La amenaza de Andromeda

En plena Guerra Fría y en una de sus primeras incursiones a la ciencia ficción más realista, Crichton nos habló de armas biológicas, pero muy sutilmente. El peligro venía del espacio exterior, un virus letal que se había de controlar.

Ahora todo nos pueda sonar muy actual, pero hace 50 años el peligro eran las armas nucleares y parecía que nadie podía temer que bichitos microscópicos pudieran ser un enemigo más, viniesen de la tierra o del exterior.

Una muy buena obra, sin una ficción estridente, al contrario que en todo momento quiere ser realista y transmitir el peligro real hacia la humanidad.

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Uno de mis autores favoritos de ciencia ficción.
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Imagina que un pueblo entero aparece vacío. Entero. Imagina que no hay signos de guerra, ni de asesinatos.
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Imagina que en ese pueblo a las 9 de la mañana había vida y a las 9:05 ya no.
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Ahora imagina que mandan a un grupo de expertos en todo lo que se te pueda ocurrir para que intenten descubrir qué está pasando en el pueblo. Aíslalos e intenta evitar que el mundo se entere de lo que está pasando.
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Ahora imagina que algo sale mal....y que las cosas se complican....¿como acabara esto?....pues tendrás que leerte el libro porque como digo a veces, yo no hago spoilers.... Esta historia es ciencia ficción si, pero aterradora por momentos....una gozada. ¿ya lo leíste? ¿Que te pareció? Anímate a comentarla conmigo. .

Ahora que atravesamos momentos de miedo e incertidumbre a cuenta del coronavirus, vale la pena recordar una de las primeras y más exitosas novelas de Michael Crichton, más o menos relacionada con el asunto: La amenaza de Andrómeda (1969).

El título original es The Andromeda Strain, es decir, la cepa de Andrómeda. Así es como es llamado el microbio que llega a nuestro planeta a bordo de un satélite estadounidense estrellado cerca de Piedmont, un pequeño pueblo de Arizona. Un pequeño bicho tan extraño como letal.

El panorama que se encuentran los militares cuando llegan al pueblo es sobrecogedor: cadáveres por las calles y más cadáveres dentro de las casas. También los primeros soldados en llegar, al no contar con trajes de protección bacteriológica, fallecen de forma casi instantánea.


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