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El club de los viernes de Kate Jacobs
Se siente miedo cuando de repente se pone de manifiesto que una persona a la que admiras es absoluta y verdaderamente humana.
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El club de los viernes de Kate Jacobs
Todas nos encontramos en lugares que no esperamos, Cat. Situaciones que parecen escapar a nuestro control. El reto consiste en seguir adelante para salir de ellas.
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El club de los viernes de Kate Jacobs
Nunca es tarde para tomar una decisión distinta y nunca es tarde para tomar la correcta. ¿No estás de acuerdo?
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El club de los viernes de Kate Jacobs
En nuestro grupo no se trata de enseñar o no enseñar. Se trata de ayudarnos unas a otras, cariño, de compartir el amor al arte. Cuidamos de lo que tejen las demás...o de lo que no tejen, según el caso.
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El club de los viernes de Kate Jacobs
...Pero ellos vieron rechazo allí donde Georgia tan sólo había sentido el potencial de la independencia. Para dar ejemplo a su hija.
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El club de los viernes de Kate Jacobs
Porque la gente nunca te dice lo que no les gusta cuando se lo preguntas cara a cara. Sólo te ofrecen montones de elogios, y eso no siempre ayuda.
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Un baile con el príncipe de los Fae de Elise Kova
El amor, el amor verdadero, es la única cosa más poderosa que la magia en sí.
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Un baile con el príncipe de los Fae de Elise Kova
No puedes elegir las partes de mí que te gustan y abandonar el resto.
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Un baile con el príncipe de los Fae de Elise Kova
Porque si me miraras con esos ojos que Oren me dice que son como un mar tempestuoso, jamás podría dejarte marchar.
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La luz más cruel de Fernando García Ballesteros
Decide hacer el trabajo en ese momento. Acabará tarde y seguramente no estará para cuando pasen la ronda. Está fotografiando el mal. |
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Ante dioses indiferentes de Iván Ledesma
El infierno es físico. El infierno es real. Y estaba, como siempre se había dicho, bajo nuestros pies y lleno de demonios. |
Un lugar soleado para gente sombría de Mariana Enríquez
Sintió que el enojo de años que la hacía romper sábanas y golpear paredes y darse la cabeza contra la pared se le iba entre los dedos como arena porque había llegado, al fin, al corazón del daño.
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Escribir para salvar una vida de John Edgar Wideman
Necesito mover los brazos y piernas, dejar de contener el aliento en este lugar casi olvidado en el que noventa y seis cuadrados blancos señalan los restos de hombres, ochenta y tres de ellos hombres de color. Qué color tienen ahora los ochenta y tres hombres de color. Qué color tienen los otros trece hombres bajo sus números grises.
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La Regenta de Leopoldo Alas «Clarín»
La insignificancia de aquellos objetos que contemplaba le partía el alma; se le figuraba que eran símbolo del universo, que era así, ceniza, frialdad, un cigarro abandonado a la mitad por el hastío del fumador. Además, pensaba en el marido incapaz de fumar un puro entero y de querer por entero a una mujer. Ella era también como aquel cigarro, una cosa que no había servido para uno y que ya no podía servir para otro.
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Teseo en llamas de Beatriz Alcaná
Sabía que bajo la apariencia civilizada de cada ser humano se ocultaba un monstruo. El mismo llevaba uno dentro.
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Ecos del pasado de Alejandro Serrano Sánchez
Difícil otorgar caricias cargadas de un afecto que no puede ser entregado. Y pese a ello los sentimientos siempre se rebelan, mostrándose sinceros a pesar de la voluntad de su dueño. A veces resulta complicado determinar si uno es dueño de sus propias accio-nes, de sus decisiones, o es la marioneta de las emociones que lo embargan.
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Qué clase de madre de Clay McLeod Chapman
Ha habitado en el dolor desde hace mucho tiempo. Ahora, es su hogar.
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Ecos del pasado de Alejandro Serrano Sánchez
Recorría una vez más las calles de esa Barcelona nocturna que se nutre de una efervescencia eterna, salpicada de luces y transeúntes. Se admiraba de la vida que, incontenible, lo cubría todo, dotando a la capital catalana de un latido pro- pio. |