Signet Classics

Hay libros que te miran (o a los que miras) mal sin motivo. Middlemarch es uno de ellos (y que a nadie se le ocurra preguntarme entonces que para qué lo había comprado, que comprar y leer libros son aficiones distintas y yo tengo ambas). Tocho en dos tomos (en mi caso, pensad que nació siendo ocho) que me decía desde la estantería: voy a ser lento y aburrido. No sé por qué, pero sí, sus amenazas se sentían terriblemente reales. Sólo una de ellas lo fue: no es un libro para leer con prisas o atropelladamente. Es un libro de personajes, un retrato social impecable de una época totalmente reconocible (183X) en un lugar inexistente y una trama en la que se entrelazan y entrecruzan varias subtramas de las que no pienso hablaros ni un poquito (sí, soy mala, pero por qué te empeñas en saber de qué va exactamente el libro si no lees el final).



Sí te diré que nuestros personajes tienden a montarse (y a acomodarse) unos castillos en el aire la mar de fastuosos. Incluso esas mujeres tan distintas a las que cabría esperar. Para todo lo demás, lee este pedazo de novelón. No te vas a arrepentir.