Los últimos

"Hemos agotado las últimas latas de conservas y la última tableta de chocolate. Desde hace días carecemos de otros alimentos distintos de las píldoras de proteínas e hidratos que facilita el ejército. Aun así, seguimos sentándonos a la mesa como hemos hecho siempre y yo me ocupo cada comida de bendecir los alimentos".

Los últimos, de Juan Carlos Márquez, es un libro en el que un grupo de personas supervivientes del Apocalipsis vagan por una Tierra devastada por un gran fogonazo que provocó que todos los seres humanos quedaran convertidos en cenizas, excepto aquellos que se encontraran bajo techo. Además, desapareció el oxígeno y los supervivientes se vieron obligados a utilizar bombonas y mascarillas para seguir viviendo.

A través de capítulos muy breves que son las páginas del diario del protagonista, este nos va desvelando los obstáculos que se van encontrando en el camino a la supervivencia, la amenaza de las ratas, la endeble ayuda del ejército… Y una amenaza mayor, que es la mutación de miles de humanos en bestias caníbales por consumir una sustancia supuestamente sanadora.

Cuando la situación se vuelve insostenible en sus refugios, la familia del protagonista y dos vecinos más deciden ponerse a resguardo en los sitios que el ejército ha establecido para ello. Pero viendo que allí no hay futuro y que la situación no mejora, optan por viajar hasta Cabo Cañaveral (no explican cómo) y montarse en una nave espacial con la que llegan a Marte (tampoco explican cómo consiguen la nave ni cómo la pilotan, aunque sí dicen que pilotar una nave ha de ser como manejar un avión).

Una vez en Marte, la situación no mejora demasiado debido a alguna muerte que provoca dolor entre el resto de supervivientes, que recordemos que son un puñado, y a que allí también encuentran bestias caníbales, en este caso debilitadas e inofensivas. Finalmente, los protagonistas recibirán una curiosa visita en su pequeño refugio marciano.

Este libro me ha recordado inevitablemente a Los huérfanos, de Jorge Carrión, que también está escrito en forma de diario y que también habla sobre supervivientes del Apocalipsis, solo que estos se mantienen estáticos en un búnker y su rutina se hace más monótona. Y también me recordó en cierto modo a otro libro post-apocalíptico como es Disolución, de Pablo Bujalance.

Tanto en el libro de Carrión como en este, en cualquier refugio post-apocalíptico, ya sea en la Tierra o en Marte, surge el amor entre los supervivientes, ya sean numerosos o no, surge la idea de que los niños que estén entre ellos sean los encargados de mantener la especie. Y también surgen las infidelidades y la perversión sexual, es decir, salen a relucir los instintos más ancestrales del ser humano en situaciones extremas como esta.

Márquez escribe un libro que, debido a la brevedad de sus capítulos y a los continuos movimientos de sus protagonistas, no da margen al lector para aburrirse. Es una novela que se devora en poquísimo tiempo y que hace estar en todo momento a la expectativa de lo que les ocurra a los protagonistas. Ha dejado un final demasiado abierto que me gustaría que hubiera cercado más, porque a mí me gustan más concretos, sin que sean cerrados del todo. Excepto esto, es un libro aceptable para ser el primero que leo de una editorial como Salto de Página.