La escritura por voluntad propia convulsiona, eso es lo que afirma Ángela Segovia. Ella ya no puede escribir sin implosionar (explotarle algo dentro) a no ser que sea la misma escritura la que acuda a ella. Este proceso me recuerda al de Nelly Arcan, quien se sentaba durante horas delante de la pantalla en negro del ordenador, esperando la breve visita de la inspiración; cuando lo hacía, escribía uno o dos párrafos, una página entera, y después volvía a la espera. Mi paese salvaje pertenece a la colección Bella morte de la autora, un experimento literario parecido a la escritura automática surrealista, o incluso a la espiritual. Porque Ángela parece estar o dejarse poseer por la poesía para escribir. No me atrevo a decir que utiliza la técnica del flujo de conciencia porque, ¿lo que escribe proviene de su conciencia o del inconsciente más puro y universal? Lo individual se pierde en la experiencia colectiva. El resultado estremece, recorre la piel, alivia y aterra a partes iguales. Los límites entre la vida y la muerte se desdibujan, con el cuerpo y el alma como protagonistas indiscutibles. Increíble, sin palabras, aunque, ¿para qué necesito las mías si puedo leer las de Ángela? + Leer más |