Eternamente tuya de Álvaro Bermejo
Una hora más tarde, me puse en pie como un muerto que regresara a una vida que ya no le perteneciera. Me sentía como si hubiera cometido un crimen, pero —sí, tengo que repetirlo—, el muerto era yo salí al corredor helado, avancé entre las sombras. Bajo la puerta de la habitación de su hermana mayor, se filtraba una línea de luz. Por más que deseara escapar de la torre, una oscura fuerza me atraía desafiándome a cruzar esa diabólica frontera.
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