Cómo construir un buen guion audiovisual

Según Michel Chion, el oficio de guionista se logra sobre todo por medio de la “experiencia y un poco mediante el estudio”. Este libro contribuye a lo segundo. Syd Field abrió el camino en 1979 con su manual y este Cómo construir un buen guion audiovisual, dividido en seis capítulos, pone un punto y seguido y sienta las bases mediante la muestra de estrategias y estructuras narrativas. Los autores Daniel Aranda, Fernando de Felipe, Pau Icart y Cristina Pujol siguen a Robert McKee a la hora de clasificar los tipos de guion y lo definen como un esfuerzo narrativo por contar una historia de una determinada forma. En el qué y en el cómo está lo valioso de todo guion.
En este didáctico volumen, se detalla el trabajo a desarrollar por un guionista en una serie de televisión, se explica el concepto de focalización siguiendo a Gérard Genette y el punto de vista según Casetti y Federico di Chio, se destaca que el conflicto constituye la esencia del drama y se muestran sus categorías a partir de las directrices de Doc Comparato, Linda Seger y Ronald B. Tobias, y se defiende que los personajes “son lo que son por lo que hacen y no por lo que dicen o se dice de ellos”, porque un guionista no trabaja con palabras, sino con imágenes, por lo que el diálogo está en un segundo plano, aunque esta no puede ser una afirmación categórica. Los autores demuestran que una sola trama maestra no agota necesariamente todas las posibilidades dramáticas del guion y que la mera secuencia de acontecimientos no es una trama. de igual modo, se apunta la ley de progresión continua, se expone la secuencia como serie de escenas, se resalta la efectividad de la estructura terciaria y se sostiene que todas las escenas deben estar provistas de algún sentimiento o pasión. Incluso hay espacio para las frases célebres, como la de Henry James, quien afirmó que no vale la pena escribir una historia si al protagonista no se le obliga a pasar la fase más crítica de su vida.
Si bien la pertinencia de los ejemplos es clarificadora y hay consejos precisos como “no anunciar lo que va a verse”, la explicación del concepto de tragedia es insuficiente, como también lo es la de epifanía y suspenso. No obstante, la lectura de este volumen nos familiariza con términos como punto de giro, midpoint, clímax, biblia de personajes, story line, nudos de acción (o latidos dramáticos que forman una cadena de eslabones causa efecto y que oscilan entre 36 y 50 por guion), el principio de incertidumbre, buttons, hareng-suar y pulso narrativo y cumple con su cometido, que no es poco.