Illius

Todo empezará en el prólogo, donde sabremos del secuestro de un niño. En esas pocas páginas recibiremos una bofetada en toda la cara, de la que no nos quitaremos ya el escozor en lo que queda de historia.

Por primera vez voy a resumir poco, pues por primera vez necesito que entendáis que no es la historia la que manda, si no como el autor la escribió.
Aurora, nuestra protagonista principal, sigue sin encontrar el rumbo de su vida desde que terminó su relación con Jaime. Antes de poner fin de forma definitiva a su vida en común, harán un viaje a un pueblo de nombre Delago. En el interior de sus frondosos bosques encontrarán una cruz, de la cual ella tomará una fotografía en la que Jaime posará junto a la misma. Unos años más tarde revelará un carrete de fotos y encontrará esa fotografía donde aparte su ex novio, de la cruz de hierro y los árboles de fondo, aparecerá un niño que ella no recuerda que estuviera allí en ese momento. Junto a un amigo íntimo, Marcos, regresará al mismo lugar para saber que misterio esconde ese niño que no debía de estar ahí.
Y si, aquí lo dejo, tal cual.

¿Vais a leer una historia sobrenatural? En parte sí. Espectros hay, y mensajes que no se sabe hasta dónde pueden llevar. Pero no, no es una historia del más allá. Es una historia de vidas que se vivieron, se perdieron y todavía siguen buscando un lugar...
Siento no contaros más, pero ya os lo dije: no es el argumento, que también. Es como está escrita. Hay muchos lectores que se aburren fácilmente con un libro, y no es que el libro sea malo, no. Lo que ocurre es todo lo contrario, que es tan bueno que le exige al lector poner de su parte y este no logra entender que debe usar la cabeza y entrar en el juego para seguir la historia. Cuánto daño han hecho esos libros vendidos como churros, esa lectura fácil, de leer de una tirada. Luego alguien escribe algo maravilloso, pero con un lenguaje poco usado, una prosa elaborada y compleja, unas tramas a las que hay que llegar con tranquilidad, siguiendo la construcción que el autor dejó y dispuesto a aceptar su propuesta, y pensamos erróneamente que es un mal libro y no la genialidad que es, aquello que debemos buscar siempre en cualquier lectura.

Raúl lo hizo. Jugará con su historia y con el propio lector, con tal maestría que hasta que no llegué a más de la mitad del libro, no fui capaz de ver lo que él quería que yo entendiese. Fue tan brutal verlo y darse cuenta, tan bestial tomar consciencia, que solo pude cerrar el libro y volver a leer de nuevo para ver que sí, que era eso lo que debía ver, joder. No estaba yo equivocada.
¿Recordáis una serie llamada Twin Peaks? ¿Recordáis cuando tenían sueños y salían cartas, escenas aparentemente indescifrables o enanos bailando? Aquí será lo mismo, entraréis en mundos oníricos, donde saber qué es una pista y qué es mentira, será parte de ese capítulo.
Hay más personajes, tan importantes como Aurora y Jaime, ya lo creo. Marcos, David, parte de sus antiguos amigos, una mujer mayor que vive solitaria en un ático, los habitantes del extraño pueblo, personajes de la noche... Pero no os hablaré de ellos, ya los conoceréis. Y la importancia de cada uno en su papel para desvelar el final.
Tomé notas de la novela para resumirla bien, pero cuando la terminé de leer, las rompí. No, no era eso lo que yo debía resumir, debía hablaros del autor. de cómo un escritor escribe algo tan grande que su historia puede necesitar algo más de tiempo para entenderla. Por eso quería dejar escrita esta opinión. No es una novela fácil de entender, ni sencilla de seguir, y su final romperá toda la trama en mil pedazos. Pero es la novela que debéis leer para saber distinguir cuando estáis antes una obra maestra y ante un escritor al que solo se le puede aplaudir y dar las gracias por escribir tal y como lo hace.

Una fotografía de una cruz y un niño que no debía de estar ahí, quedaos con este detalle del resumen del libro.
Un autor, Raúl Ansola, que entre letras de viejas canciones, sueños , discotecas donde ya nadie baila y una forma de escribir difícil de encontrar , os llevara donde no sois capaces ni de imaginar. Cuando logréis entenderla, cuando vuestra cabeza haga click, cuando valoréis su forma de escribir, entonces y solo entonces entenderéis mis palabras. Quedaros con este detalle:
Raúl Ansola, gracias, por ser escritor.