Acero y cenizas

Estamos ante una novela bélico medieval con tintes de fantasía. Pues si bien la parte fantasiosa tiene un papel importante en el desarrollo de la trama, no es el suyo el papel principal. No nos encontramos en el típico mundo de fantasía épica, con múltiples razas y magia por doquier, sino que se nos presenta un mundo de ambientación más bien medieval, con sus múltiples reinos humanos.

El ansia de poder, la venganza, el dolor y la desesperación son los sentimientos base por los que se rige la novela. Un emperador que quiere conquistar todo el territorio, una viuda que desea vengar la muerte de su marido y sus hijos y un pueblo que está cansado de malvivir.

Bajo mi punto de vista, son dos los aspectos clave para el éxito de esta novela:

1. La complejidad de "el malo". Unektain me parece, con diferencia, el personaje mejor construido de todo el libro. ¡Me ha encantado! Ahondando en su pasado se nos permite conocer el por qué de su maldad y a pesar de no estar de acuerdo con sus acciones, logramos adentrarnos en su mente y entenderla. Es un personaje quebrado que usa la guerra para canalizar su dolor por lo que me parecen super coherentes todas sus decisiones.

2. Me parece un gran acierto que la novela recoja las experiencias de un mundo en guerra desde distintos puntos de vista. Punto muy positivo el hecho de haber incorporado entre ellos, reflejado especialmente en la trama de Onir y Poler, la visión del pueblo. En una guerra siempre hay múltiples bandos con sus respectivos líderes, pero ellos no son los únicos que viven las guerras. En esta ocasión la autora nos presenta el sufrimiento de las gentes más humildes, y de las no tan humildes pues en otra de las tramas vemos también cómo viven la guerra los nobles. Así la autora nos muestra cómo la necesidad de sobrevivir hace evolucionar a los personajes, cómo la desesperación hace que la idea de matar se vaya convirtiendo en algo menos horrendo en su mente. Y sobre todo, queda plasmado el gran poder que ostenta el pueblo. El poder de la mayoría.

Y aunque no puedo entrar mucho en detalles, pues mo deseo desvelar demasiado de la trama, el toque de fantasía que se le da (que, como ya he dicho, es un elemento más del todo) invita mucho a la reflexión, lo que me parece de lo más positivo.

Un cierre realista, unos personajes bien construidos y con una evolución paulatina y coherente y un par de giros sorprendentes. Eso es lo que os encontraréis en Acero y cenizas si os animáis a darle una oportunidad. ¡Además se trata de una novela autoconclusiva!

La reina Shalian ha perdido todo. Su esposo, el rey de Dalam, ha sido asesinado por el ejército del emperador Unektain I junto con sus dos hijos. Y la capital ha sido tomada. Shalian se ve obligada a huir y refugiarse en la Atalaya. Desde allí irá planeando su venganza y el derrocamiento del emperador, el cual va sometiendo todos los reinos de Nak'Hor. Para ello, Shalian manda a su alquimista a buscar un arma poderosa para acabar con el enemigo: la inmortalidad. Una trama llena de muertes, aventuras, dioses y venganzas.

En esta historia contamos con pocos personajes realmente. La protagonista es Shalian. Esta ha tenido que tomar la dura decisión de abandonar a su pueblo y huir para formar la resistencia. Es una mujer dura, fría y con un objetivo claro. Rodeando a la reina estarán Nilen, su comandante, Lorios, su alquimista y consejero, y Kein, un soldado encargado de buscar aliados pero que es poco dado a la diplomacia y con la lengua muy larga. Así mismo, tendremos gente del pueblo, como Onir, un mercader de telas, o Poler, que tiene una tienda. Gracias a estos conoceremos los acontecimientos dentro de la capital.

El enemigo de la historia es Unektain I, el emperador. de todos ellos es el que más me ha gustado porque está mejor conseguido. Tiene un pasado muy traumático que le ha moldeado hasta convertirle en lo que es: un ser despiadado, frío, sin corazón, lleno de rencor y venganza y que solo conoce la guerra y la muerte. Su comandante principal será Rhuend. El problema de los personajes es que son personajes arquetipos fijos, es decir, la reina es reina, el malo es malo y el alquimista es alquimista. No hay nada que haga que evolucionen o giros que hagan cuestionarse lo que son y por qué lo son. En ese sentido son personajes planos, sin evolución, y a los que no se les coge mucho cariño.

La trama es la lucha entre el bien y el mal pero aquí reflejada entre la libertad y la esclavitud pero usando como pretexto o fuego desencadenante la venganza familiar. Es una trama muy dura que me ha gustado, aunque no hay giros argumentales ni dificultades que pongan a prueba a los personajes. Todo ocurre como tiene que ocurrir, pero es atractiva la historia. El mundo creado es un mundo medieval lleno de humanos y de animales de nuestro mundo, con una cultura, una historia pasada común y una mitología (con unos dioses reales de carne y hueso). El ritmo al principio es trepidante, comienza con una batalla y con el problema desencadenante. Tras esto baja considerablemente hasta la mitad más o menos, donde ya vuelve a subir con más batallas.

En cuanto al lenguaje, Campos emplea un lenguaje sencillo, accesible a todos y bastante ligero. Sí se podría mejorar, especialmente cortando frases por punto y seguido y corrigiendo los laísmos. Esto con una revisión en profundidad se arregla fácilmente. La autora no se explaya en descripciones, de hecho, no conocemos físicamente como son apenas los personajes o las ciudades, o incluso las batallas, pero no es necesario porque con los breves datos que aporta, el lector se hará un modelo mental. Y eso me ha gustado también bastante.

En conclusión, es una trama de venganza y una lucha de la libertad frente a la esclavitud y con magia y dioses reales. Una novela con un malvado muy potente y bien logrado al que se le coge más empatía que a los héroes. Un libro de fantasía épica medieval con un lenguaje fluido y directo que ayudará a que la novela se lea rápido.
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