La obra se sitúa en la Valencia que aún llora dos años después la muerte del Cid, concretamente en la Iglesia Mayor de Santa María en su primera parte y en la Cámara de Jimena en el alcázar valenciano en su segunda mitad. Tras la misa de difuntos en su recuerdo, Jimena abandona el luto y aguarda la llegada de su amor de siempre, Minaya, para entregarle su pecho en llamas. La muerte del Cid permite a ambos hablar de sus sentimientos más profundos. Esos sentimientos se cristalizarán a la llegada del rey Alfonso a la capital del Turia, cuando Jimena le pide permiso para contraer nupcias con Minaya, algo que no ve con buenos ojos el monarca por ser un casamiento dañino a sus intereses. Aunque Jimena reacciona mal en un primer instante a esta decisión, más tarde entiende que debe jugar el papel de viuda perfecta del héroe y se aísla en la prisión de Cardeña. Si el primer acto es el de la ilusión, el segundo es el del desengaño y la sumisión. Ella se convierte en una víctima del mito del Cid, presa de la tradición y obligada a soportar el peso de dos anillos, los del casamiento con el Cid, aunque añorante de la libertad. Jimena soporta dos alianzas en su mano derecha y una cadena sobre su corazón, como llega a afirmar en la obra. Gala cede el protagonismo de la pieza a una Jimena viuda, harta de sobrellevar la púrpura de los valores políticos, sociales y religiosos encarnados por el héroe.En la obra llama la atención tanto o más que el perfil de una época, que es casi inexistente al ser el lenguaje actual como el vestuario, los rasgos y el retrato de una figura femenina, porque la obra es en definitiva el retrato de una mujer infeliz y de la percepción del vacío que la rodea. Una mujer capaz de poner patas arriba a toda una corte, de batallar contra los obispos y los reyes, pero cuya vida resulta ser un paréntesis donde sólo cabe la soledad, el envejecimiento y la decadencia de un cuerpo que yace sobre un lecho solitario. Para Gala, Jimena acepta con resignación el rol a desempeñar con el mínimo anhelo de que, en un posible mañana por llegar, alguien pueda disfrutar de la libertad que a ella le fue negada. Por ello y por no poder disfrutar del amor con Minaya con plena libertad rechaza la oferta del rey de mantener una relación clandestina con Minaya. El mito obliga a que el lugar que ocupaba el Cid no sea nuevamente ocupado por otro, ni siquiera por Minaya, el amigo perfecto, el capitán osado y obediente. Esto fuerza a Jimena a ser para siempre el despojo de un héroe para que el héroe lo pueda seguir siendo, a la resignación sin esperanza para el futuro.
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