Descubrir

Mi abuelo era una bandada de gorriones y, cuando empezó la guerra, voló. Mi abuela era una bandada de herrerillos y, cuando los años y la memoria se perdieron, voló también.

Aquí abajo, nos sentimos rodeades. Aquí abajo, podemos fingir que la oscuridad es el abrazo negro de otro ser. Aquí abajo, acabamos encontrando a más como nosotres.

Y yo. Pues nah. Apretar los dientes y mirar para delante.

En el monasterio nos enseñaron que la fortuna es intrincada e imparcial. Que, cuando ocurre algo malo, es el resultado de un universo incomprensible e inhumano funcionando como debe funcionar.

Expulsadas, desterradas, juzgadas, encerradas y olvidadas. Este no es solo su recuerdo, se trata de la historia que no se ha querido contar. La que ni siquiera se consideró. La que -por ignorada- se encuentra al borde de caer en el olvido.

Me conformaría con que se supiera. No éramos más que niñas y, al parecer, ese fue nuestro delito. Nadie va a pagar por ello, ni ahora ni nunca, pero por lo menos que se sepa para que no se repita. Y cuántas no pueden contarlo porque se suicidaron.

En Lunaris no es de día ni de noche.

Aquí el tiempo queda suspendido en un punto intermedio.

Pero la realidad es que el amor no es algo que nace y crece a base de las apariencias, necesita mucha más sustancia para ser de verdad. Sí, la atracción física puede ser el comienzo de sentimientos, pero jamás será suficiente, siempre necesitará ese algo más, esa conexión que no se consigue con cualquiera.

Más tarde, cuando alguna vez me volvieron a pedir que dibujara una familia, pensé que si representas lo que comúnmente se entiende por una familia puedes fingir el resto de tu vida que también tú perteneces a una.

Lavo los platos, hago pan, hago todas las tareas domésticas sin pensar en nada, igual que miles de mujeres han hecho durante miles de años antes que yo, y me paro, veo mis manos pringosas y me preguntó: ¿Por qué no es suficiente? ¿Por qué no es suficiente con vivir (...)?

El cuerpo de mi sirena no es blanco, su pelo no es rubio: tiene su forma lo indeterminado de los senos sombríos de donde sale, y su melena se parece a la inextricable maraña de las algas, suspensas, enredadas y penetradas por esta luz líquida.

Quiero volver a ser yo.

Devolvedme a la niña.

Por favor, devolvedme a la niña,

a la chica que sonríe en el espejo porque sí .

Ir o no ir es decisión tuya. Está en tus manos.

Una de nuestras responsabilidades como seres humanos es encontrar formas de corresponder al mundo no humano. Podemos hacerlo a través de la gratitud, la ceremonia, la protección de la tierra, la ciencia, el arte o a través de actos cotidianos de honor práctico.

Niños, idioma, tierras: nos lo arrebataron todo, nos lo robaron aprovechando que estábamos demasiado ocupados tratando de sobrevivir. La pérdida fue inmensa, pero había algo que nuestro pueblo no podía entregar: el significado de la tierra.

A partir de la sabiduría del pasado, hemos de construir colectivamente una imagen del futuro, una cosmovisión definida por la prosperidad mutua.

Vivimos en el bosque y somos salvajes.

Esta noche aullaremos al cielo estrellado.

Ser libre y salvaje es distinto para cada persona o cosa y puede ser formar parte del bosque o dar vueltas por las calles de la ciudad.

- ¿Eres cartera?

Ella encorvó la espalda aún más y dejó escapar una risa ahogada.

- Sí, pero del otro mundo.

Y, bien pensado, en esa casa y en esa montaña, y en todas partes, el tiempo siempre había hecho lo que le había dado la real gana.