La novela luminosa

A Mario se le concede una beca Guggenheim por un año en Agosto de 2000, para una creación literaria. Ante la imposibilidad de escribir la obra en sí, bajo título "La Novela Luminosa"; lo que comienza a plasmar Levrero es una especie de diario, con las incidencias que cree oportunas, que llamará "Diario de la Beca", que conformará la mayor parte del libro, más de 500 páginas.
En este diario nos hace constar días y horas, en su mayor parte de madrugada, ya que por las noches vive dominado por la computadora que le lleva a acostarse a horas intempestivas. Nos detallará sus lazos afectivos con una mujer bastante más joven que él, a la que llamará Chl, la cual saca a pasear a nuestro autor, que padece de agorafobia y apenas gusta de salir sólo más que lo imprescindible: las compras en el supermercado y visitas al quiosco cercano, donde adquiere o intercambia novelas policiales, principalmente de la Serie Rastro. Tiene un amigo que cada cierto tiempo le lleva un suministro de libros.
Nos cuenta sus rutinas, la elaboración de un yogur natural, sus lecturas de un policial diario y algunos otros libros como el de Rosa Chacel "Memorias de Leticia Valle", que le ha gustado y ha regalado a amigos y le influencia en la escritura de su diario. Libros de Samuel Beckett, William Burroughs, de Somerset Maugham, autor que aprecia y considera injustamente tratado por la crítica, etc. Tiene un taller presencial en su casa sobre creación literaria un par de días a la semana, donde acuden jóvenes interesados en la literatura. Tiene otro taller virtual desarrollado en el ordenador. Tiene sesiones de yoga en un intento de disminuir su adicción al tabaco.
En principio, al ordenador entra para consultar los correos, el taller virtual y el visual Basic, pero siempre acaba desplegando los solitarios que le entretienen excesivamente. Este "enganche" lo atribuye al paulatino alejamiento de Chl. Apenas se acuesta con él y si lo hace no tienen relaciones sexuales.
Otro episodio que nos va detallando Mario es la muerte de una paloma en la azotea vecina (similar a la ocurrida en Diario de un Canalla). La visita de la paloma "viuda" al cadaver y el sucesivo devenir de ella con otra paloma macho y los polluelos.
Se suceden los sueños (algo común a su narrativa), a lo largo del diario y tratará de otorgar un significado a cada uno de ellos.
Su ex mujer le visita periódicamente. Al ser doctora le controla la tensión y suministra medicamentos para controlar su cardiopatía y disminuir la ansiedad en la reducción de los cigarrillos.
Otra serie de mujeres sacan a pasear a nuestro autor. Paseos hasta cafés, librerías o los puestos de la Feria del Libro para hacer acopio de lecturas.
La parte que es "La Novela luminosa", en sí, apenas 100 páginas cambia la estructura de libro y aquí desarrolla diferentes temas que tienen algún nexo en común con el Diario de la Beca. Nos habla en torno a la diferentes "dimensiones", o sobre la mirada imborrable de una chica que se le quedó grabada en un determinado momento; el espíritu y la materia, ciertos episodios que trascienden la religión; la relación con sus padres o la observación de la comunidad de las hormigas y su férrea organización.
Levrero al igual que Onetti, no frecuentaba los círculos literarios y fueron dos escritores con una escritura muy personal y en menor medida conocidos que los grandes totems de la literatura Hispanoamericana, caso de Vargas Llosa o García Márquez; pero no por ello de menor valor.

La novela luminosa (2005) es una obra póstuma, una obra importante de 567 páginas con dos partes bien distintas. El uso del idioma castellano es sobresaliente porque preciso y de una sencillez que lleva a una lectura fluida en apariencia, pero compleja en profundidad. En 2016 el libro fue seleccionado en España en sexta posición como una de las mejores novelas de los últimos 25 años en castellano. En Latinoamérica el libro tuvo gran acogida porque es un libro diferente, que no sigue ningún esquema, pero que muestra gran profesionalismo.

La primera parte del libro (el 60%) es El Diario de la beca donde el protagonista nos cuenta que gracias a una beca Guggenheim de un año, podrá terminar La novela luminosa que había comenzado en 1984. Con este propósito va a cometer el despropósito de narrarnos por el detalle (día y hora : Lunes 30;19.30) su diario vivir y sus obsesiones entre agosto 2000 y agosto 2001.

Su diario vivir son las rutinas y adicciones de un tipo bastante complejo y chiflado, lleno de contradicciones y manías, hipocondríaco, agorafóbico, adicto a los juegos en el computer, adicto a interpretar los sueños y a las novelas policiales, buen lector. Durante el año que dura el diario se encaprichará, entre otras cosas, con la lectura de la española Rosa Chacel e irá cambiando de opinión bajo nuestra vista, lo que resulta muy divertido. Fuera de Chacel, el libro está lleno de referencias literarias, lo que denota conocimiento. Durante sus momentos de ocio se dedica a observar una paloma muerta en la azotea vecina, pero esta observación es puro morbo. Todas estas manías han alterado profundamente su ciclo de sueño por lo que se puede decir que duerme de día y vive de noche, lo que lo impide llevar una vida normal, es un ser desfasado. Sus relaciones con las mujeres son interesantes; en el momento de la escritura del diario, son relaciones de dependencia porque lo sacan a pasear, manteniendo el mismo recorrido.

La segunda parte son unas 100 páginas de la novela luminosa de 1984 que no ha avanzado un ápice y el narrador se ha gastado todo el dinero de la beca en instalarse materialmente en un piso que carecía de confort…Son una serie de momentos luminosos registrados años atrás a los cuales quiere darles un contexto literario.

No es que Mario Levrero quiera tomarle el pelo al lector con el hecho de entregar un producto totalmente híbrido, pero es que el lector queda completamente anonadado con la masa de informaciones entregadas, con la importancia de la literatura en el relato, con el humor constante, por momentos desopilante del monólogo interior del propio Mario Levrero. al mismo tiempo, con esta literatura del yo, el lector puede sentirse voyeur.

Este libro me recordó La vida a ratos del español Juan José Millás, otro diario llevado tres años por otro personaje estrafalario y con muchas similitudes con Levrero.
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