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ISBN : 8417502343
92 páginas
Editorial: Ediciones En Huida (04/11/2018)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
Resumen:
¿Puede el silencio ser silvestre? ¿Transformar el espacio? ¿Transformarte a ti? ¿Conformar tu identidad?

Este poemario es un interrogarse continuo sobre el silencio impuesto y ese otro silencio necesario; una exploración, un aventurarse, cuaderno de campo en mano, en el silencio.

No busques en este libro una definición de qué es el silencio, sino qué hay en el silencio, durante el silencio.

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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
laurass89
 15 December 2018
Existe un hueso diminuto en la muñeca que si se rompe impide el movimiento de esta. Para mí, este es el hueso.

Existe una flor rosada que solo se abre cuando le da luz de la luna. La llaman flor de luna, pero para mí, esta es mi lavanda.
No pretendo destriparte ni desentrañarte, pretendo sentirte y comprender lo poco que el entendimiento pueda de la transcendencia.

Con estas líneas y las siguientes os presento un libro estupendo, sensible, fuerte y delicado: el poemario de Lavanda y Hueso de Miriam Villares. Miriam es licenciada en Historia y correctora de textos, además, fue ganadora en 2015 del concurso Anónimos 2.3, del festival de poesía Cosmopoética.

Quizá esta sea una de las reseñas más complejas que he hecho. No solo porque sea el libro de una amiga, y aunque no lo pretendas le das un trato especial, sino también porque es un poemario. Quizá sea defecto profesional o simplemente que mi manera de penetrar en los poemas es a través de la narración, pero siempre encuentro un relato detrás de ellos. Por supuesto, puedo acceder a un poema que sea puro sentimiento, pero cuando un poema se sitúa al lado de tal poema y no de otro, es por algo. Y siempre busco ese algo.

Buscar ese trasfondo implica una interpretación, por eso lo que os presento aquí es cómo he recibido el poema y cómo he vivido lo que me transmitía. A partir de aquí, y con la selección que os dejaré, os invito encarecidamente a aventuraros entre los matorrales de lavanda y los huesos perdidos.

Una historia tras los versos

El poemario se nos presenta dividido en secciones, y a su vez estas pueden verse divididas por fechas. Sin embargo, la disposición visual de los poemas es particular de cada uno de ellos, así que esta primera división que os he presentado no es del todo exacta. Me permite, sin embargo, introduciros en el hilo conductor de todas las composiciones que lo forman.

De esta manera, en el comienzo, llamado «Preparación», se nos presentan los elementos clave que se desarrollarán a lo largo de toda la poética del libro. Estos elementos no los trataré en profundidad, pues después de leerlos creo que cada lector puede completarlos con sus propias experiencias. No obstante, cabe decir que «manos», «garganta» y «flores» serán los elementos que conformen la trampa que el yo poético quiere tender a la rara avis: «Y la trampa ya está preparada/ Corpore insepulto»

Esta rara avis a la que se esperará durante todo el poema permanecerá ausente, a pesar de que durante todo el poemario se le tenderán diferentes trampas. Sobre qué es el rara avis, solo vosotros podréis determinarlo, para mí es ese algo que ponga todo en su sitio. Sin embargo, el yo poético solo cazará una cosa con su trampa: el silencio

Estos silencios, que no conoce y que no va a temer, van a aparecer como «dolores de garganta», silencios que se reconocen como interferencias, como enigmas que no pueden ser resueltos. Sin embargo, el silencio conocido (el poemario casi es un tratado sobre el silencio) podremos contemplarlo, a mi parecer en tres dimensiones: el silencio doméstico, que compete a la mujer, al hombre y al tiempo; el silencio necesario, que sirve para conocer, para aceptar y para explicar; y el silencio del arte, que pretende retener, crear una poética y ver sus limitaciones. No sabría deciros cuál de los tres silencios es el más duro en el poemario, ya que todos tienen mil caras, buenas y malas, y todos producen sensaciones tan habituales que son capaces de recrearlas.

No obstante, por empezar por uno, el primero el silencio doméstico es quizá uno de los que más duele porque no solo se proyecta en lo íntimo, sino que también nos hace tomar conciencia del tiempo, aquello que histórico, colectivo o extranjero nos afecta de todas las maneras. A través de estos silencios se nos habla de la guerra, la historia («Cuerpo, pueblo, tiempo/ tres murciélagos ciegos»), de la violencia de género, de lo que siente una mujer, pero también que el hombre siente. Lo común a todo ello es la rutina que mata la particularidad de cada uno de ellos, porque el tiempo no calla cuando la vida necesita el ahora, sin embargo, (una de cal u otra de arena como antes decíamos) cuando la realidad nos retiene lo doméstico se vuelve poesía.

El silencio del arte es la parte más enraizada del poemario. Enraizada porque así como deja claras sus influencias con citas de los autores: Celan, las manos; Pizarnik el ahogo, etc., también nos explica su pretensión de ser leído, de ser comprendido. En él, el arte retiene la belleza de lo perecedero, en el silencio de sus páginas. No obstante, es consciente, al igual que nos decía sobre los tipos de silencios, que no los conocía todos, de que el lenguaje no es capaz de abarcar la totalidad del mundo. Sin embargo, no importa que no llegues a la meta sino lo cerca que te quedas de él.

Finalmente, en el silencio necesario, se nos da, a mi parecer, todas las partes dolorosas, sí, pero positivas del silencio. Conocer al otro, aceptarnos, explicar… Sobre este último quiero detenerme, pues es sin duda el que continúa con el hilo de la «Preparación».

Quien tiende la trampa a la rara avis, a estas alturas del poemario ya lo sabemos, es una mujer que lleva violetas en las manos. Esta mujer que en su cotidianidad calla, piensa y no dice, sufre y con el silencio nos explica.


Publicado por Laura Santiago Sánchez diciembre 15, 2018
EN BUSCA DE MI SILENCIO SILVESTRE. DE LAVANDA Y HUESO DE MIRIAM VILLARES

Existe un hueso diminuto en la muñeca que si se rompe impide el movimiento de esta. Para mí, este es el hueso.

Existe una flor rosada que solo se abre cuando le da luz de la luna. La llaman flor de luna, pero para mí, esta es mi lavanda.
No pretendo destriparte ni desentrañarte, pretendo sentirte y comprender lo poco que el entendimiento pueda de la transcendencia.

Con estas líneas y las siguientes os presento un libro estupendo, sensible, fuerte y delicado: el poemario de Lavanda y Hueso de Miriam Villares. Miriam es licenciada en Historia y correctora de textos, además, fue ganadora en 2015 del concurso Anónimos 2.3, del festival de poesía Cosmopoética.

Quizá esta sea una de las reseñas más complejas que he hecho. No solo porque sea el libro de una amiga, y aunque no lo pretendas le das un trato especial, sino también porque es un poemario. Quizá sea defecto profesional o simplemente que mi manera de penetrar en los poemas es a través de la narración, pero siempre encuentro un relato detrás de ellos. Por supuesto, puedo acceder a un poema que sea puro sentimiento, pero cuando un poema se sitúa al lado de tal poema y no de otro, es por algo. Y siempre busco ese algo.

Buscar ese trasfondo implica una interpretación, por eso lo que os presento aquí es cómo he recibido el poema y cómo he vivido lo que me transmitía. A partir de aquí, y con la selección que os dejaré, os invito encarecidamente a aventuraros entre los matorrales de lavanda y los huesos perdidos.

Una historia tras los versos

El poemario se nos presenta dividido en secciones, y a su vez estas pueden verse divididas por fechas. Sin embargo, la disposición visual de los poemas es particular de cada uno de ellos, así que esta primera división que os he presentado no es del todo exacta. Me permite, sin embargo, introduciros en el hilo conductor de todas las composiciones que lo forman.

De esta manera, en el comienzo, llamado «Preparación», se nos presentan los elementos clave que se desarrollarán a lo largo de toda la poética del libro. Estos elementos no los trataré en profundidad, pues después de leerlos creo que cada lector puede completarlos con sus propias experiencias. No obstante, cabe decir que «manos», «garganta» y «flores» serán los elementos que conformen la trampa que el yo poético quiere tender a la rara avis: «Y la trampa ya está preparada/ Corpore insepulto»

Esta rara avis a la que se esperará durante todo el poema permanecerá ausente, a pesar de que durante todo el poemario se le tenderán diferentes trampas. Sobre qué es el rara avis, solo vosotros podréis determinarlo, para mí es ese algo que ponga todo en su sitio. Sin embargo, el yo poético solo cazará una cosa con su trampa: el silencio


«Saquitos de lavanda y hueso

Mira lo que traigo en las manos
este saquito de lavanda y huesos.
Mira la muerte del silencio
de ese que se apaga.

Mira
cómo se espantan los mosquitos
Aún sin clasificar.

Acepto que hay silencios que no conozco, pero no por ello voy a temerlos.


Estos silencios, que no conoce y que no va a temer, van a aparecer como «dolores de garganta», silencios que se reconocen como interferencias, como enigmas que no pueden ser resueltos. Sin embargo, el silencio conocido (el poemario casi es un tratado sobre el silencio) podremos contemplarlo, a mi parecer en tres dimensiones: el silencio doméstico, que compete a la mujer, al hombre y al tiempo; el silencio necesario, que sirve para conocer, para aceptar y para explicar; y el silencio del arte, que pretende retener, crear una poética y ver sus limitaciones. No sabría deciros cuál de los tres silencios es el más duro en el poemario, ya que todos tienen mil caras, buenas y malas, y todos producen sensaciones tan habituales que son capaces de recrearlas.

No obstante, por empezar por uno, el primero el silencio doméstico es quizá uno de los que más duele porque no solo se proyecta en lo íntimo, sino que también nos hace tomar conciencia del tiempo, aquello que histórico, colectivo o extranjero nos afecta de todas las maneras. A través de estos silencios se nos habla de la guerra, la historia («Cuerpo, pueblo, tiempo/ tres murciélagos ciegos»), de la violencia de género, de lo que siente una mujer, pero también que el hombre siente. Lo común a todo ello es la rutina que mata la particularidad de cada uno de ellos, porque el tiempo no calla cuando la vida necesita el ahora, sin embargo, (una de cal u otra de arena como antes decíamos) cuando la realidad nos retiene lo doméstico se vuelve poesía. Así tenemos como ejemplo:

«Faltan los cubiertos, falta comer»
A falta de cubiertos
cae el jarrón,
recoges el ruido seco de los cristales rotos
mientras te dices:
no es mi jarrón
no es mi flor
no es mi silencio.
Silencio de mujer.


Y en el podemos ver todo lo que hemos dicho: lo doméstico, la guerra, la violencia...

El silencio del arte es la parte más enraizada del poemario. Enraizada porque así como deja claras sus influencias con citas de los autores: Celan, las manos; Pizarnik el ahogo, etc., también nos explica su pretensión de ser leído, de ser comprendido. En él, el arte retiene la belleza de lo perecedero, en el silencio de sus páginas. No obstante, es consciente, al igual que nos decía sobre los tipos de silencios, que no los conocía todos, de que el lenguaje no es capaz de abarcar la totalidad del mundo. Sin embargo, no importa que no llegues a la meta sino lo cerca que te quedas de él.

Finalmente, en el silencio necesario, se nos da, a mi parecer, todas las partes dolorosas, sí, pero positivas del silencio. Conocer al otro, aceptarnos, explicar… Sobre este último quiero detenerme, pues es sin duda el que continúa con el hilo de la «Preparación».

Quien tiende la trampa a la rara avis, a estas alturas del poemario ya lo sabemos, es una mujer que lleva violetas en las manos. Esta mujer que en su cotidianidad calla, piensa y no dice, sufre y con el silencio nos explica.

Aquí vivimos con una mano en la garganta

Tumbada en la cama
vienen con viento y arena
tus palabras,
chocan sobre mí.

Vienen con arena: insultos
con arena: saliva
me cubren
sedimentan.

Entre el ayer
y el mañana
entre la confusión del reflejo
de los días muertos en tus ojos
la tierra se oscurece
justo donde la mano en la garganta.
Ahí, donde una ruina pide salir.
Silencio de mujer.

Y en su silencio nos cuenta que es mejor callar porque la sangre una vez que se vierte se va para siempre. Sin embargo, también nos relata que lo extraordinario es lo que espera nuestra sangre y por eso es capaz de tener paciencia. Poco a poco en el poemario encontraremos momentos de «silencio sin dolor» en los que el yo poético descansa de la espera. Impacientada, la idea de la rara avis se desdibuja y se nos muestra que la única respuesta posible es la constancia.

Y frente a lo que podamos pensar, y creo que es una de las cosas que más nos puede confundir del poemario, mujer y hombre son víctimas. El poemario nos enseña el sufrimiento de la mujer, sus esperanzas; nos enseña sobre el hombre que hay quienes callan, también, solo que otras cosas. La rutina, primer silencio, los aplasta. La mujer cansada de la rara avis solo hace una cosa, se acepta.

Y todavía son tantas las cosas del poemario que me dejo en el tintero, tantas las sensaciones que me provoca que escribiría líneas y líneas.

Como podemos ver, la trascendencia de los temas que Miriam Villares ha desarrollado en sus poemas nos es muy cercana, tanto en el tiempo como en la acción. Creo que todo poemario quiere contarnos algo, a través de sentimientos. Aquí la mujer de las violentas que preparaba saquitos de lavanda y huesos nos ha enseñado que el silencio es sabio y doloroso, que duele pero debemos continuar, que ahora somos nosotros el yo lírico.

Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b..
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Citas y frases (2) Añadir cita
laurass89laurass8915 December 2018
[…] No te preocupes si sangro y se me hace de noche, y si se me hace el tiempo en los ojos incansablemente abiertos […]
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laurass89laurass8915 December 2018
Cuando el silencio es sonreír a tu cuerpo y a tu imagen, sin importar el residuo de ceniza que siempre está en nuestras manos
Silencio sin miedo.
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