Las hijas de Ilión de Mar Carrillo
Los hombres cuando entran en esclavitud pierden la mitad de su alma, las mujeres, en cambio, la perdemos entera.
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Las hijas de Ilión de Mar Carrillo
Los hombres cuando entran en esclavitud pierden la mitad de su alma, las mujeres, en cambio, la perdemos entera.
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Patria de Fernando Aramburu
El barco no se abandona porque hay tormenta, sino cuando se hunde. ¿Que por hache o por be les hacían la vida imposible? Bien, entonces el Txato y Bittori se establecerían en San Sebastián.
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Un hambre insaciable de Chelsea G. Summers
Con ellas somos nuestros yoes más auténticos y esenciales. No tenemos por qué estar guapas, pero nos deshacemos en halagos cuando lo estamos. No tenemos por qué ser cariñosas, y nos perdonamos cuando no lo somos. Con nuestras amigas, nuestra guardia da volteretas como los acróbatas, cae como las hojas y gira en remolinos resplandecientes y polvorientos. Dejamos caer la máscara que lucimos siempre ante todos los demás: familia, amantes, maridos o hijos. Nuestras amigas ven las fragilidades, las inseguridades, las facetas desagradables que hemos de ocultar al resto del mundo, porque —y este es el quid de la cuestión— ser mujer es una tarea agotadora. Es un trabajo a tiempo completo. Nuestras amigas, las íntimas, son las pequeñas pausas que nos tomamos del trabajo tiránico de responder a las expectativas de ser mujer.
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La hija del silencio de Marta Sebastián Perez
¿Qué daño puede hacer a alguien que dos personas se amen?
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La biblioteca de los libros rechazados de David Foenkinos
Delphine lo tranquilizaba, a veces con palabras y a veces con su cuerpo. Se vestía como quería él para que la desnudase como quería ella. Su mutuo deseo no precisaba artificios para no perder intensidad; y el amor físico seguía siendo su forma más fácil de conversar.
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El abismo del olvido de Paco Roca
Se sabe mucho de una sociedad viendo sus enterramientos. ¿Qué se sabrá de la nuestra?
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Cicatriz de Juan Gómez-Jurado
Siempre tengo miedo. Siempre lo he tenido y siempre lo tendré. Pero quedarse quieto no va a solucionar nada. Nunca lo hace.
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Cicatriz de Juan Gómez-Jurado
Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada.
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Tres maneras de decir adiós de Clara Obligado
Una muerte es todas las muertes, una guerra todas las guerras y es la violencia todas las violencias.
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Tres maneras de decir adiós de Clara Obligado
Sé demasiadas cosas. Pero hay algo que no sé: cuándo se termina una tragedia.
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Tres maneras de decir adiós de Clara Obligado
Cuánto ha cambiado este país. Viejos que no saben escribir con hijos catedráticos.
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Tres maneras de decir adiós de Clara Obligado
No hay teléfono y recibo las llamadas en casa de una vecina. Me cobra dos monedas, me va a buscar y, por el mismo precio, se mete en todas mis conversaciones.
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