Entre visillos

La primera vez que leí Entre visillos fue en 2º de carrera. Me fascinó tanto Carmen Martín Gaite y el libro que, dos años después, decidí realizar mi TFG sobre la autora y la obra. Me parece increíble cómo Gaite, a través de un grupo de jóvenes de bien, pone de relieve los "tipos" de mujeres que existían durante el Franquismo y cómo, a través de una lectura tan amena en la que prima el diálogo, podemos conocer el ansia de las muchachitas de contraer matrimonio, el papel al que pueden aspirar aquellas que se quedan solteras y cómo se tachan de raras a las que deciden estudiar y labrarse un futuro propio. También vamos a conocer las diversiones tan monótonas que existían durante la época a través de escenarios como el casino y el cine y cómo se estructuraba la educación. Sin duda es un libro fascinante.

Entre visillos es la primera novela de Carmen Martín Gaite, publicada en 1957 con la que gana el premio Nadal en el mismo año.
Narra, a través de conversaciones banales y sin trascendencia de varias amigas, adolescentes algunas de ellas, el demoledor retrato de las jóvenes de una ciudad de provincias, que se supone es Salamanca aunque en ningún momento se nombra, en los años 50 en plena dictadura franquista, en la que las mujeres sueñan con ser libres, trabajar y vivir por sí mismas, pero la sociedad, los hombres y la Iglesia, se lo impiden, salvo que el padre dé su aprobación… una sociedad con unas normas y unas costumbres completamente encorsetadas, que a veces ves pasar la vida entre visillos sin poder cambiar nada, aceptar lo que te ha tocado vivir.
Hay tal cantidad de personajes que con cada uno de estos personajes refleja una parte de esta sociedad.
La novela tiene distintos narradores por lo que resulta entretenida, saltando de un personaje a otro, con una prosa sencilla y directa, y unas conversaciones inocentes la escritora hace una crítica feroz y magistral de la sociedad que le estaba tocando vivir, además a través de los personajes de Natalia y Gertru refleja la discriminación educativa existente, que mientras ellas dejan los estudios para casarse, formar una familia y llevar una casa, ellos estudian oposiciones para Notarías, una época en la que no estaba bien visto que una mujer quisiera estudiar ¿para qué? El objetivo era encontrar un buen marido, dejando a la mujer como un mero elemento decorativo dentro de la familia y la sociedad.
Refleja las inquietudes intelectuales a las que tienen que renunciar las mujeres, o por las que tienen que luchar para continuar con sus estudios, la obsesión por encontrar novio y por tanto marido, las crisis existenciales y la huida.
El final es demoledor.
Muy recomendable su lectura.

“Entre visillos” relata los amoríos de los singles de la burguesía española de los años 50. La narración entra y sale de la intimidad de los personajes y los espía de puertas para adentro, pero también para afuera. de ahí los tres narradores: uno omnisciente, el diario de Natalia y la voz de Pablo, el outsider.
Los personajes se sitúan en una época de represión, y eso se ve reflejado en los juegos de poder entre los chicos y las chicas, los primeros buscando sexo y las segundas afianzar el matrimonio y con ello, un buen futuro a nivel social.
Se percibe no solo lo que nos cuentan, sino lo que no se cuenta y, incluso, aquello que es probable que le ocurra a algunos personajes. Un buen ejemplo es el caso de Gertru, que se compromete, con un novio como el suyo, un vida la vida mujeriego y machista que cree que va sobrado con darle una buena cocina y una suegra que la moldee. Es imposible que la pobre Gertru llegue a ser feliz, aunque quiera creer lo contrario.
Elisa, el amor correspondido de Pablo, es la única que pretende presumir de una vida interior más rica. Es culta y pinta, aunque nunca quiere enseñar sus obras por temor a las críticas, pero también porque nadie muestra interés en verlas. ¡Ojo, tampoco Pablo! de ahí que ella siempre tenga un pie dentro y otro fuera, pero, al final, deja que se imponga la sensatez de la época y se compromete con quien le aporta estabilidad económica y emocional.
Por su parte, Pablo, pese al desengaño, tiene asegurado otro amor futuro ya que se intuye que Natalia terminará estudiando ciencias naturales en Madrid, el mismo lugar al que se marcha a vivir Pablo. El personaje pretende ser más progresista que la gente que conoce, pero no es verdad porque no tarda en tirar la toalla y abandonar su método de enseñanza por el preferido del director, y, al final, en abandonar el lugar donde, al fin y al cabo, creció. Por lo tanto, es un outsider a medias.
El libro me resultó confuso al principio porque me perdía entre tantos personajes, pero pronto me pude familiarizar con ellos. Las actitudes tanto de los chicos como de las chicas me irritaban supongo que por mi edad. Creo que cuando yo era adolescente, ese tira y afloja era parecido porque el ser humano no ha progresado tanto. Como especie, desde luego, nada.
Es una obra un poco agobiante por la formalidad que guarda todo el mundo. En particular, los hombres me resultaban insufribles en su mayoría. Pero también es una interesante tranche de vie del hogar de la clase media-alta bajo el mandato de la moral franquista.

Hoy quiero reseñar de un premio Nadal, en este caso el premio Nadal 1957, Entre visillos de Carmen Martín Gaite. Con decir que no pude aguantar el ritmo de la lectura conjunta y que lo leí más rápido de lo establecido, ya dejo claro que me encanto y que lo recomiendo totalmente.

En esta novela, Carmen Martín Gaite muestra la vida en provincias en plena dictadura franquista, dónde lo más importante es el qué dirán. A través de conversaciones banales en apariencia, pero no tan banales en significado de un grupo de jóvenes de esta capital de provincias, vamos conociendo sus preocupaciones y sus intereses.
En una sociedad en la que a la mujer se le imponía casarse y tener una familia, destacan personajes como Tali o Elvira que intentan rehuir de estos estereotipos. La primera, mi clara favorita, es una chica de 16 años introvertida e inteligente cuyo objetivo es estudiar y formarse. La segunda, una chica caprichosa y claramente adelantada a su tiempo.
También destaca Pablo Klein, que regresa a la capital tras pasar gran parte de su vida en el extranjero y que no consigue comprender la forma de vivir tan marcada que tiene la sociedad a la que acaba de llegar.

Entre visillos es una novela que quiere gritar libertad. Libertad con la que estas chicas de provincia no contaban. Libertad para poder ser lo que uno quiera y no lo que una sociedad marcaba. Esta forma tan opresiva de vivir se manifiesta en el contraste entre la forma de pensar del extranjero Pablo Klein y el resto de habitantes del pueblo. Todas las escenas entre Pablo y Tali son oro. Ella intentando hacerle entender porque no puede o no debe estudiar, él negado a comprender algo que no es razonable.

Os aconsejo leerla mucho. Es un clásico ya. A mi me han faltado páginas, ojalá Carmen Martín Gaite nos hubiese regalado una segunda parte para conocer que fue de todos estos personajes. Ese para mí es su mayor punto negativo, que necesitas una segunda parte para completar toda la historia.

En las memorias de Concha Méndez aparece un poema de la autora que empieza diciendo «Al nacer cada mañana / me pongo un corazón nuevo / que me entra por la ventana». La primera vez que lo leí pensé que era un canto a la vida bellísimo; la segunda vez, pensé en Gaite. Siempre que abro uno de los libros de la salmantina siento justo eso, me parece estar leyendo a una persona que debió de sentir un amor inmenso —así, en general—, que debió mirar todo con los ojos curiosos de quien sabe encontrar en cada cosa que le ocurre una historia para contar. Siento estar leyendo, en definitiva, a una mujer que nació para escribir.

Ya hace un tiempo que acabé Entre visillos, la novela con la que ganó el Premio Nadal en 1957, y aun así hay momentos que todavía no se me han ido de la cabeza. Entrar a la novela fue como si alguien gritara ¡acción! y las calles de una pequeña ciudad en los años 50 empezaran a llenarse de gente, con risas y ruido de fondo, fue como si entre toda la música de feria naciera de repente una voz en off encargada de ir contando las historias de algunas de esas personas —en su mayoría, mujeres— hasta hace poco desconocidas para nosotros, personas que en ocasiones cogerán el relevo para hablar desde su propia voz, a través de sus diarios, sus cartas o su memoria, con el único fin de relatar sus vidas, atravesadas por la pérdida y el consiguiente peso del luto, por el recuerdo, la rutina, las ganas de ver mundo, prosperar, de estudiar; vidas, en definitiva, marcadas por el deseo, en la mayoría de los casos, de salirse de los esquemas establecidos, marcadas por el (in)conformismo.

No es que recomiende leer Entre visillos, que también, es que recomiendo leer a Gaite: más que por sus argumentos, a mí me gustan sus historias porque me gusta que me cuente, que me arrope con esa mirada suya tan especial. Su escritura es uno de esos lugares seguros que hacen que leerla sea un lujo: no importa qué, no importa cómo, no importa cuándo. Como decía la propia Carmiña: quien tiene un poco de vida interior no puede aburrirse. Y qué amplia y bella debió de ser la suya.