La prisionera espartana

Ahora sí que sí, ya puedo decir que África Ruh (pseudónimo de África Vázquez Beltrán para sus novelas de corte romántico) es una de mis autoras preferidas tras haber leído a día de hoy tres de sus novelas, que además, cada una de ellas ha resultado ser completamente diferente a la anterior y no hay nada que valore más en un@ creador@r de historias que la variedad de ideas. En esta ocasión, me ha transportado a la Esparta del siglo V a.C. para meterme en plena ciudad y su civilización de una forma tan ligera como puede hacerlo cualquier novela new adult que se desarrolle en la actualidad en un lugar en el que no haya estado. de hecho, si no llega a ser por el detalle de saber que estamos en la Antigüedad podría haberse tratado de una bonita historia de amor en la que los protagonistas pertenecen a clases sociales distintas y su entorno no ve demasiado bien que se relacionen. Si os gustan este tipo de historias, os aseguro que no importa que tenga el calificativo de romance histórico porque no influye para la narración juvenil que caracteriza a esta autora.
Si habéis leído la sinopsis, sabréis que la protagonista es una chica de la aristocracia espartana, Cinisca, que se siente una extraña entre los de su propia condición porque le gusta relacionarse con los ilotas (esclavos de Esparta tras una derrota varias generaciones atrás) y que disfruta inventando y costando historias, sobre todo a los más pequeños. Pero como buena espartana de alta cuna, sabe que su deber para con su familia y su posición es encontrar un marido y honrar a los dioses trayendo espartanitos a este mundo y olvidarse de los pequeños ilotas y sus fantasías. Por todo ello, se siente incómoda entre los de su propio pueblo y sabe perfectamente que no encaja. Las demás chicas de su entorno también se dan cuenta y eso les da la excusa perfecta para atormentar a Cinisca con burlas y vejaciones (hoy en día se llamaría bullying). Así que a priori parecía que Cinisca aparentaba ser la típica chica rarita que sólo tiene una mejor amiga (su esclava Eria, la sensata del dúo) y que tiene un alma soñadora e idealista. Pero no. Este personaje resulta tener mucho más en su construcción y (con permiso de cierto ladrón también creación de África) debo decir que Cinisca es uno de los personajes que más me han gustado de todos los que llevo conocidos de esta autora, por todos los matices que tiene, por sus ideales y por su forma de ver la vida en una época tan cuadriculada.
Su coprotagonista no se queda para atrás. Juntos hacen una de las mejores parejas que he tenido el gusto de conocer. Ni siquiera voy a decir su nombre porque el juego de identidades con las que comienza su relación es uno de los aspectos que más me han gustado de esta novela y como en la sinopsis ni siquiera se le nombra, lo respeto porque a mí me ha encantado ir conociéndolo poco a poco incluso sin saber su nombre cuando aparece por primera vez en escena. Este chico sí que podría pasar por algo típico en las historias en las que se contrapone un personaje de clase alta con otro de clase baja, aunque en este caso entre en juego la esclavitud normalizada que se daba en la antigua Grecia. Y aún así, también acaba siendo refrescante por su humor sarcástico (que empieza a ser una seña de identidad de esta autora), su forma de ver sus propios problemas y la manera en que trata a Cinisca, como a una igual. Además, y para qué mentir, se hace querer sólo con abrir la boca porque la autora lo ha dotado de un encanto personal que hace que empaticemos enseguida con él y no sólo por lo misterioso que se muestra al principio.
Como podréis imaginar, las relaciones son un elemento muy destacado en la novela, no sólo el romance principal sino también otro tipo de relaciones como Cinisca y su familia, su relación con su hermana mayor o con su hermano mellizo, incluso su relación con la fiel y sobreprotectora Eria, su esclava personal. Además, hay algún romance secundario que puede sorprender por cómo está llevado, de forma misteriosa y contradictoria para darle mayor dramatismo (y como le gusta hacer a África, para darnos con el plot twist en la patata cuando menos lo esperamos). Por supuesto, el tema central es la esclavitud y todo lo que genera entre los diferentes personajes, de un bando y de otro, y su forma de sobrellevar una situación que hoy en día vemos irracional pero que por entonces tenía todo el sentido del mundo. Los argumentos a favor y en contra y cómo se tratan amos y esclavos entre ellos es la dinámica continua de la trama y gracias a ello podemos ver, por ejemplo, las vejaciones a las que someten algun@s espartan@s a los pobres ilotas simplemente por diversión o los problemas que le acarrea a Cinisca ser “amiga” de los esclavos.
Por otra parte, en la novela se parecía claramente la documentación que ha conllevado ambientar todo y poner la trama romántica en un contexto que no se centre sólo en eso. Desde luego, si algo agradezco en las novelas románticas (sean históricas, contemporáneas o de acción) es que no sean ni típicas ni pastelosas porque entonces las disfruto poco o nada, y una de las formas en que se evita esto es no poniendo todo el foco de atención en la relación principal ni a la cuestión amorosa. En eso esta autora es una experta porque aunque se puede salsear perfectamente extramuros, en la novela se equilibra muy bien la parte romántica con todo lo demás. Así, dada la fama de contadora de historias de Cinisca, la autora aprovecha para intercalar conocidos mitos griegos más o menos fieles a las historias originales, pero también nos amplía los conocimientos sobre las costumbres maritales, de vestuario, de política o de cortesía social espartana. Incluso podemos ver algunas "costumbres tradicionales" de lo más crueles e inhumanas que existieron en la realidad como el asesinato en masa de ilotas como rito de iniciación de los jóvenes espartanos. Muy civilizado todo en las fiestas patronales de Esparta.
La recta final de la novela es pura emoción de todo tipo porque tanto a nivel de acción como a nivel sentimental es un tramo de historia que se lee del tirón cuando todo se descontrola. Y cuando digo todo es TODO, porque las cosas se tuercen, esto parece un amor imposible con el que vamos a sufrir de lo lindo (aunque esto ya sabe si la autora es África Ruh) y lo mejor es que sabe cómo hacer que queramos repetir. Me encanta su estilo juvenil y desenfadado, me encanta cómo dota a sus personajes de una actualidad increíble aunque vivan a cientos de años y me encanta que incluya mensajes esperanzadores normalizando todo tipo de relaciones. Hay muchas razones para querer a esta autora si la conocéis por redes sociales pero sus historias son un motivo de peso para serle fiel publique lo que publique y la única razón de que esta novela no se lleve la máxima puntuación es que procuro relativizar sin dejarme llevar por el fangirleo puro y porque me hubiera encantado poder leer otras 100 páginas más con estos personajes.
En pocas palabras, me he encontrado con una historia muy ágil, rápida y llena de pasión, de amistad y de ganas de luchar contra el destino y por la libertad. Está llena de mitología intercalada, de historias trágicas o con finales felices según quién las cuente y de personajes que se han llevado un pedacito de mi corazón por la forma de ser con la que los ha creado África Ruh. He quedado encantada con esta bonita historia, muy cortita precisamente porque me hubiera gustado poder disfrutar durante más tiempo de Cinisca y compañía pero sabiendo que me queda todavía mucho por leer de esta autora que poco a poco se está ganando puestos en mi lista de escritoras favoritas porque la conocí de forma templada con Sobre los puentes de París, me atrapó en La ciudad de los ladrones y finalmente ha terminado de conquistarme con La prisionera espartana.
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