Editorial Juventud

Hace unos años leí varias novelas cortas de Zweig, pero mi memoria prácticamente las había olvidado. Ésta fue una de ellas, y debo decir que en su momento me hizo reflexionar e incluso me gustó. Pasados los años, se me ha hecho soporífera debido a la trama, en la que vemos como una niña se “enamora” de su vecino; mejor dicho, se obsesiona de él; todo esto con una diferencia de edad de más de diez años. Es innegable que Zweig, con su prosa directa, consigue crear una tensión que hace que, como lector, no puedas parar de leer, pero la inmadurez de la protagonista, aún con el paso de los años, aún viendo que él es todo un libertino, o un “alma libre”, si así suena mejor, me ha resultado insufrible.

A todo esto añadir que, cuando él recibe la carta ella ya ha fallecido, porque en vida era incapaz de entregársela; una carta donde le revela un gran secreto que les afecta a ambos. Y no es hasta el final de la novela donde conocemos que él, a pesar de haber tenido varios encuentros íntimos con ella, ni siquiera la recuerda, tal como reza el título de la novela: es la carta de “una desconocida”.

Una historia que de romántica no tiene nada, y que resulta un claro ejemplo de toxicidad en una relación. 65 páginas de un monólogo interno de la protagonista que me ha resultado un culebrón pesado.