Donde siempre es oto隳 de 聲geles Ibirika
La magia est en cualquier parte si est嫳 con quien deseas estar
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Donde siempre es oto隳 de 聲geles Ibirika
La magia est en cualquier parte si est嫳 con quien deseas estar
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Donde siempre es oto隳 de 聲geles Ibirika
Pero ya era tarde para disimulos. Para entonces, Ian ya hab燰 comprendido el origen de su conversaci鏮 atropellada y de sus silencios, de sus disimuladas miradas y de sus ojos huidizos, de sus sonrojos. Sol燰 ser m嫳 r嫚ido en diferenciar la admiraci鏮 que causaba el escritor del deseo puramente carnal que provocaba el hombre. Pero las circunstancias en las que la hab燰 conocido fueron tan desconcertantes como lo era ella misma y eso hab燰 bloqueado su parte seductora y canalla, que ahora despertaba. Esa parte que disfrutaba ante el desaf甐 de conseguir a cualquier mujer que le apeteciera y gozaba de cada segundo de refinado cortejo con el que iba deshaciendo las defensas femeninas, aun cuando la presa escogida se le resistiera hasta el ltimo momento. Porque, si la culminaci鏮 de llevarse a la cama a la mujer codiciada era grandiosa, saborear ese placer de la anticipaci鏮 mientras iba gan嫕dosela con sutileza era algo que excitaba sus sentidos.
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Donde siempre es oto隳 de 聲geles Ibirika
No oy el leve entrechocar con el que las dos hojas de madera se unieron y encajaron en el centro. No oy los pasos acercarse con lentitud. Supo que estaba all cuando sinti su cuerpo tenso arrimado a su espalda, su c嫮ido aliento roz嫕dole la nuca. Supo que era 幨 antes de que su voz aterciopelada le susurrara ronca: Te he echado de menos. Un estremecimiento la recorri por dentro; un placer deseado y a la vez temido. El mismo turbador placer que lo dej a 幨 desprotegido ante sus propios y arrolladores sentimientos. No te muevas suplic, inmoviliz嫕dola con apenas un roce al sentir que iba a volverse. No he venido a discutir asegur, sin sospechar que esa frase, destinada a tranquilizarla, aumentar燰 su alarma. Lo hemos hecho tantas veces, que estoy cansado hasta de batallar conmigo mismo. |
Donde siempre es oto隳 de 聲geles Ibirika
Me resultaba sencillo inventar historias rom嫕ticas cuando presum燰 de saberlo todo sobre el amor. Mir hacia el autom镽il detenido a su derecha y a los dos j镽enes que aprovechaban la pausa del sem塻oro para besarse. Ahora, cuando descubro lo que de verdad supone perder la cabeza por alguien, cuando har燰 cualquier cosa por conseguir a la mujer a la que amo, ya no puedo escribir sobre ello. La luz roja cambi a verde. El Chevrolet se puso en marcha y el coche de la pareja tambi幯. Ian volvi la vista al frente. El amor destruye, Edgar: lo ha hecho conmigo.
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Gregorio Samsa es un ...