El niño de los libro rotos

En este libro Clara nos narra su historia, la primera parte, pues hay una continuación, y su lucha por adoptar y criar a Mateo.
No es un tipo de lectura al que esté muy acostumbrada debido a su estilo narrativo, pero la premisa inicial me interesaba porque la protagonista era una mujer que emprende una adopción que, a priori, no va a ser fácil, que ha tenido que perder a sus seres queridos, que vive sola y debe aprender a ser madre, etc
Sin embargo, digo que ha sido diferente porque dispone de una estructura narrativa que a mí no me resulta muy grata. Estamos ante un texto muy descriptivo, bastante adjetivado y con un estilo prosaico. Clara nos narra su historia, y este es el verbo indicado porque se encarga de contarla como si fuera una historia en lugar de vivirla. Lo que quiero decir es que habitualmente el lector o lectora contempla lo que sucede en las vidas de los personajes, o lo que ha sucedido, pero aquí Clara nos lo cuenta.
Esto propicia que haya muy pocos diálogos y que el ritmo se ralentice. Solo algunas escenas se nos muestran, la mayoría se nos cuentan. Quizá sea un poco confuso esto que quiero decir, pero espero haberme hecho entender.
No es el primer libro que leo de este estilo pero a mí particularmente no me gusta demasiado y por eso mismo creo que no es una historia para un gran público. La temática, las reflexiones y en especial esta narración, el ritmo pausado y la falta de diálogos o acción no es lo que busca el público generalista. Esto no es malo, pero sí un detalle a tener en cuenta porque creo que es bueno cuando nos acercamos a una obra y sabemos lo que esperar de ella.
El libro está bien escrito y la pluma de la autora es rica, pero algo prosaica y bastante adjetivada, lo que no hace que sea la lectura más ligera del mundo. Es un estilo bastante particular.
En cuanto a la historia diré que la premisa inicial es interesante y creo que hay una buena documentación en cuanto a los refugiados españoles después de la Guerra Civil, así como a los diferentes lugares en los que viven los protagonistas. También hay bastantes referencias culturales de los años noventa y son bastante variadas, sé que es algo que muchos lectores valoran.
La manera en la que Clara conoce a Mateo me gustó al principio pero luego me hizo arquear las cejas, porque se llevó al niño a su casa y eso es muy raro. Era otra época, es otro país diferente al mío, no sé como funcionaban las cosas, pero creo que alrededor de niños siempre hay que ser muy precavidos para no asustar al propio crío ni a sus familiares. En este caso la familia de Mateo no lo cuida como debería, pero igualmente la actuación de Clara no me pareció lo mejor.

Y aquí entramos en esta obsesión de Clara por la maternidad. Aunque se nos presenta como un personaje muy altruista a mí no me ha gustado el trasfondo de su relación con Mateo, ya que busca sustituir a su hijo nonato y puesto que el niño está desamparado, se aprovecha un poco de la situación y rápidamente le pide que le llame «Mamá Clara». Ese tipo de cosas no me parecieron muy saludables. Bien es cierto que el niño no cuenta con un buen futuro pero la abogada y Clara se valen de la ignorancia y desconocimiento de la familia del niño. Es un poco turbio todo, no es la forma ni más transparente ni más regulada que existe, pero como digo no sé cómo son en otros países estos asuntos.
También me gustaría añadir que en algún momento Clara le echa en cara alguna cosa a Mateo y eso no me parece que esté bien. Si ayudas que sea de forma desinteresada, no con la intención de que pase toda la vida agradecido, sin desobedecerte, sin enfadarse o decir cosas que no debiera. Yo pienso que cuando adoptas a un niño o una niña es tan hijo tuyo como si lo hubieras tenido de forma biológica, y pensar en devolverlo o echarle cosas en cara cuando hace algo que no te gusta no es correcto. ¡Son niños, son adolescentes, claro que harán o dirán cosas indebidas! Pero los padres deben ser conscientes de que será tu hijo igualmente, y debes perdonarle, están creciendo. No digo tampoco que haya que perdonar todo, pero las conductas típicas de la adolescencia o palabras fuera de tono… Por mucho que te enfade, no por eso vas a desterrar a tu hijo. No se puede tener la piel tan fina, y menos cuando son adolescentes y niños que han tenido una vida tan dura.
Por otra parte, esta conducta en Clara hace que no sea perfecta, ya que si hay otra cosa que no me ha gustado es el deje moralista que hay en toda la historia. Es una cuestión personal pero llegó a resultarme pesado y Clara siempre se nos presenta casi como una santa que hace muchas labores por la comunidad. Se presenta como alguien que siempre ayuda a los demás, pero no logra convencerme. Por ejemplo, se lleva a la que era su empleada con ella y le contrata un plan de pensiones, pero luego tampoco lamenta mucho irse a otro país y dejarla atrás, aunque yo creía que era como una abuela para Mateo. Como digo, estos deslices habrían estado bien para crear ese matiz en el personaje, pero al final es como si siempre hubiera una justificación y ella estuviera en lo correcto, pero yo no comparto esa opinión.
Por lo demás, me sorprendió que pasase tanto tiempo, vemos la historia avanzar más de lo que esperaba y los elementos que más me gustaron fue el trato del acoso escolar, la importancia que se le da, y la homosexualidad. Como digo, el libro está ambientado entre los años noventa y posteriores y la protagonista es una mujer que hacia el final está en la mediana edad, así que es muy interesante cuando empieza a estar en contacto con la homosexualidad como lo reflexiona y llega a entenderlo. Clara es ya desde el principio bastante abierta para la época, es una mujer educada y aunque es religiosa no juzga con dureza pero se muestra cómo ella es consciente de que debe aprender sobre otros temas y está dispuesta a ello.
No sé bien qué más se contará en la segunda parte del libro. En este quizá me habría gustado saber más de Mateo, ya que hay un momento en el que hay bastante saltos temporales y como estamos ante el punto de vista de su madre pues no sabemos cómo ha sido su experiencia creciendo y madurando, creía que él tendría más protagonismo, pero quizá, como digo, se vea en el siguiente libro.