El ritual

No es un secreto que escribir Fantasía es una tarea ardua, sin importar el país de origen del autor. Dentro del contexto colombiano es todavía un terreno agreste, casi estéril y lleno dificultades por la falta de referentes cercanos sobre los cuales poner sus ojos, un asunto que aún carece de identidad y de sello propio.

Este libro es el debut de Emmanuel, debo decir que no lo tenía referenciado dentro del panorama fantástico nacional y me causó una gran sorpresa cuando lo vi, así que supe que lo tenía que leer pronto; pues si bien el género es bastante incipiente en el continente, en los últimos años han surgido un par de esfuerzos para potencializar y mostrarlo, lo cual es una propuesta arriesgada en un mercado editorial de entrada difícil y que suele irse por las apuestas más “seguras”.

La historia de entrada va al grano, luego de un corto prologo —que ahora en retrospectiva no veo tan esclarecedor, relevante y aportante— nos encontramos dentro del desarrollo de la historia. Desde ya quiero dejar en claro que el libro tiene cosas buenas: la diversidad de magia que presenta el mundo, la posición de que el mal es inherente al tipo de magia que se practica y propio de la persona que la use, el intento de incluir nuevas especies fantásticas a las que ya conocemos: los Imphalas, los Ibilis y los Cuelis.

Lastimosamente, estos elementos que de entrada parecen que lo engancharán a uno en la historia se pierden y quedan en una simple mención. Pronto, los diálogos entre los personajes se tornan flojos, irreales y sin el carácter épico que por momentos deben de tener. Las personalidades de los personajes principales se cruzan entre ellos y cuesta diferencias quién dice qué.

Los conflictos intermedios que se proponen con el fin de explorar el basto mundo donde se desarrolla la historia, son aburridos y parecen más la narración de una partida de algún juego de rol que la narración de una historia. Son conflictos que no aportar mayor cosa al desarrollo general de la historia y por el contrario desdibujan el fin mayor que buscan los personajes.

Para sorpresa de nadie, el personaje principal es, sin saberlo, el elegido para reencausar a los nigromantes y debe buscar la forma de hacerlo; forma que al parecer todos saben y le esconden de formas “misteriosas”, un cliché que resulta ser bastante predecible en su manejo dentro de la obra.

El “idioma” que supuestamente hablan los nigromantes entre ellos no pasa de ser un simple alfabeto, un paraje inexplorado y una decoración en el encabezado de cada capítulo. Una pena que en el momento de referirse a cuestiones de la magia el autor haya recurrido al latín, en vez de al supuesto idioma que inventó para su mundo con el fin de darle mayor validez, mayor peso a lo que imagina; pues de esto se trata escribir Fantasía: Darle todos los argumentos posibles para que sea una historia creíble. Un error común, que también cometió Paolini en su saga del Legado al añadir unas cuantas palabras medio inventadas y pretender que es un idioma, como si esto se hiciera de la noche a la mañana.

Lastimosamente el libro no lleva a ningún lado, y cuando debería terminar y cerrar todos los ciclos e historias propuestas en sus páginas, se abren más puertas, más conflictos que no tengo ni la más remota idea de dónde se van a esclarecer. Muy mala idea debutar con una historia que está planeada con una secuela. El dichoso ritual que nos prometieron como salvación de los nigromantes queda en el olvido y nos quedamos con el final típico: una batalla a todo dar. Aparecen personajes de la nada que resultan ser familiares de los que ya conocíamos —otra cosa bastante predecible y usado hasta el cansancio—, sin nada más, sin aportar nada ni dar el sello propio o su aporte al género, sin innovación y solo mostrando un conocimiento enciclopédico sobre Fantasía que llega a ser aburridor.

Esta es la principal falencia del libro, que está lleno de clichés que ya se han mascado y remascado en muchas otras obras, que están tomados deliberadamente a manera de fórmula y que no dan un aporte propio. Repetir una formula no es sello de calidad ni garantiza el éxito.

En síntesis, El ritual es una semilla estéril en medio de un terreno infértil en el que apenas crecen los primeros yarumos de lo que esperamos, algún día sea un prolífico bosque de Fantasía hecha en el continente americano.