El orden del día de Éric Vuillard
Es curioso cómo, hasta el final, los tiranos más convencidos respetan vagamente las formas, como si quisieran dar la impresión de que no se saltan por las buenas los trámites administrativos mientras transitan abiertamente por encima de todas las leyes (…) obligando a sus enemigos a cumplir, por última vez, los rituales del poder que ellos mismos están dinamitando.
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