Mujeres de ojos grandes de Ángeles Mastretta
"... abandonaron la fiesta para irse en busca de la derrota que habían dejado pendiente hacía doce años. La encontraron. Y se hicieron viejos yendo a buscarla cada vez que la vida se angostaba. La tía Mercedes tenía siempre miedo de que cada encuentro fuera el último. Por eso le gustaba conversar, para robarse al otro, para que no se le escapara del todo cuando volvía a su casa con el cuerpo apaciguado, para poder, en el impredecible tiempo que los desuniera, reconstruirlo todo, no sólo su aventura, sino todas las mutuas aventuras desde siempre." (Pág.60). |