la he vuelto a ver varias veces porque es un clásico y ya se sabe que nunca pasan de moda.

Pero un libro es un libro, por muy bien adaptada que esté la película en cuestión, pero siempre hay detalles, conversaciones, descripciones, etc... que se pasan por alto o simplemente no han querido meter, por el contrario en el libro siempre vamos a encontrar todo eso, de hecho el final de este libro es más extenso y más explicativo, solo por eso ya merece la pena su lectura.

En la historia acompañamos a Rosemary en su vida matrimonial y cotidiana, ya que lo que para ella era un momento especial y como "un sueño hecho realidad", vivir en el edificio Bramford, en un bonito y amplio apartamento, con vistas a tener hijos allí con el tiempo... pues poco a poco vamos descubriendo la realidad, esa que aunque la tengamos en la cara no la vemos, en este caso esa "realidad" son unos vecinos aparentemente agradables y serviciales que poco a poco se van introduciendo en sus vidas como el Diablo por su casa, nunca mejor dicho.

Lo que podía haber sido una vida tranquila y feliz para el joven matrimonio de repente, y pese a las advertencias de los amigos, esos que por más que intenten advertirte no lo consiguen, porque es que el ser humano es el único capaz de tropezar con todas las piedras que hayan por delante... y aún así no cesa en su empeño, comienzan a pasar una serie de cosas extrañas, al principio pasan por ser meras desgracias pero poco a poco, en este caso nuestra protagonista Rosemary, ya empieza a darse cuenta de que esas cosas que para ella incluso piensa que son "pesadillas" resultan que son realidad.

Lo mejor de esta lectura es que te conviertes en un espectador que va viendo de forma inquietante, interesante y en muchos momentos impotente todo lo que va sucediendo sin que Rosemary pueda hacer casi nada, porque realmente ella está sola y con su semilla en el interior y ya no puede confiar en nadie, solo en ella misma y en sus instintos, en ese "sexto sentido" que tienen las mujeres para detectar que algo no va bien y es entonces cuando la realidad de abre paso como un huracán.

Es una lectura corta, ágil y fácil de leer, sin descripciones innecesarias ni florituras, y que en todo momento sientes ese misterio, las sospechas, dudas, confusión que siente Rosemary, que empatizas desde el comienzo con ella, y lo pasas mal, es una metáfora sobre la pérdida de identidad inducida por el embarazo y que por ello nos sumergimos hasta el final en una especie de bucle donde es muy complicado salir, por eso mismo, porque el amor de una madre siempre va a estar por encima de todo, hasta en los momentos donde piensas que ya nada tiene sentido, al final encuentras uno, aunque este sea oscuro y siniestro.

La semilla del diablo, o Rosemary's baby, es una novela de terror escrita por Ira Levin en el año 1967. Roman Polanski la adaptó al cine en 1968.
En ella, dos jóvenes, Guy Woodhouse y su esposa Rosemary, deciden alquilar un piso en la señorial casa Bramford. Su amigo, Hutch, los quiere disuadir de ello, ya que la casa tiene mala fama: allí hubo episodios de canibalismo, brujería, etc. y ocurren más asesinatos y suicidios que en otros sitios. Ellos deciden quedarse en la casa a pesar de sus advertencias.
Conocen a sus vecinos, los Castevet, que parecen unos ancianos entrometidos pero simpáticos. Pero desde que Rosemary se queda embarazada, Guy los frecuenta con asiduidad y ellos comienzan a inmiscuirse en cosas que tienen que ver con su embarazo. Pronto, Rosemary comienza a ver cosas raras en esta pareja. ¿Serán verdad los pronósticos de Hutch?
Me ha gustado la novela, cómo el suspense va in crescendo, hasta un final que me ha sorprendido.
No me ha producido miedo, pero sí un poco de angustia, de desasosiego, al ponerme en el lugar de Rosemary.

Tenía enormes ganas de leer este clásico de terror, antes de ver la película de Polansky y vaya libro. Me he ENCANTADO. He disfrutado como una enana el poder haber ido a ciegas.

Rosemary y Guy Woodhouse es un matrimonio joven que ansía ser parte de la flor y nata de la época. Él quiere ver despegar su carrera como actor y ella instalarse en un edificio de prestigio, la casa Bramford, un edificio victoriano sobre el que circula todo tipo de historias y leyendas: satanismo, canibalismo, asesinatos y suicidios forman parte de lo que se cuenta.

Cuando llegan son muy bien acogidos por un matrimonio mayor vecino, los Castevet, que se deshacen en atención hacia la pareja sobre todo cuando por fin, Rosemary queda embarazada.

Me ha parecido un libro con una ambientación magnífica, que con un lenguaje súper sencillo hace que te sientas igual de confuso que la protagonista porque no puedes creer lo que está pasando. Guy es el tío más repelente de la historia, le cogí mucha manía, su egocentrismo me ponía nerviosa. Aparte en una escena específica, que me pareció súper fuerte, me causó verdadera aversión, pero me sorprendió para bien que en el contexto de la época (años 60), Rosemary supiera reconocer y reprochara a su marido esa acción.
Los Castevet desde el principio me parecieron los típicos vecinos metiches, sobre todo Minnie. Vamos que no querría yo vivir en su mismo rellano.

Y en general no he podido parar de leer porque es fantástico y pese a que sea una historia turbia, me sorprendí leyendo los últimos párrafos con una sonrisa en la boca.

¡Qué genialidad la pluma de Ira Levin! Me atrevo a decir que se va a convertir en una de mis mejores lecturas del año.

Casi seis décadas han pasado desde que Ira Levin aprovecho el pánico satánico de finales de los 60's en Estados Unidos, para crear esta historia alrededor de la posible llegada del anticristo a la tierra. Tomando como personajes principales a Rosmary y Guy una joven pareja que conforma un matrimonio con deseos de una vida mejor basada en el trabajo actoral del esposo, vemos como la primera decisión que toman en el relato, aceptar en arriendo un apartamento en el séptimo piso de la cada Bramford, va dictaminar el camino en descenso que tomaran sus vidas, en el que los mas dulces sueños, como el de ser madre se transformara en una creciente pesadilla y en el que los rasgos mas reprochables y detestables de Guy tomaran dimensiones que lo convertirán en un personaje al que el lector se sentirá complacido de odiar.
El autor convierte el séptimo piso de esta casa, en una claustrofóbica aldea en la que conviven seres despreciables con un objetivo en común, tomando por rehén a la inocente o tal vez tonta Rosmary para llevar a cabo el plan macabro de la secta de la que todos hacen parte.
Tocando temas como la soledad provocada por el abuso, la reclusión mental que puede experimentar alguien presa de sus sueños y de sus amores, el machismo, el comportamiento sectario, la negación y el delirio, el autor con esta obra sienta las bases de la construcción narrativa que han seguido muchos otros libros y películas para abordar la idea del nacimiento del hijo del mal.
Con un final totalmente anticlimático, pero que mirado al detalle cumple con la premisa de la obra, La semilla del diablo, es una historia disfrutable, pero que se encuentra fuera de los terrores modernos.