Una novela imprescindible para conocer el sufrimiento del indio peruano, y, por extensión, de todos los indios de América. Con total descaro e impunidad los gamonales, terratenientes, capataces y burócratas han despojado al indio de sus tierras y han hecho del abuso una práctica habitual. En esta historia del pueblo de Rumi el autor describe toda la gama de artilugios que se han usado para exprimir, encarcelar y asesinar al indígena. Los hilos profundos que guían el desarrollo de los conflictos son, por un lado, la conexión vital entre el indio y la tierra, que da sentido y sustento a su vida; por el otro, la ambición y la maldad pura de los terratenientes, que todo lo ven en función de ganancias económicas, desplegadas gracias a la complicidad de las leyes y los gobiernos. El despótico Álvaro Amenábar quiere a toda costa las tierras de la comunidad de Rumi, pero no para explotarlas sino para obligar a los indios a que trabajen en sus minas. Ellos, por su parte, no comprenden los mecanismos con que opera la maldad de la “civilización”, simbolizada en Bismarck Ruíz, un tinterillo embustero y amante de la buena vida que los engaña para favorecer a Amenábar. La vida del indio Rosendo Maqui y de otros como él es desgarrada por el impulso avasallador del potentado Amenábar, que no trepida en usar los recursos más viles para conseguir sus objetivos. Para él los indios son seres subhumanos, animales de carga que hay que domesticar y, llegado el caso, castigar o aniquilar. Son un estorbo para el “progreso”, entendido aquí como todo aquello que lo beneficia a él y lo hace más rico y poderoso. Los indios, por su parte, sólo quieren vivir en paz, sembrar y cosechar, ser autosuficientes, criar animales, mantener sus tradiciones, creencias y territorio vital. Ellos entienden la armonía y conjunción de la naturaleza, de la que forman parte esencial, como algo sagrado. El ser humano es solo uno más de los elementos que componen el todo, por lo tanto debe respetar los vínculos esenciales que permiten la existencia y desarrollo de la vida. Si el hombre tiene conciencia y puede modificar algunas cosas, debe hacerlo con prudencia, tratando de no romper los equilibrios naturales. Todo esto es arrasado por la lógica de la “civilización” y el “progreso”, por la ambición enfermiza y la inconciencia. Hay intentos de rebelarse, como el que hace el Fiero Vásquez y Benito Castro, pero son, más que todo, gritos de rabia e impotencia frente al despojo. La ley no está del lado de los indios. Es una lucha imposible, pero heroica. + Leer más |
Nicomedes Santa Cruz, poeta, periodista, músico e investigador es una figura señera de la música afroperuana y, en general, de la cultura latinoamericana de raíz africana. Su vida y su obra ocupan un lugar muy destacado en la historia del Perú del S. XX.
Como investigador y escritor, revivió y dio nuevo esplendor a la décima como forma de expresión poética, lo que queda de manifiesto en su obra Décimas (1960), entre otras.
Como musicólogo, produjo una discografía que es el compendio más completo de los estilos musicales afroperuanos, interpretados por músicos únicos e históricos; de ese legado, su obra capital fueron los vinilos reunidos en Cumanana (1964), una exquisita compilación del canon de la música afroperuana, comparable en España a la Antología del Cante Flamenco de Hispavox (1955).
Como periodista, Nicomedes Santa Cruz trabajó en radio, prensa y televisión, donde tuvo entrevistas memorables con Kiko Ledgard, Víctor Jara, Mercedes Sosa y tantos otros. A caballo entre Lima y Madrid por razones familiares, en 1981 comenzó a trabajar para Radio Exterior de España, donde dirigió programas culturales de alcance panhispánico.
Como divulgador de la música negra del Perú e investigador de su origen africano, impartió conferencias por los cinco continentes y editó en varios países recopilaciones de sus discos.
Fue amigo de escritores peruanos como Ciro Alegría y Alfredo Bryce Echenique, latinoamericanos como Nicolás Guillén y César Isella, o españoles como Dámaso Alonso y Rafael Alberti.
Nicomedes Santa Cruz falleció en Madrid en 1992 y poco tiempo después, su viuda Mercedes Castillo y sus hijos Pedro y Luis Enrique, donaron a la Casa de América parte de su biblioteca y discoteca. Contando con este material y otros préstamos de la familia, la Casa de América ha organizado, con el comisariado científico de Fernando Iwasaki, la presente exposición que recorre la vida y el trabajo de Nicomedes Santa Cruz: su poesía, sus discos, sus libros, sus investigaciones y sus vínculos con destacados contemporáneos. A partir de fotografías, objetos personales, manuscritos, premios, libros y discos, así como textos, grabaciones y audios, el visitante podrá adentrarse en la figura de Nicomedes Santa Cruz y en su mundo, que es el de la cultura afroperuana.
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