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Carlos Rubio (Traductor)
ISBN : 8491048731
320 páginas
Editorial: Alianza (02/11/2017)

Calificación promedio : 4.06/5 (sobre 9 calificaciones)
Resumen:
Mizoguchi es un joven poco agraciado, lo que le ha convertido en solitario, taciturno y acomplejado: el mal y lo trágico invaden sus pensamientos. Su única fascinación es el pabellón de oro de Kioto del que su padre, monje budista, le ha hablado que es la encarnación de la suprema belleza. Tras su muerte, Mizoguchi entra como novicio en dicho templo. Se pasa el tiempo admirándolo: es su único objeto de deseo, su obsesión. Pero cuando despierta en él la sensualidad, ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (5) Añadir una crítica
ContraLaInercia
 06 October 2023
El pabellón de oro fue publicado originalmente en 1956. Su sinopsis es la siguiente: Mizoguchi es un joven poco agraciado, lo que le ha convertido en solitario, taciturno y acomplejado: el mal y lo trágico invaden sus pensamientos. Su única fascinación es el pabellón de oro de Kioto del que su padre, monje budista, le ha hablado que es la encarnación de la suprema belleza. Tras su muerte, Mizoguchi entra como novicio en dicho templo. Se pasa el tiempo admirándolo: es su único objeto de deseo, su obsesión. Mishima se basa en hechos reales, ya que lo que está haciendo es contarnos su interpretación de los hechos de Hayashi Yoken, un novicio que en 1950 destruyó el Pabellón de Oro Kinkaku-ji.

La obra se compone de diez capítulos sobre un total de doscientas cincuenta páginas, y nos narran la estancia de Mizoguchi como novicio en el templo: desde su entrada por deseo de su padre a su formación elemental, su posterior paso por la universidad y sus primeras amistades hasta sus primeros contactos sexuales, su relación con el prior y su obsesión casi fetichista con el pabellón. Desde pequeño, a nuestro protagonista le obsesionó este edificio, provocando en él algo similar al Síndrome de Stendhal. Era incapaz de vivir sin la presencia del edificio en su vida, lo que provocó, junto a su tartamudez, que le fuese muy complicado hacer amigos.

Sin embargo, conoce a dos personas que cambiarán su modo de ver las cosas por completo. Por un lado Tsurukawa, otro novicio del templo que confía plenamente en Mizoguchi y que le exculpa de todos los malos comportamientos que tiene, ya que cree ciegamente en su palabra. En cierto modo, es la versión más pura de un monje, a lo que Mizoguchi aspiraría a ser. Por otro lado, tenemos a Kashiwagi, otro novicio al que conoce en la universidad y que vendría a ser la figura del amigo malvado que le lleva a cometer actos cuestionables, como aprovecharse de una mujer en un momento de debilidad o a acudir a una prostituta para gastarse el dinero destinado a la matrícula de la universidad. Ambas personas generan un desconcierto en Mizoguchi, especialmente a la muerte de uno de ellos, lo que provocará su desvío del camino que todos proyectaban en él, incluida su madre: llegar a ser el prior del pabellón.

En este punto, debo advertir al lector de que adentrarse en una novela de Mishima no es sencillo y requiere de cierta predisposición. Su estilo narrativo es realmente bello, pero en ocasiones es tedioso, sobre todo cuando el protagonista (el libro está escrito en primera persona) hace disertaciones de varias páginas sobre las descripciones de edificios como el panteón o de sus razonamientos a la hora de cometer según qué actos. Por un lado está bien conocer el proceso de lógica de una persona al tomar decisiones. Por el otro, quizá sea demasiado tedioso leer varias páginas sobre el protagonista sopesando si acudir a ver a una geisha o no.

El final, par mí, peca de esto mismo, y además la resolución es apresurada. No le hago ningún spoiler a nadie si os digo que, efectivamente, Mizoguchi acaba quemando el Pabellón de Oro. No lo es porque, como os he dicho, la novela se basa en hechos reales, y además Mishima en la primera página nos lo dice. El último capítulo, como digo, explica el plan de Mizoguchi para llevar a cabo la pira, con largas disertaciones y con una quema del templo que nos viene anticipando y generando expectativas para que todo lo resuelva en apenas cuatro páginas, sin explicar qué pasa después con el pirómano y sin contar qué hicieron el resto de monjes.

Los personajes están realmente bien construidos, y en el caso de Mizoguchi el autor se tomó las molestias de hacer un protagonista con varias capas. Por un lado, está el joven que adora ese templo más que a muchas personas, incluida su propia madre, a la que detesta. Por otro lado, está el tartamudo que se esfuerza por disimular su problema hasta que Kashiwagi le obliga a vivir con él e, incluso, a sacarle provecho en según qué momentos. Aparte, está el joven adulto que desea desafiar a la autoridad pero que mira con desdén a los que intentan lo propio. Y, por último, el pirómano desquiciado que quiere acabar con todo lo que ha amado con el único objetivo de llevar a cabo una venganza personal contra el prior.
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Abrilhakabose
 01 March 2023
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Sabelonia
 20 April 2022
El Pabellón de Oro se trata de una novela densa y lenta, con complejas y bizarras reflexiones de un atormentado protagonista, así como con larguísimas descripciones de diferentes partes del templo budista cuyo nombre da título a la obra. Por lo tanto, este es un libro para leer con calma, paciencia y mente abierta. Sin embargo, en mi opinión, merece la pena todo el "esfuerzo" pues, entre otras consideraciones, se nota a la legua que el autor es un genio de la pluma. Lo que más me ha gustado, es la manera tan bella y magistral de describir y hablar sobre los sentimientos más oscuros y profundos del protagonista, un muchacho embrutecido y trastornado a causa de un entorno represivo y de la poca capacidad de la sociedad para aceptar a quienes considera diferentes.
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joseluispoetry
 25 October 2019
El pabellón de oro, de Yukio Mishima es todo un clásico de la literatura japonesa del siglo XX, publicada por primera vez en 1956 está inspirada en un acontecimiento histórico y a la vez trágico para los nipones; el incendio de un famoso templo budista a manos de un novicio, siendo el templo mismo una reliquia que contenía otras reliquias. Lo que consideró una gran pérdida de un fragmento de su tradición. Es indudable que Mishima era un consumado lector de la gran literatura occidental; Freud y Shakespeare se dan cita en esta obra. Nietzsche y Goethe. Esa gran tragedia del complejo de Edipo. Es una obra maravillosa la de Mishima, honda y altamente disfrutable. Enhorabuena por nosotros sus lectores.
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entrescritos_ynovelas
 19 October 2020
"El pabellón de oro" de Yukio Mishima es uno de los libros que más me ha descolocado, pero que, sin embargo no sé si volvería a leer. Este libro narra la historia de un muchacho y su adoración, real, por el Pabellón de Oro que hay en Kyoto (Japón). Es un, casi, amor enfermizo que hace que el protagonista pierda la cabeza. Es un libro para leer con calma y con la mente abierta ya que no siempre se encuentra la narración que se espera.
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Citas y frases (16) Ver más Añadir cita
AbrilhakaboseAbrilhakabose02 February 2023
Conociendo a Kashiwagi:

Kashiwagi sólo se distinguía de los demás cuando caminaba: sentado, no se diferenciaba en nada. Su pálido rostro mostraba una cierta belleza severa; una belleza intrépida, como la de ciertas mujeres bonitas, que para nada se veía menoscabada por su defecto físico. Los contrahechos, como las mujeres hermosas, se cansan de ser mirados; sienten la náusea de vivir continuamente bajo las miradas de los otros, y las miradas que devuelven van cargadas de su propia existencia: el vencedor es el que impone su mirada al otro. Mientras comía, Kashiwagi mantenía los ojos bajos; pero se veía que no se le escapaba nada de lo que ocurría a su alrededor. Sentado bajo la luz del sol, respiraba su propia plenitud personal; me llamó vivamente la atención. Viendo su silueta, me di cuenta que la timidez y la secreta vergüenza que me producía la sola presencia de las flores y del sol primaveral era algo totalmente desconocido para él. Él era una sombra que se afirmaba a sí misma, o más bien la sombra que existía en sí —seguramente impenetrable bajo su dura corteza, en medio de la claridad del sol.
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AbrilhakaboseAbrilhakabose23 January 2023
A veces me lo representaba cual menuda obra de artesanía, finamente trabajada, que era posible tenerla en mis manos; en otras ocasiones, era una gigantesca, terrorífica catedral que se perdía en las alturas del cielo. La idea de que lo Bello, ya grande ya pequeño, era cuestión de una justa apreciación, no podía ocurrírsele a un adolescente como yo. Así, cuando veía brillar vagamente las flores del verano, mojadas por el rocío, yo las encontraba bellas como el Pabellón de Oro. Del mismo modo, ¿veía una nube cargada de tormenta, totalmente negra, con sólo un ribete de oro brillante, cómo bloqueaba el fondo tras las colinas? Tal magnificencia me hacía evocar el Pabellón de Oro. Y hasta tal punto era así que, al hallarme ante un bello rostro, lo calificaba en mi interior, de "bello como el Pabellón de Oro".
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AbrilhakaboseAbrilhakabose03 February 2023
La calma volvió a mí, disipando poco a poco mi terror. Así debía ser para mí la Belleza: capaz de defenderme contra la vida, de protegerme de ella. Pensaba, y era casi una oración dirigida al Templo: «Si mi vida ha de ser como la de Kashiwagi, protégeme. ¡Porque creo que no lo podría soportar!».

La única enseñanza que podía sacar de los argumentos de Kashiwagi y de la improvisación que había desplegado ante mis ojos, era que vivir y destruir son sinónimos. Á semejante existencia le faltaba toda espontaneidad, y le faltaba también la belleza de un edificio como el Pabellón de Oro: en cierto modo, no era más que una serie de piadosas convulsiones. Confieso que aquella vida me atraía, la verdad, que en ella adivinaba mi propia pendiente. Pero si había que empezar por hacerse sangre en los dedos con las espinas y astillas de la existencia, resultaba pavoroso. Kashiwagi despreciaba el instinto lo mismo que el intelecto. Como una pelota de forma extravagante, su existencia avanzaba sola, caprichosamente, rodando, tropezando, intentando, abatir el muro de la realidad. Pero, en medio de todo eso, no había un solo acto auténtico. En una palabra: la vida, tal como él la sugería, no era más que una peligrosa farsa destinada a abatir esta realidad disfrazada, irreconocible, ante la cual nosotros obrábamos como incautos, y a despejar el universo de todo lo desconocido que inspira recelo.
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joseluispoetryjoseluispoetry19 October 2019
Entonces me quedé petrificado. Mi voluntad también, y mi deseo. El mundo exterior había roto todo contacto con mi universo interior y empezó a vivir fuera de mí una existencia absoluta, independiente. Me había escapado de la casa de mi tío, había calzado mis zapatillas de deporte, había corrido como un loco a lo largo del camino apenas visible bajo la débil luz del alba hasta llegar al olmo de Siberia, y sin embargo, con todo, no había hecho sino moverme dentro del limitado espacio de mi propio universo. La techumbre de las casas del pueblo, que empezaban a perfilarse, los árboles negros, la negra cresta de la montaña Aoba, incluso la propia Uiko, allí, de pie delante de mí, se encontraban ahora tan totalmente desprovistos de sentido que resultaba pavoroso: todos aquellos objetos habían recibido el don de la realidad al margen de mi acción; y era en esta realidad justamente, vacía, monstruosa, negra como la noche, la que ahora me caía encima de repente como una mole que me aplastaba, una inmensa mole que mis ojos jamás habían visto.
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AbrilhakaboseAbrilhakabose05 February 2023
Cuando llegamos a Arashiyama nos dirigimos hacia el puente Togetsu para ver la tumba —que ninguno de nosotros conocía de la dama Kogo. Antiguamente, la dama Kogo, por temor a no ser del agrado de Taira-no-Kiyomori, se escondió en Sagano. Habiendo partido en su busca por orden del Emperador, Minomoto-no-Nakakuni descubrió su escondite guiado por los lejanos acentos de un arpa, una noche de otoño iluminada por una luna clara. ¿Cuál era la melodía que ella cantaba? «En mi esposo sueño con amor.» En el Nó que lleva su nombre se lee: «Sedienta de luna —pensó él—, ha debido salir a la noche...». Y dirigió sus pasos hacia el templo de Horin. Entonces escuchó los acentos del arpa, semejante a la borrasca sobre las cimas o al viento entre los pinos. «¿Qué es esto? —dijo—. La canción de la dama que sueña en su esposo con amor.» Y él se sintió regocijado. La dama Kogo vivió el resto de sus días retirada en Sagano y rezando por el emperador Takakura.
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Vidéo de Yukio Mishima
Conversamos con Cristian Lagunas, ganador del Premio Mauricio Achar 2022, sobre su libro "El lado izquierdo del sol" donde nos cuenta el gran mito sobre la vida de Yukio Mishima en México.
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