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ISBN : 8439734891
224 páginas
Editorial: Random House (11/10/2018)

Calificación promedio : 3.61/5 (sobre 58 calificaciones)
Resumen:
Una nueva novela de la prestigiosa autora argentina Samanta Schweblin que desvela el lado más inquietante de las nuevas tecnologías. Casi siempre comienza en los hogares. Ya se registran miles de casos en Vancouver, Hong Kong, Tel Aviv, Barcelona, Oaxaca... y se está propagando rápidamente a todos los rincones del mundo. No son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema -se dice en las noticias y se comparte en las redes- es que una... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (37) Ver más Añadir una crítica
Zairamec
 08 July 2020

Primera lectura 31 mayo de 2020
Samantha Schweblin es una de las escritoras latinoaméricas que descubrí este año y cada que leo un libro suyo me atrapa aún más, en esta oportunidad quiero hablarles de su novela "Kentukis" si bien ella es una cuentista (una gran cuentista), se ha aventurado en la escritura de novelas que terminan siendo cortas, pero llenas de muchas reflexiones, con personajes con pocas descripciones en lo referente apariencia y nombres, pero con análisis profundos de su cotidianidad y termina con finales abiertos, confusos, inconclusos y para mí, majestuosos (siempre termino aplaudiendo y asintiendo cada vez que terminó un cuento suyo).

Regresando, ¿De que va "Kentukis"?, bueno, es una novela donde el eje central de la narración es lo que hoy se ha convertido en el lenguaje universal, la tecnología y su multiplicidad de dispositivos, aquí estos se llaman Kentukis y son una mezcla de tamagoshis con esos famosos furby que incoporaban inteligencia artificial, solo que aquí son unos peluches con formas de animales reales o fantásticos, como conejos o dragones, que son controlados y manejados por otro ser humano, entonces tu puedes ser dos tipos de usuario, el que compra el Kentuki y que por lo tanto esta abierto a que sea observado por este y los que compran el software que son quienes controlan los kentukis y se meten en las casas de otros, pero aquí todo mundo sabe como funciona, es conciente que quien esta al otro lado de la pantalla es otro ser humano ubicado en quien sabe que lugar del planeta y quien sabe con que intenciones y aún asi acepta hacerlo parte de su vida y de su cotidianidad, la única regla: un dispositivo por cada software, asi que si se daña se desecha y si lo apagas porque te aburres de "tu amo", pierdes tu dinero.

Hasta aquí es el eje central, despues la autora mete estos Kentukis en distintas familias y va contando lo que sucede en cada una de las casas, algunas historias estan centradas en los amos con historias curiosas, divertidas, agradables, es como decirlo, la parte bonita e inocente, ver a otros comer, servir como compañero a una persona solitaria (pues sí, podría considerarse una especie de mascota por la forma que tienen y porque se mueven a voluntad), pero por otro el lado te muestra la parte peligrosa de la historia, secuestro, acoso, abuso, exposición, destrucción. La narración va de una casa a otra, de una familia a otra tipo cortes de cine y con su ritmo te va contando lo que se siente estar en cada uno de esos escenarios. 

Disconfort, sí, fue todo lo que sentí en la lectura. Es una novela que tiene la habilidad de hacerte sentir desconcertado, pero a la vez aburrido, porque a veces da la sensación que no esta pasando nada, pero si tus ojos se fijan bien, si eres capaz de leer y te concentras serás capaz de abrir las cerraduras que blindan todos los escenarios familiares, cerraduras que ocultan los secretos, los problemas, los dilemas, el dolor, el llanto, en fin, los problemas que siempre vienen en las cajas y las bolsas que cada miembro de la familia mete en la casa que se convertirá en su hogar; y son estos secretos los que, sin saberlo (o tal vez sabiéndolo, pero con aceptación conciente) estan dispuestos a revelar a través de una forma aparentemente inocente, un muñeco llamado Kentuki, o tal vez también es solo el reflejo de ese extraño "morbo" o placer que ha invadido la sociedad actual, el querer ser observados pues así podemos curar ese extraño veneno que parece diseminarse en el aire, pues hoy en día solo podemos existir si vivimos en la red (y viceversa).

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Yolib
 19 November 2022
La novela plantea muchas cuestiones actuales, sobre todo desde que prácticamente todos los seres humanos del planeta han introducido en sus vidas la comunicación a través de las redes sociales, o desde que en el mundo de hoy, la exposición de la vida de cada uno es continua, ya sea la real, o la deseada, como cuando se suben las fotos más seleccionadas a instagram.
Pero este relato trata de algo más ominoso, exprime esta realidad hasta conseguir que pensemos qué nos gustaría más, ser los que exponemos nuestra vida, pero sólo a una persona, o ser esa persona mirona en la vida de alguien desconocido.
En la realidad que plantea la novela, se han puesto de moda unos muñecos parecidos a los furbys, (esos peluches tecnológicos que hicieron furor en los 90), que se venden en todo el mundo, y son caros, 279 $, al mismo tiempo, también se venden las conexiones digitales que hacen funcionar al peluche, pero a cualquier otro usuario, en cualquier otro lugar, y son algo más baratas.
La novela tiene una estructura de capítulos muy cortos, que no están ni enumerados, ni titulados, es algo muy singular: alterna capítulos, cuando cambia de personajes y de lugar. He contado 35 y por ellos pululan personas de diferentes países, culturas, o clases y la propia historia decide quienes serán los protagonistas, es decir: hay 5 historias muy cortas que se acaban en 3 o 4 páginas, porque los kentukis se rompen, o los desconectan, o no se establece la relación adecuada, como en el primer relato de las 3 chicas que tienen un peluche justiciero y las amenaza por su mal comportamiento. O en la historia nº 7, en la que se compran 2 kentukis conejitos, para una residencia de ancianos y a los 10 minutos las conexiones se perdieron, o se pararon y la reflexión que hace el director de la residencia es muy sugerente: “Nunca se le había ocurrido a Eider, que había que pensar si sería digno de un electrodoméstico vivir con uno o no”
En los 30 capítulos restantes se desarrollan a su vez 5 historias, de las cuales 3 personajes tienen tarjetas con conexión, Emilia, Grigor y Marvin y otros 2 protagonistas son Kentukis, Alina con un cuervo y Enzo con un topo.
La autora escoge a esos personajes para mostrarnos sus reflexiones acerca de la soledad, de la falta de comunicación dentro de las familias, de no saber encontrar su lugar en el mundo como es el caso de Alina, o de lo sobrecogedor que puede llegar a ser la falta de regulación en el comercio tecnológico, de lo cual se aprovecha Grigor, montando a su vez un negocio y vendiendo sus 68 conexiones.
También, como no, de los peligros que todo eso encierra, como la estafa de dinero de la que es víctima el jovencísimo Marvin, la historia de abuso que Emilia cree observar en la vida de su kentuki, o cómo Grigor y Nicolina consiguen salvar a una niña secuestrada.
Terminé de leer el libro con una sensación molesta en la nuca, que aumentó cuando me fijé en el roomba, el aspirador que circula libre por la casa y que él solito se va a su base de carga cuando termina su programa. ¡Caramba Yoli, me dije el aspirador no es un kentuki! También me fijo en mi portátil, del que no me separo mucho a lo largo del día, o en mi Smartphone, del que no me separo nunca. Esos sí que pueden convertirse en kentukis. Esta novela da más de sí de lo que en principio se puede esperar de ella y cada lector puede llegar a muchas conclusiones.



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ornito
 20 December 2021
MI LIBRO FAVORITO DEL 2021.

Encontré este título un día como propaganda en facebook, o instagram, no me acuerdo muy bien, la verdad. Lo que sí tengo presente es que vi la portada de paso y seguí de largo, para menos de un segundo después volver para mirarla mejor.

Sí, me había llamado la atención, pero me agarró desprevenida.

Me quedé ahora sí, un ratito largo mirando la portada, teniendo un vago recuerdo de Cementerio de Animales y cuestionándome por qué alguien le pondría de título a su libro como el plural (y mal escrito) de una cadena de restaurante de pizzas.

Picada por la curiosidad fui a buscar una sinopsis que me explique un poco mejor qué es lo que estaba pasando. El buen pana Google hizo lo que tenía que hacer y yo, por otro lado, leí lo que tenía que leer.

Me quedé imbécil, porque no entendí absolutamente nada. En mi mente se dibujó una secta, pero tampoco sabía bien por qué. Carecía de sentido la correlación entre palabras y así como entré a la página preguntándome «¿De qué se trata?», salí de la misma forma.

Y entonces dije: LO NECESITO.

Leer más de un libro al mismo tiempo no es de mis actividades favoritas, no lo hago a no ser que sea muy necesario o que necesite un break de tal historia, aun así, si un nuevo libro se interpone, no vuelvo a agarrar el primero hasta terminar con el infiltrado. ¿Me estoy enredando mucho? Puede que sí.

La cosa es que no me resistí más, no había terminado Demian y dije «Voy a leer solo la primera frase de Kentukis, solo para saciar las ansias y listo». Madre de dios qué mala idea. Samanta no encontró una mejor frase para iniciar su narración, puso en la sinopsis y en aquella primera frase tanta incertidumbre que te atrapa desde el primer momento.

Terminé leyendo todo el primer párrafo, porque al final la primera oración no fue suficiente, cuando me di cuenta el primer párrafo tampoco me estaba calmando así que seguí con el siguiente. de repente mis dedos estaban en la punta de la página, a punto de pasarla. Y me frené. Si yo llegaba a dar vuelta esa página no iba a poder parar hasta terminarlo. Lo sabía. ¡Y solo había leído el principio! Me contuve. Usé una fuerza de voluntad enorme (una que al parecer tengo pero se hace inútil para las cosas importantes de la vida) y seguí con Demian, lo terminé, suspiré y me acuerdo también que dije que quería esperar un poquito a empezar con otra cosa porque ese libro realmente para mí significó algo. Pero la fuerza de voluntad aparentemente viene con una única muestra gratis cada cierto tiempo, después hay que pagar. Y para quienes no saben, estoy bastante pobre. Por lo tanto, apenas ese pensamiento se concluyó en mi cabeza, solté un libro y fui a correr atrás del otro como si me estuviesen ofreciendo el boleto ganador de la lotería como si no tuviese que pagar un impuesto a las ganancias.

Empecé otra vez, la primera oración, el primer párrafo, el segundo, el tercero y la primera hoja. Pasé página. Pasé página otra vez y pasé página otra vez. Terminó el primer capítulo y dije «¿Qué carajo acabo de leer? ¿Y por qué sigo sin entender nada?».

Gente, me estaba encontrando ante una tremenda joyita y todavía no me daba cuenta.

Déjenme, les explico.

Tal y como nos cuenta la sinopsis, los kentukis no son robots, ni fantasmas, ni mascotas, y no están en tu casa, pero están.

Los kentukis son unos aparatitos bastante tiernos, que tienen la forma de animalitos, los compras en el chino, en la tienda de regalos, en el bazar, en el supermercado, vos podés elegir el que más te guste. Hay conejos, dragones, cuervos, topos, entre tantos modelos más. Son básicamente peluches con ruedas y un sistema de carga en el interior, por supuesto vienen con su correspondiente cargador. Y estos peluches, gracias a sus rueditas, se mueven solos por la casa, parpadean, hacen ruiditos y se comunican como pueden. ¿Por qué? Porque detrás de toda esa superficie de ternura existe una persona del otro lado del mundo manejándolo. Los ojitos de esos bichos son una cámara, y a quien quiera que lo esté manejando, tiene en su pantalla de la computadora, tablet o teléfono tu viva imagen de lo que estás haciendo en tiempo real.

¿Y esto es ilegal? Por supuesto que no. Existe un contrato tácito entre kentuki y amo. El kentuki es quien decida comprar una tarjeta de usuario para pasársela detrás de una pantalla observando la vida de alguien más, amo es quien compra su muñequito en la tienda más cercana, lo enciende y lo trata como mascota y/o amigo.

La única condición que existe es que nadie puede elegir. El kentuki no puede elegir quién o qué parte del mundo le va a tocar, y el amo no puede elegir quién va a tener acceso a su casa. Así que sí, quien te esté mirando puede ser un pervertido; un niño de 7 años; o un ser humano decente que hasta puede convertirse en tu amigo de la vida real. Y lo mismo pasa del otro lado, el kentuki puede comenzar a vivir en Miami a través de los ojos del muñequito que maneja con las flechas del teclado, pero resulta que puede ser el regalo de cumpleaños de un infante que lo golpea; puede caer en una casa donde hay un perro que no deja de perseguirlo; quizá se convierte en la compañía cotidiana de algún ser humano que vive solo; o puede quedar en el medio de una casa desolada en la que no pasa absolutamente nada.

A través de esta “forma de vida” o “avance tecnológico” salen disparadas consecuencias tan distintas que es inevitablemente fascinante leer cada una de ellas. Entre amo y kentuki puede generarse un vínculo precioso y hasta pueden inventar juntos un idioma o una manera de comunicarse entre ellos. En esta historia tenemos la posibilidad de ver la vida a través de distintos personajes, pueden ser ellos kentukis o amos. Conocemos la sensación que tienen con la compañía de aquella otra persona del otro lado, las amistades que pueden surgir entre kentukis si llegan a conocerse entre ellos, los motivos por los que la gente se convierte en kentukis o amos. Incluso el provecho que saca la gente con esta nueva tecnología, porque siempre existen, los que los aman y a quienes les desagradan completamente. Las distintas historias que pueden (o no) llevar a cada uno a elegir ser uno u otro. Hay historias que te llegan al corazón, otras que te desesperan porque no hay nada que se pueda hacer y otras que te parten el alma porque junta ambos conceptos. Llega a ser hermoso como horrible, y cuando menos te das cuenta te estás cuestionando en cuál de los dos bandos estarías si esto algún día llegara a ser verdad.

Pero al final del día nunca hay que olvidar que quien está del otro lado no es una mascota o un amo, sino una persona. Se pueden ofender, pueden ser vengativos, pueden estar en desacuerdo y ellos sí pueden hacer algo, tanto amo como kentuki tienen cierto poder sobre la otra persona que no se puede evitar, y es algo que uno acepta al comprar uno o al abrir el servidor por primera vez.

Cuando terminé, la última oración se me quedó grabada en la cabeza, dejándome en blanco, de la misma forma que lo hizo la primera oración del libro. Pero esta vez la incertidumbre tuvo un sabor amargo. Primero, porque no hay nada que pueda calmar mi razón de ser porque no existe un capítulo siguiente; segundo, porque devolvió toda esa desesperación de no poder hacer nada como lo había logrado con el resto de las historias; y tercero, porque fue un golpe seco, duro y sin anestesia a la realidad. Y simplemente hay que vivir con eso.
Enlace: https://ornellassx7.wixsite...
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Hefesto
 07 September 2019
La obra de Samanta Schweblin parte de una idea aparentemente estrambótica: unas mascotas mecánicas con formas de animales, dirigidas por otros humanos elegidos al azar que pueden observarte e interactuar contigo pero no hablarte y de los que nada sabes en un principio. Sí, ya se que parece demasiado rebuscado e ilógico, que no los dejarías entrar en tu casa y espiarte, pero detente un momento y piensa que esa idea combina la necesidad creciente de gran parte de la población de vivir con mascotas por un lado, y por otro nuestra adicción a las redes sociales en las que podemos exhibirnos o “cotillear” a los demás sin pudor alguno.

Y girando en torno a esto, pasando de puntillas por el debate ético y dando por hecho que la moda se impone al sentido común, la autora argentina construye una obra coral en la que se intercalan relatos de gente que, o bien tiene un “Kentuki”, o decide ser uno de ellos a través de una pantalla y unos sencillos mandos.

La primera historia, fresca y divertida, ya te advierte de los peligros de esta situación y te hace prever que estás ante un thriller y un alegato en defensa de la privacidad. Pero en realidad lo que encontramos en esta obra son las vidas de distintos tipos de personas; ancianas, niños, adultos, oportunistas, malintencionados, pervertidos, gente buena y gente mala, seres a los que su vida les parece poco y otros que se consideran dignos de ser admirados... Y partiendo de estos personajes Schewblin orienta la narración hacia las distintas necesidades de dichas personas para tener/ser un Kentuki y la manera en que estos cambian su existencia. Nos describe diferentes vidas que tratan, casi siempre, de suplir algo que creen que les falta, ya sea compañía, una vía de escape a la cotidianidad o el trauma, un modo de obtener beneficios o la forma de tener a “alguien” en quien focalizar sus actos más viscerales o reprobables. Y es que la autora se permite apuntar en una frase que hay gente que paga por tener a otra persona como mascota, alguien real que les adore, y desde que eso tiene lugar, nada es impensable.

Todas las historias comienzan de un modo más o menos amable y van tendiendo a oscurecerse dando como resultado una novela muy recomendable que, una vez asimilada y reposada (a pesar de su aparente simplicidad), hace que te plantees cuestiones como, por ejemplo, ¿cuál será el siguiente paso en nuestro modo cada vez más impersonal de relacionarnos?
Enlace: https://elyunquedehefesto.bl..
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macarenamamone
 13 November 2018
Una sorpresa. Entré con precaución a esta historia por las malas reseñas que había leído y tal vez así, sin expectativas, lo disfruté muchísimo más de lo que esperaba.
El argumento me enganchó desde la primera página, los kentukis son unos peluches que, al estilo gran hermano, lo ven todo, y quienes lo poseen nunca saben quién los está mirando, puede ser un vecino como alguien que vive en la otra punta del planeta. Además, me pareció interesante como está estructurada la novela, que cuenta la historia de algunos personajes centrales (Emilia, Alina, Enzo, Marvin y Grigor, creo que no olvido ninguno) y mecha algunas historias más esporádicas que no se vuelven a tocar. Creo que es interesante, más allá de seguir la progresión de tres o cuatro personajes principales, tener esos episodios extras que narran otras experiencias, quizás mas cortas aunque no menos impactantes, con los kentukis.
Me gusta como Schweblin retrata el “boom” de cierta moda que, en un comienzo, todos podemos juzgar de ilógica, pero que aún así se instala y es aceptada por la sociedad, incluso por quienes tenían sus reparos al principio. La manera en la que los kentukis empiezan a aparecer y poco a poco pasan a estar en absolutamente todos lados es muy actual y la autora capta ese fenómeno muy bien.
Otro punto que me gustó es la representación de una sociedad divida entre los que son mirados y los que miran, los que “tienen” (un kentuki) y los que “son” (un kentuki), es interesante pensar por qué y qué implica que algunos elijan ser mirados y otros elijan mirar.
Por último, creo que lo que más me gustó de esta novela es ese tinte de cyber punk que tiene cuando los que “son” kentukis se meten tanto esa vida virtual y paralela que se sienten más kentuki que humanos. La “vida” kentuki empieza a tomar más importancia que la vida humana, tanto que casi podrían vivir sin esa parte humana. Los límites entre ambas “vidas” empiezan a difuminarse.

En fin, para mí, Kentukis es un súper recomendado, tanto el libro como la autora, a quien pienso seguir leyendo.
(Son cuatro estrellas porque esperaba algo más impactante para el final)
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Las críticas de la prensa (6)
confabulario08 April 2019
En apariencia son inofensivos. Tienen forma de dragón, cuervo y conejo. Los han adquirido personas de muchas ciudades, desde Oaxaca, Vancouver, Hong Kong y Barcelona. Son los kentukis, protagonistas de esta novela, y quienes encarnan la faceta más real de nuestra relación con la tecnología.
Leer la crítica en el sitio web: confabulario
larazon21 November 2018
«Kentukis» una obra breve, extraña y eficaz, que se mueve en los límites entre la intimidad y la intromisión, entre la privacidad y el espectáculo y que la autora de «Pájaros en la cabeza» conduce con un pulso narrativo firme, sin fisuras, en sintonía con la cadencia de sus mejores relatos.
Leer la crítica en el sitio web: larazon
Abc14 November 2018
La escritora argentina, candidata al Man Booker en 2017, publica «Kentukis», una inteligente reflexión sobre la soledad y la privacidad en nuestra sociedad
Leer la crítica en el sitio web: Abc
elperiodico14 November 2018
Con la invención de unos extraños dispositivos tecnológicos, Samanta Schweblin crea una fábula sobre la incomunicación.
Leer la crítica en el sitio web: elperiodico
elmundo29 October 2018
Kentukis, la nueva novela de la escritora argentina, convierte elpresente en una distopía blackmirroriana.
Leer la crítica en el sitio web: elmundo
revistan12 October 2018
Por su primera novela fue nominada al Man Booker, uno de los premios más prestigiosos. Ahora nos sumerge en un mundo de mascotas electrónicas, con las que se interroga por los límites de la intimidad y el voyeurismo.
Leer la crítica en el sitio web: revistan
Citas y frases (12) Ver más Añadir cita
LecturasparavivirLecturasparavivir08 May 2020
Los kentukis no son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema —se dice en las noticias y se comparte en las redes— es que una persona que vive en Berlín no debería poder pasearse libremente por el living de otra que vive en Sídney; ni alguien que vive en Bangkok, desayunar junto a tus hijos en tu departamento de Buenos Aires. En especial, cuando esas personas que dejamos entrar a casa son completamente anónimas.
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Rosa44Rosa4426 August 2020
"Y entonces lo entendió: no quería seguir viendo a desconocidos comer y roncar, no quería volver a ver ni un solo pollito gritando de terror mientras el resto lo desplumaba de los nervios, no quería mover a nadie más de un infierno a otro.
No iba a esperar a que las benditas regulaciones internacionales llegaran para sacarlo del negocio, ya habían tardado demasiado. Iba a salirse solo. Vendería los dispositivos que le quedaban y se dedicaría a otra cosa. Accedió a la
configuración general y, sin molestarse siquiera en sacar antes al kentuki de esa casa, cortó la conexión".
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lectoraaburridalectoraaburrida05 March 2019
se preguntó, con un miedo que casi podría quebrarla, si estaba de pie sobre un mundo del que realmente se pudiera escapar.
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HefestoHefesto02 September 2019
La gente pagaba para que la siguieran como un perro el día entero, querían a alguien real mendigando sus miradas.
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HefestoHefesto31 August 2019
Un «amo» no quiere saber lo que opinan sus mascotas
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Videos de Samanta Schweblin (6) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Samanta Schweblin
17/02/2023. Dialogamos con la escritora argentina Samanta Schweblin y nos habla del éxito de público y crítica de su libro de relatos Siete Casas Vacías, cuya traducción al inglés recibió el National Book Award, uno de los premios más prestigiosos de Estados Unidos y de la literatura en inglés. Nos cuenta la importancia que tienen para ella las casas como espacio a veces opresivo y destaca que fuimos hechos para dormir mirando las estrellas no encerrados en casas. El tema de cierto tipo de locura atraviesa sus cuentos. Schweblin es experta en crear atmósferas densas e inquietantes, algo que se refleja en sus obras.
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