La mecanógrafa

La mecanógrafa es una novela de espionaje, y como todas las que se precian, encontramos también el contraespionaje. Con ello conseguimos no saber muy bien de que lado están los diferentes personajes y cuando actúan de una determinada manera dudamos de sus intenciones e incluso, del bando al que son leales. Eso podría parecer interesante pero es que al final te da un poco igual donde se sitúa cada uno de ellos y porque hace lo que hace, únicamente piensas en si todo lo que la autora te cuenta tiene algún fin.

Es una obra de algo más de 400 páginas y os confieso que para mí, le sobran más de la mitad.
Transcurre en dos tiempos, por un lado, leemos lo que ocurrió en 1940 cuando el servicio secreto británico montó una operación cuyo objetivo eran las escuchas a una serie de personas, también el trasmitir información falsa para que el enemigo no avance en conocimientos.
Una vez termina la operación, saltamos a 1950, aunque nos vamos moviendo entre los dos tiempos.

Los diferentes protagonistas de 1950 siguen con sus vidas, sus empleos alejados del espionaje pero algunas de las acciones que llevaron a cabo, tendrán consecuencias en el presente.
Poco a poco conoceremos como ha cambiado la vida de cada uno y al final, descubriremos un secreto alrededor del cual todos mienten.

La premisa ni siquiera es mala, pero es que la autora nos cuenta la historia de forma pésima, se nos mezclan intereses de un lado y otro y hay tantos cabos sueltos que es imposible concentrarte en el avance de la narración.

Con los personajes tampoco he conectado. Nuestra protagonista es Juliet Armstrong, actualmente trabaja para la BBC, como productora de programas de radio pero durante la guerra se dedicó a labores de espionaje.
Un día se encuentra con alguien de su pasado y desde entonces ocurren una serie de coincidencias que hacen que sospeche de personas que encontró en el pasado. A partir de ahí, vamos al pasado a conocer lo que ocurrió, aunque como os decía antes, lo hacemos tan lentamente que al final te acaba dando igual lo que ocurrió o esperas algo tan espectacular que cuando te enteras pues... no lo parece tanto.

En definitiva, es una lectura que personalmente no puedo recomendar. Me parece que si se dejara a la mitad de sus páginas mejoraría, creo que se ha querido alargar en exceso y que no ha ayudado.
Me ha resultado lenta y aburrida, solo llegando a engancharme a un 10% del final y contando con 400 páginas (392 concretamente) ya os podéis imaginar lo que eso supone.
Pero esta solo es mi opinión, quizá a vosotrxs os resulte una lectura interesante, ya tendréis que valorar en función de lo que os he contado.



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Esta historia se desarrolla dentro de tres períodos de tiempo, 1940, 1950 y 1981 y trata sobre una joven llamada Juliet Armstrong que reclutamos por el MI5 para transcribir conversaciones secretas entre simpatizantes fascistas británicos, lo que a su vez la lleva a convertirse en una espía. Esta es una historia intrigante con una protagonista femenina peculiar y un tanto sociópata. Hay más que una pista de humor a través de ella. No es un libro de ritmo rápido, sino uno para saborear. Preciosamente escrito con un gran giro al final que no vi venir. Una lectura muy agradable.

Es una novela escrita de manera deliciosa, con una protagonista aparentemente “ingenua”, que me ha encantado. Divertida, sagaz, inteligente y pasional a partes iguales.

Una trama en la que la autora mezcla ficción y realidad, dándole eco a esas agentes del M15 , reclutadas como secretarias, que además llevaron a cabo las tediosas tareas de transcribir conversaciones escuchadas en pisos francos.

Juliet Armstrong es el nombre inventado de alguna mujer anónima real en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial.

El personaje entrañable de Perry Gibbson, me ha hecho reír y me ha inspirado ternura, cerrando junto a Juliet de una manera redonda.

Una historia que me ha atrapado entre sus páginas.

Muy recomendable.
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He leído últimamente más libros que transcurren en esta época y, sinceramente, este no es de los mejores. Una historia un poco lenta, narrada a dos tiempos y con un final, al menos para mi, un tanto confuso.